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Porque estaba preparada en cualquier momento para divorciarse de Alejandro. Llevaba encima el
certificado de matrimonio por supuesto.
Y esta vez, el certificado de matrimonio se convirtió en el arma para atacar contra las que habían
confundido lo negro con lo blanco.
Las dos hijas de la familia Sánchez ya no tuvieron más remedio. Alejandro y Clara eran esposos legales en ese momento. ¿Qué podían decir? Cuanto más hablaban, más daño aguantarian.
¿Quién es la amante? ¿Quién no debe presentarse aquí? Piensen todos.
Después de decir eso, Clara guardó el certificado y se fue con la mirada sorprendida de todos. Solo
Beatriz permanecía allí, muy avergonzada y furiosa.
Quedaban menos de cinco minutos para el comienzo oficial de la subasta. Casi todos los invitados
ya llegaron y se sentaron.
Ema y Leona se sentaban en la tercera fila. Al abrir la puerta, los ojos de Leona ya se clavaron
directamente en Alejandro.
¡Qué guapo es!
La actividad de beneficencia celebrada por los Rodríguez es de alta calidad y con estricta
vigilancia. Hice todo lo posible para persuadirles e incluso rogarles, pero no nos cambiaron por la
primera fila.
Ema canturreó y dijo:
Hija, descuida. Te buscaré sin falta una oportunidad algún día para que te acerques al presidente
Rodríguez. Con su rostro tan bello y noble nacimiento, Rodrigo se enamorará de ti sin duda.
Aunque Rodrigo era famoso por su carácter de Don Juan en la Ciudad de México, para formar una
familia de suegros con los Rodríguez, Ema decidió con firmeza hacer que su hija se casase con
Rodrigo.
Además, Leona quería mucho a Rodrigo. Por supuesto tenía que echar leña al fuego.
Mamá, mi segundo hermano político y Rodrigo son hermanos. Dile algo al hermano para que me
Los ojos de Ema se volvieron indiferentes. ¡Ella no podía aguantar que rogara a aquel hijo bastardo!
¿Dónde está Noa?
Seguramente huyó hasta un lugar para esconderse. Mamá, ¿puedes no llevarla afuera la próxima vez? Siempre huye por todas partes. Cuando un cámara se fijó en ella, estaba de mal humor. ¡Qué vergüenza! – Leona detestó a su hermana.
Ya sabes que tu hermana tiene algún problema. Ahora ya tiene veinte años. Tengo que sacarla más de casa. Si a alguien le gusta ella y quiere casarse con ella, la casaré lo más pronto posible. Ya
habrá terminado una molestia – suspiró Ema.
Estas palabras parecían que estaba a punto de vender a su hija, como si dos años después no
pudiera venderla.
En cuanto a la madre y la hija de los Sánchez, se sentían más tristes.
En el salón de subasta había unas diez filas de asientos. Las dos vinieron de gala, pero ahora solo
podían sentarse en la última fila, ¡la fila más discreta!
Mamá, Alejandro está en la primera fila. ¡Quiero sentarse a su lado!
Después de hablar, Beatriz llevaba su falda sin paciencia y se dirigió hacia Alejandro de prisa.
Pero a dos pasos la detuvo un guardia.
Perdón, señorita. Todos los asientos son fijos y no puede cambiarlo.
¿No puedo? ¡Interesante! ¿Por qué podéis detenerme? ¿Sabéis quién soy? – Beatriz levantó la
barbilla y preguntó con arrogancia.
Sabemos que usted es la novia del presidente Hernández – la miró el guardia con indolencia.
Beatriz se quedaba pasmada y no sabía qué debía decir.
Pero el orden de los asientos de hoy fue organizado por el presidente mismo del Grupo Rodriguez.
Aunque sea la esposa del presidente Hernández, no puede ser la excepción.
Beatriz se ponía como una furia y quería hablar más, pero Ema la detuvo.
¡Basta! Solo es un asiento. ¡No hagas el ganso!
Aun así, cuando Ana vio de lejos que Ema y su hija estaba sentada en la fila delantera y hablaba
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Esta hermana mayor, siempre era así desde pequeña. La superaba siempre casi en todo. Dijo que esta noche la ayudaría, ¡pero resultó una mentira!
No había asientos vacantes. Solo el asiento de Diego estaba vacío.
Alejandro echó un vistazo al lado y enseguida retiró su vista.
¿Qué? ¿Por qué hasta ahora todavía no apreció el presidente Pérez? ¿No vino él? – murmuró Rodrigo con curiosidad.
Justo en ese momento, la puerta más trasera se abrió.
Todos echaron un vistazo hacia atrás. Normalmente Alejandro era un hombre indiferente y escaso
de interés, pero también miró hacia atrás.
Se asfixió por un instante y el corazón le dio un vuelco.
Vio con sorpresa que su exmujer, con un traje negro, labios rojos y unos zapatos de alto tacón, avanzaba con pasos tranquilos hacia la primera fila sin apartar su mirada.
Como si hubiera llegado la diosa.
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