Capítulo91

La multitud quedó sorprendida.

Leona y sus dos amigas hipócritas abrieron mucho la boca y miraron con sorpresa.

Aarón tomó el collar y lo sostuvo frente a Leona con una expresión fría e imperturbable.

-Señorita Hernández, ¿es este el collar que perdió?

-Esto, esto…

Leona lo tomó sorprendida y de repente gritó como si le hubieran pisado la cola: -¡Ah! Mi collar… ¿

Cómo se ha convertido en esto? ¿Quién lo hizo?

Todos miraron y vieron que este lujoso collar estaba roto en varias partes.

-Cuando nuestro gerente se enteró de que había perdido el collar, me envió a buscarlo en la suite

presidencial. Finalmente, lo encontramos debajo del sofá. Pero cuando lo encontramos, ya estaba

así. No sabemos exactamente cómo sucedió eso–respondió Aarón con voz fría.

-¿Ves? Lo dije, ella está fingiendo. Pone las cosas en cualquier lugar y no las recuerda, y luego

culpa al hotel. Cualquiera que gaste un poco de dinero se siente como un dios dijo alguien

burlonamente.

-¡Dios mío, este diamante es demasiado grande! ¿Quién usa un collar tan llamativo? ¿No es solo

para atraer ladrones?

Al escuchar las burlas a su alrededor, la cara de Leona se puso tan negra que parecía que iba a

desatar una tormenta, y apretando los dientes, dijo: ¿Y qué si lo encontraron? ¿Eso significa que

no lo robó un miembro del personal? Seguramente la persona no pudo sacar el botín, así que lo

escondió debajo del sofá para luego sacarlo y venderlo cuando nos fuéramos.

-¡No lo hice! ¡No lo hice!-se defendió el personal, pero con menos habilidad que Leona. 1

-Si fuera un robo, ¿por qué destruiría un collar en perfecto estado? Tampoco es algo difícil de

llevar, dijo Clara con una mirada clara y fría-. Creo que alguien lo hizo a propósito, no para

robar, sino para desquitarse contigo, como si no pudieran soportar verte bien.

Estas palabras dejaron a Leona atónita. Detrás de ella, sus dos amigas se quedaron sin habla y

petrificadas por el miedo.

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-Dado que nuestro hotel ya ha ayudado a encontrar su collar, la acusación de robo por parte de nuestro personal no es válida. Si insiste en llevar esto hasta el final, estaré encantada de

acompañarla. -Dijo Clara con una mirada fría y desinteresada, mientras su mirada severa pasaba por las amigas detrás de Leona-. Cuando mi secretaria tomó este collar, fue muy cuidadosa. La policía llegará pronto, puede entregar el collar a las autoridades para que realicen una prueba de huellas dactilares. Dado que el diamante es tan grande, no debería ser difícil recopilar una huella

dactilar, ¿verdad?

-¡Sí, una prueba de huellas dactilares!

-¡Buena idea! ¡Así es cómo se debe hacer!

La gente a su alrededor se unió al alboroto.

Las dos hermanas de Leona, que estaban junto a ella, se pusieron pálidas de repente y la arrastraron apresuradamente. -Está bien, está bien. Eres una persona con identidad, no te

avergüences más. Arreglemos esto y vámonos….

Leona también sintió que si seguía haciendo un espectáculo, solo conseguiría que la gente se riera

de ella. Así que metió el collar en su bolso Hermès con fuerza y se alejó con la cabeza en alto.

-Espera, señorita Hernández. Clara la detuvo repentinamente con voz fría.

-¿Qué más quieres hacer? ¿Aún no has terminado?

-Ahora que el collar ha sido encontrado y no tienes pruebas de que nuestro personal lo haya

robado, ¿no crees que deberías disculparte por tus palabras hirientes hacia nuestro personal del

hotel frente a tantos huéspedes?

-¿Disculparme? ¿Estás loca? Soy una huésped, el servicio de tu hotel es tan pésimo, ¿quieres que

me disculpe con una camarera?—Leona se río enojada.

-¿Cómo puede ser así una persona? ¿Es realmente la hija de la familia Hernández? Los demás

huéspedes murmuraron descontentos.

-La niña acaba de pedir disculpas, todos lo vimos. Casi se arrodilló ante ella, ¿qué más quiere?

-¡Exactamente! ¡Tan mezquina y sin clase!

La camarera se encogió de hombros y lloró en silencio.

-Si nuestro personal ha sido malo en su servicio, puede presentar una queja, pero acusarlos de

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mirada.

-¿Me pidieron que me disculpe? ¿Quieres que le pida disculpas a una camarera después de pagar

por mi estancia aquí? ¿Qué tipo de gerente eres?

Leona estaba furiosa, a punto de explotar, cuando de repente hubo un fuerte sonido.

La camarera se desplomó en el suelo, rígida y convulsionada, con los ojos en blanco mientras le

salía espuma de la boca.

Todos, incluido Leona, quedaron atónitos, excepto Clara, que se arrodilló junto a la camarera y le

quitó el cinturón y la chaqueta negra para asegurarse de que pudiera respirar.

En ese momento, alguien habló con una voz profunda y resonante detrás de ella.

-Es epilepsia, Aarón. Llama a una ambulancia.

Mientras Clara daba órdenes, inclinó la cabeza de la chica para evitar que se atragantara con sus

propias secreciones.

-¡Ya he llamado a la ambulancia, llegará enseguida! -dijo Alejandro con voz profunda y resonante.

Su voz hizo que la columna vertebral de Clara se estremeciera y se volviera para ver que Alejandro

estaba de pie detrás de ella, vestido con un traje de cuero, su presencia imponente y atractiva

como un pino solitario en las altas montañas.

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