Capítulo 38 No importa

-Sí. Dejemos de pelear asintió Victoria con ligereza-. ¿Podemos actuar como solíamos.

hacerlo antes?

-¿Actuar como antes?. Alejandro sintió alegría por sus palabras, ni siquiera se dio cuenta de que estaba tartamudeando cuando dijo:

-Q-quieres decir…

Ella lo miró, luego bajó la cabeza y pronunció en un tono serio:

-Lo pensé con detenimiento de camino a casa. Puede que el ánimo de la abuela parezca estable ahora y que nuestros pequeños cambios no supongan un problema, pero después de todo, la cirugia se llevará a cabo en dos semanas. No deberíamos discutir durante este periodo por si ella descubre alguna pista y corre el riesgo de que afecte a su salud.

Cuando él oyó eso, se dio cuenta de algo.

-Quieres decir…

-¿Todavía no lo entiendes? Ahora es un período muy critico para la abuela. Debemos cooperar entre nosotros. En dos semanas, eres libre de hacer lo que quieras; nadie ni nada podrá detenerte entonces. -Victoria sintió que había expresado su idea con claridad-. Eres inteligente. Deberías entender lo que quiero decir.

A Alejandro se le crisparon los labios. Victoria tenía razón. ¿Cómo podía no entenderla? No le estaba proponiendo una reconciliación con él ni ya estaba disgustada. Solo había pactado una tregua por el bien de Griselda, pero ¿qué podía decir él? Ella lo hacía todo por el bien de su abuela. Alejandro sonrió con tristeza; al fin y al cabo, estaba cavando su propia fosa.

-De acuerdo respondió con voz grave.

Al ver su expresión, Victoria vaciló. Estuvo a punto de plantear la idea de quedarse con el niño, pero al pensarlo mejor, decidió no hacerlo. Como Claudia ya conocía su decisión, sin duda se lo había contado a Alejandro. La razón por la que él no mencionaba el tema podia ser un acuerdo tácito. Al menos tiene conciencia».

-Ahora que hemos llegado a un acuerdo, vamos a descansar un poco le dijo entonces tras levantar la manta.

Después de que ella señalara eso, una idea cruzó su mente de repente. Por tanto, enseguida se levantó de la cama, abrió el armario y miró el cojín que estaba en la esquina. En un principio, este estaba dispuesto entre ellos en la cama como su limite durante mucho tiempo, pero un día desapareció de pronto, lo que indicaba que su relación habia dado un paso más. Sin embargo, esa vez parecía que había llegado el momento de que ese cojín volviera a desempeñar su función. Victoria lo sacó y lo colocó en el medio de la cama.

En cuanto Alejandro lo vio, su expresión se ensombreció. ¿Qué más esperaba de ella? Desde que

la joven se ofreció a hacer una tregua, él pensó que su relación podría volver a la normalidad. Apenas terminó, Victoria se dio vuelta y notó cómo Alejandro seguía de pie con una expresión desagradable. A esas alturas, ella ya no se tomaba la molestia de leerle el pensamiento.

-¿No vas a dormir? Si es asi, yo si dormiré, así que apaga las luces cuando estés listo para irte a la

cama.

Sin esperar su respuesta, se acostó, se tapó con la manta y cerró los ojos frente a él. Alejandro se quedó atónito ante su accionar. Tras mirar fijo el cojin que había en el medio de la cama, hizo una mueca de desprecio antes de acercarse con una expresión sombría y acostarse, un tanto tieso. Una vez que se apagaron las luces, la habitación se sumió en la oscuridad. Al mismo tiempo, sus. sentidos se magnificaron enormemente.

Alejandro respiraba con dificultad y no podía conciliar el sueño. Sin embargo, él no tardó en oír el sonido de la respiración uniforme de la persona que estaba a su lado. No pudo evitar darse vuelta para mirar en dirección a Victoria en la oscuridad. La miró fijo durante tanto tiempo que ni siquiera pudo comprender lo que estaba sucediendo.

