Capítulo 23

Carlos la besó con una fuerza que daba miedo, era como si la odiara a muerte. Estefania trató de liberarse, pero él la apretó contra la pared sin más. En apenas unos segundos, Estefania sintió un sabor dulce y metálico entre sus dientes.

Se le cambió el color de la cara en el acto.

Los recuerdos dispersos de aquella noche de hace años cruzaron por la mente de Estefania.

La pequeña Estefania, cuando levantaba la mirada hacia Carlos, no podía evitar soñar con cuán tierno seria él al besarla.

No podia negarlo, había cuidado ese cariño por él y no se atrevía a mostrar ni un poquito delante de los demás, sabía que no podia quererlo, tenía miedo de que si él se enteraba, la echaria.

Esa persona que amaba hasta los huesos, alguna vez fue la única luz en su vida.

Carlos no sería tierno con ella, jamás. Ella sabia que él siempre la había odiado, odiaba a Sofía por haber arruinado el matrimonio de sus padres y debido a eso la odiaba a ella. Que Sofía se había ido con el dinero, eso sólo hizo que la odiara aún más.

Carlos se dio cuenta de que Estefanía estaba llorando sólo cuando sintió el sabor salado y amargo en su boca.

La soltó.

Estefanía vio en sus ojos una indiferencia total, y después de un rato, murmuró con voz baja: “Te devolveré el dinero que Sofia te debe. Además, hace cuatro años no me coludi con ella”.

Podría compensar por los errores de Sofía, pero no admitiría algo que no había hecho.

Al escucharla hablar de aquello, Carlos recuperó su expresión burlona y preguntó en tono suave: “¿Y cómo piensas pagar?”.

“¿Con la ayuda de Omar, con José? ¿0 con otros hombres?”.

No necesitaba ver quién era el que estaba en el auto, sólo tenía que revisar el contrato del apartamento que

había alquilado.

“Es asunto mio como lo pague’. Estefanía se secó la cara mojada por las lágrimas con el dorso de la mano y dijo sin emoción.

Ya no le importaba cómo la humillara, después de todo, aquel año él había tirado sus maletas fuera de la casa de los Mendoza, había dejado que los rumores en Esperanza Nueva volaran y había aplastado su dignidad bajo sus pies.

Sólo lo miró y añadió: “Dije que te pagaría y asi serȧ”

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Dicho eso, giró la manija y abrió la puerta.

Carlos no pudo evitar soltar una risa fría.

Pero al final, no dijo nada más y se fue dando un portazo.

En el momento en

que se fue, Estefanía cerró la puerta con llave.

Luego fue al baño y se dio otra ducha.

Se frotó el cuerpo más de una decena de veces.

Al ver su cuerpo, sólo podia pensar en cómo él la había mirado con desprecio aquel dia y

le dijo: “¡Estefanía, qué bajo has caido!”.

Sin embargo, cuando veía cómo miraba a Fabiola, sus ojos eran tiernos.

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