Dejé de Amarte -
Capítulo 101
Capítulo 101
“Eso está muy bien“, dijo Lucia con una sonrisa fria. “Alejandro debe haber armado bien la cadena de pruebas. Laurinda Vargas puede terminar en la cárcel.”
“Esta vez debe estar asustada, he escuchado que anda proclamando por ahí que las famillas Cruz y Nortes son amigas de toda la vida, sacando a relucir asuntos del pasado para acusarte de ser ingrata, dejando que tu nuera la perjudique.”
“¿De veras?” Lucía no pudo evitar reir. “Eso es algo que Alejandro debería escuchar.”
“No te preocupes, doña, con el escándalo que está armando, seria dificil que Alejandro no se enterara.”
Alejandro rara vez visitaba la casa de los Cruz, por lo general era Nieve quien iba a buscarlo.
Nieve bajó en el elevador y vio a Alejandro sentado en el sofá de su casa.
Era la tarde y el sol que entraba por los ventanales lo bañaba, haciéndolo parecer un ser celestial.
Este hombre era un privilegiado por naturaleza.
Nieve sintió un vuelco en el corazón.
Ella tenia que casarse con Alejandro, tenerio para ella sola.
“¿Alejandro, viniste?” Nieve se acercó en su silla de ruedas. ¿Cómo tienes tiempo para venir a esta hora?”
Alejandro la miró brevemente. “¿Tu madre está?”
“¿Buscas a mi mamá para algo?”
“¿A quién más iba a buscar sino a ella por las cosas que ha hecho?” dijo el con voz fria.
Nieve, curiosa, preguntó, “¿Qué hizo mi mamá que te molestó esta vez?”
En ese momento, Laurinda bajó las escaleras. “¿Llegaste, Alejandro?”
“Hace dos dias que no logras contactar a Miguel Vargas, ¿verdad?” Alejandro fue directo al grano. “Entonces, ¿adivinaste que ya lo capturaron y empezaste a proclamar por todos lados que Valentina te perjudica y que mi abuela, ingrata, te deja sufrit, verdad?”
Laurinda palideció. “Yo no… no hice eso.”
Alejandro, sin ganas de confrontarla, se recostó perezosamente en el sofá fumando, y dijo despreocupadamente, “Miguel ya perdió una mano, si sigues asi, no esperes salvar la otra.”
Laurinda se desplomó al suelo. “Alejandro, por favor! ¡Miguel es el único hijo varón que tenemos!”
“No quiero exponer la verdad de ese caso. Ya que decidiste asumir la culpa, yo lo acepté“, dijo Alejandro con un destello frío en sus ojos. “Pero me gustan las personas que cumplen sus promesas, no aquellas que, incapaces de cambiar la situación, siguen causando problemas a pesar de su resentimiento. ¿Entendido?”
Laurinda asintió rápidamente. “Entendido! ¡No lo haré más! ¡Por favor, perdona a Miguel!”
Alejandro apagó su cigarrillo, se levantó y se fue.
Desde la terraza del tercer piso, Valentina observó cómo Alejandro salia de la casa vecina, esbozando una
leve sonrisa.
No era de extrañar que fuéra su verdadero amor; incluso había venido a ver primero a Nieve.
Después de todo, con Laurinda yendo a la cárcel, Nieve debía estar muy triste y necesitada de consuelo.
08-50
En el jardín, Alejandro, como si sintlera algo, se detuvo de repente y miró hacia arriba.
Sus miradas se cruzaron.
A pesar de la distancia, Alejandro no pudo ver claramente las emociones en sus ojos, pero estaba seguro de que ella no mostraba ninguna alegría.
Recordó los dos años antes de que ella fuera a la cárcel, siempre que lo veía, se acercaba felizmente,
Incluso sin hablar, su rostro irradiaba felicidad, y esos brillantes ojos almendrados parecían expresar su alegría.
¿Acaso todo había cambiado solo porque estuvo en la cárcel un año?
Alejandro entró a la casa y subió directamente.
Valentina ya había vuelto de la terraza a su habitación, sentada en el sofá leyendo.
Alejandro inició la conversación. “¿No te dijo el doctor que debías descansar y recuperarte? ¿Por qué te levantaste?”
Valentina no levantó la vista, respondiéndole con voz suave, “Moverse un poco ayuda a que la herida sane.”
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