Después de que la pareja acordara reconciliarse, ya no se ignoraban en casa. Como de costumbre, tras levantarse, Victoria se aseaba. Cuando veía que Alejandro se vestia, incluso lo ayudaba con la corbata. El hombre tenía ojeras. Aunque Victoria durmió a su lado la noche anterior, él no había dormido nada; solo cuando salió el sol se sintió somnoliento. Tras caer en un sueño ligero, oyó que la joven se levantó. Como él no tenía intención de seguir durmiendo, decidió levantarse.

Debido a la falta de sueño, además de la reacción de ella que desató su ira sin tener donde desahogarse, se vistió de forma brusca. Se impacientó aún más cuando tuvo que ponerse la corbata. En ese momento, no esperaba que Victoria se acercara a él y se ofreciera a ayudarlo.

-Permiteme pronunció en voz baja. Alejandro bajó la cabeza y la miró fijo. Victoria evitó de manera deliberada su mirada penetrante y añadió-: Agáchate o no podré hacerlo bien.

Alejandro frunció los labios en una fina línea. Como si estuviera contemplando, se quedó parado y no se agachó. Su comportamiento hizo que Victoria lo mirara a los ojos.

-¿Por fin estás dispuesta a mirarme? -Sonrió con suficiencia.

Victoria se quedó sin palabras. «¿Qué le sucede? ¿Acaso no tuvimos una buena conversación anoche? ¿Qué está tramando ahora?». Alejandro tampoco sabía qué le sucedía. Los últimos días, él había empezado a comportarse de forma extraña y a irritarse con facilidad. Queria verla y a la vez no; deseaba que ella tomara la iniciativa de acercarse a él, pero no podia evitar maltratarla verbalmente cada vez que se le acercaba.

-No seas asi, Alejandro. ¿No acordamos cooperar el uno con el otro durante las próximas dos

semanas?

El frunció el ceño al oír eso, dio un paso atrás y apretó los labios.

-Olvidalo. No tienes que fingir cuando no hay sirvientas a nuestro alrededor.

Tras eso, se marchó dando zancadas y dejó a Victoria allí, estupefacta. Luego de un rato,

ella se

burló. -¡Alejandro no está siendo nada razonable!». Sin esperarlo, bajó a desayunar y él fue un rato después. Debido al incidente anterior con la corbata, la joven sentía rabia, así que lo ignoró cuando se percató de su presencia.

Al verlo bajar las escaleras, las sirvientas se apresuraron a volver a sus habitaciones porque le tenían miedo. Se reunieron en la puerta y rumoreaban entre ellas mientras lo veían acercarse a grandes zancadas y tomaba asiento junto a su esposa. Su accionar las sorprendió.

-¿El señor y la señora Calire se reconciliaron?

-Nunca desayunaron juntos antes de esto. No puedo creer que el señor tomara hoy la iniciativa. de sentarse a su lado.

Han oido que una pelea de pareja se resuelve rápido? Siempre han estado. muy unidos. Además, compartían la cama todas las noches. ¡Al final se reconciliarán!

Por otro lado, Alejandro se sentó al lado de Victoria con una mirada de desilusión. En cuanto tomó asiento, ella pudo percibir el aura poco amigable que transmitia. Sin tener que girar la cabeza, pudo notar lo reacio que se mostraba al sentarse junto a ella. Sin embargo, reprimió enseguida la incomodidad que sintió. Dos semanas. Solo tengo que aguantarlo dos semanas». Después de ese periodo, ella podría salir de ese lugar; todo lo que tenía que hacer en esos momentos era soportar las adversidades por el bien de Griselda, su bebé y ella misma. Se preparó mentalmente antes de servirle un vaso de leche a Alejandro con una expresión amable, incluso sonrió cuando él la miró.

-Buenos días, cariño.

Alejandro se quedó atónito mientras apretaba los dientes con fuerza. «No le importa, ¿no?».

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