apítulo 84 Despiadada

-¡Ay! Creo que exageré; debería haber sido más cuidadosa». No obstante, Jazmín estaba angustiada por su jefa ya que Alejandro estaba con otra mujer al mismo tiempo que ella estaba embarazada. Solo quería ayudarla, así que no le interesó nada más.

-¿Si?

Victoria se alteró al ver la mirada de la joven. -No lo escuchó, ¿verdad?».

Por lo general, Jazmin se aterraría, pero era muy astuta, asi que comenzó a fingir de inmediato cuando notó que su jefa desconfiaba de ella.

-De acuerdo; es por lo de anoche -comentó mientras se acariciaba la nuca-. Quería recompensarla. El señor Burgos no habría dicho todo eso si no fuera mi.

por

La señorita Victoria no sospechará luego de mencionar este asunto, ¿verdad?“. Y estaba en lo cierto porque la mujer se alegró un poco al oir su explicación.

Así que es por lo de anoche. Eso explica por qué se comporta de este modo Victoria se rio.

-Lo que sucedió anoche fue un accidente y una lección. No lo olvides.

-No lo haré, señorita Victoria; jamás volveré a cometer ese error. -Luego, la joven cambió el tema de conversación-. Entonces, ¿qué le gustaria almorzar? Yo me encargaré de buscarlo.

-No te preocupes -respondió al mismo tiempo que tomaba el pastel-. Si es por lo de anoche, ya me recompensaste con esto.

Estaba hambrienta y eso era justo lo que quería. Jazmin estaba contenta al verla comer porque no sabía qué comprarle; al ver la decoración hermosa del pastel, lo eligió y resultó ser lo que más le gustaba a su jefa. Si no podía conseguirle el almuerzo, le prepararia algunos bocadillos porque, tal como solía decir su madre, una mujer embarazada tiende a comer más seguido. «Gracias a Dios que reaccioné rápido y me disculpé por lo de anoche o me habria descubierto-.

A la noche, todos asistieron a la fiesta de Bautista y conversaban.

-Dime, ¿cómo nadie me avisó que Bautista regresó? ¿Cuándo llegó? -preguntó uno de ellos.

-Yo tampoco estoy seguro. Bautista suele estar muy atareado y no se comunica con nosotros desde que se fue al extranjero. Así que es normal que ninguno de nosotros esté al tanto de su repentino régreso.

Mientras el grupo conversaba, aún no llegaban los protagonistas de la noche.

-Creen que Alejandro vendrá con Claudia?

-No creo; ¿él no está con Victoria? Sería muy humillante que Claudia viniera.

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-¿Pero él no estaba enamorado de ella? ¿Por qué está con Victoria?

-Escuché que es porque los Selva están en bancarrota y él quería ayudar a Victoria, así que se casaron de manera temporal.

-¿Escuchaste? ¿Alejandro y Victoria te dijeron eso?

-No, pero es lo que todos dicen y ellos tampoco lo niegan.

Todos discutian sobre el asunto cuando escucharon unos pasos cerca de la puerta de la sala privada; observaron la entrada al mismo tiempo que dejaron de conversar y vieron una figura esbelta. Bautista vestía un traje blanco y tenía unos anteojos con armazón de oro; lucia muy elegante. En comparación a cinco años atrás, cuando aún era joven, él en ese momento lucia un hombre maduro y refinado; resultaba imposible dejar de mirarlo.

-Bautista dijeron y se pusieron de pie.

El sonrió a modo de respuesta y, luego de observar los que estaban en la sala, se angustió un poco porque no vio a la persona que estaba buscando. «Esa joven no puede faltar hoy. No, Alejandro aún no ha llegado y, por la situación actual, ella vendrá con él. Mientras estaba sumido en sus pensamientos, una persona le habló de manera gentil.

-Lo lamento.

-¡Claudia!-gritó uno de ellos.

En ese momento, la mujer sintió que estaba en el lugar adecuado; Bautista la miró, asintió y observó el vestido provocativo que tenía puesto. Por otro lado, ella lo miró sorprendida al reconocerlo.

-¿Bautista?

-Hola -respondió sonriendo y se acomodo los anteojos.

Las demás mujeres que fueron con ella también se sorprendieron al ver al joven. «Cielos, es muy atractivo. Claudia esperó un momento hasta que le estrechó la mano.

-Tanto tiempo sin verte. Has cambiado demasiado; casi no te reconocí.

-¿Tú crees? -murmuró sorprendido.

A él no le interesaba lo que las demás personas pensaran, pero sus expresiones cambiaron de manera drástica cuando lo vieron a él y a la mujer que decia ser la pretendiente de Alejandro. Era evidente que él había cambiado bastante, por lo que resultaba sorprendente que esa joven no reaccionara en absoluto al verlo. Bautista aun recordaba lo tranquila que permanecio Victoria al encontrarse con él. -Quizás no ha notado lo mucho que he cambiado o no le importa. Al pensar en esa posibilidad, la expresión del hombre se torno sombria y fruncio los labios.

-Tanto tiempo–comentó y le estrechó la mano, pero la retiró de inmediato.

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Claudia se sorprendió al ver la rapidez con la que la soltó. -¿Soy yo o parece que Bautista me desprecia? Además, no parece feliz luego de decirle que ha cambiado bastante. ¿Por qué será?–. Justo en ese momento, una de las amigas de la mujer sugirió que ingresara a la sala y Claudia

asintió

Todos se sentaron y ella se ubicó justo frente a el; el hombre podía parecer amable, pero nadie se atrevía a sentarse a su lado, así que era el único en aquella mesa. Bautista respondia todo lo que le preguntaban con seguridad y cortesía, como si fuera un caballero modesto. Esa situación hizo

que

Claudia se perdiera en sus pensamientos.

El tiempo transcurría y casi todos habian llegado, excepto Alejandro y Victoria. Bautista conversaba con todos con tranquilidad, pero a medida que se hacia tarde, no podía evitar mirar su teléfono una y otra vez. Le había enviado un mensaje en la tarde a la joven, pero ella no le contestó. -Qué despiadada-.

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