Capítulo 64 ¿Debería cambiar de lugar por el bien de ustedes dos?

Después de que el espectáculo terminó, todos ingresaron a la casa. Luego, Héctor le ordenó al chef que preparara algunas comidas que se ajustaran estrictamente a las condiciones de salud de Griselda. Sin embargo, dado que se hacía tarde, ella solo comió unos pocos bocados y dejó los

cubiertos.

-Gracias a todos. Estoy muy contenta -dijo Griselda. Luego, fue a higienizarse. Al principio, Victoria quiso ayudarla, pero la anciana le palmeó las manos con dulzura y dijo: No tienes que ayudarme; después de todo, todavía puedo caminar. –

Antes de que la joven pudiera decir algo, Griselda ya se había dado vuelta hacia Claudia y dijo-: Se hace tarde. ¿Por qué no te quedas a pasar la noche? Dejaré que Victoria les pida a las sirvientas que te limpien una habitación.

Claudia comía de forma distraida antes de que Griselda le hablara. Cuando la escuchó, negó con la cabeza de inmediato.

-Está bien, gran señora Calire. No es apropiado que me quede.

-¿Por qué no?-preguntó la anciana-. Tenemos muchos cuartos de huéspedes en la casa. Además, no será un problema limpiar. Eres nuestra salvadora y es justo que te dejemos pasar la

noche.

Seria grosero de parte de Claudia seguir rechazando la invitación debido a lo que Griselda había dicho. Además, la mujer también quería quedarse a pasar la noche; a fin de cuentas, podría acercarse a Alejandro. Antes de que pudiera decir algo, Victoria sonrió y dijo en voz baja:

-Señor Boreal, puede decirle a alguien que limpie una habitación para la señorita Juárez?

-Si, señora Calire. -El hombre asintió con la cabeza de mala gana.

Mientras conversaban, Alejandro permaneció en silencio mientras estaba sentado en su lugar. Pronto, los demás se marcharon y regresaron a sus puestos, dejaron solos a los amos. Las pocas sirvientas que se quedaron atrás sintieron algo extraño y se escabulleron. Cuando nadie estaba a su alrededor, Claudia miró a Victoria, luego, al hombre y preguntó en voz baja:

-Ale, ¿está mal si me quedo a pasar la noche? C-creo que debería irme.

Por otro lado, Victoria observó a Claudia que seguía sentada a pesar de que había dicho que se iba.

-Está bien. Puedes quedarte a pasar la noche -respondió Alejandro con indiferencia.

-Entonces…

Claudia miró a Victoria-. ¿Puedo quedarme a pasar la noche, Victoria? ¿Estarás descontenta al respecto?

Cuando la otra mujer la escuchó, se quedó estupefacta. Después de todo, jamás se hubiera

imaginado que estaría involucrada en ese asunto. ¿Por qué me pide permiso cuando ya le preguntó a él? Sabe que no puedo decir nada, aun así, quiere actuar extravagante». Al pensarlo, sonrió y se comportó con generosidad.

-Por supuesto que no. Estoy feliz de que te quedes. Luego, arqueó una ceja y preguntó-: ¿Debería cambiar de lugar por el bien de ustedes dos?

Cuando Alejandro la escuchó, frunció el ceño y la miró. Por su parte, Claudia se quedó desconcertada.

-¿A-a qué te refieres? -preguntó después de algo de tiempo.

Victoria se acomodó el cabello detrás de la oreja; se veía relajada.

-Lo dije en serio. Piénselo, señorita Juárez. Estoy segura de que entenderá. Se levantó y no quiso seguir hablando al respecto-. Llámame si necesitas algo. Haré lo mejor que pueda para ayudarte dijo y se marchó.

Alejandro emanaba un aura escalofriante mientras la observaba irse. Junto a él, Claudia estaba sentada con una expresión desconcertada; después de todo, no había anticipado el comentario de Victoria. Al principio, quiso provocarla, pero jamás se imaginó que la mujer diría eso en voz alta frente a ella. Claudia miró al hombre con expresión triste.

-¿Dije algo malo, Ale? Lo siento. No sabía que se enfadaría. Creo que iré a casa -dijo mientras se ponía de pie y salía deprisa.

Mientras pasaba, él extendió la mano y la tomó del brazo.

-Quédate. No tienes que preocuparte por lo que diga -dijo con el ceño fruncido.

-Pero…

De pronto, Héctor se acercó y la interrumpió:

-Señor, la habitación de la señorita Juárez está lista.

-¿Cómo? ¿Mi habitación ya está lista? Se fueron hace apenas unos minutos. ¿Cómo es posible que la hayan limpiado tan rápido?». Claudia miró sorprendida al mayordomo. Se preguntaba si había limpiado la habitación a fondo para ella.

-De acuerdo. Sin embargo, Alejandro no estaba de humor para notarlo. En su lugar, la miró y dijo: Héctor te llevará a tu habitación. Descansa. -Se fue en la misma dirección que Victoria.

-Ale…

No obstante, él no la escuchó y, cuando se fue, le dio la espalda. Claudia se sintió molesta mientras estaba de pie en el lugar. Detestaba el hecho de que Victoria hubiera dicho esas palabras extrañas. Sin embargo, la voz distante de Héctor se escuchó antes de que pudiera seguir pensando al respecto.

-¿La acompaño a su habitación, señorita Juárez?

A pesar de que a ella no le gustó su actitud, no podía hacer nada. Por lo tanto, fingió una sonrisa y dijo:

-Gracias, señor Boreal.

Sin embargo, el mayordomo ignoró lo que dijo y se marchó con expresión estoica. Ella solo pudo reprimir su descontento y fue detrás de él deprisa.

Cuando Victoria fue a su habitación, cerró la puerta e ingresó al baño. Apoyó las manos en el lavabo y se miró en el espejo. Después de decir aquellas palabras, se sintió encantada de ver la expresión desconcertada de Claudia y la angustia de Alejandro. -Como era de esperar, uno solo puede ser derrotado a su manera», pensó, «Dado que se atreve a decirme peculiaridades, puedo hacer lo mismo. No necesito enfadarme por ella; puedo defenderme utilizando sus métodos. A fin de cuentas, todos saben cómo comportarse de manera lamentable.

Mientras se encontraba sumida en sus pensamientos, alguien abrió la puerta del baño. Ella se sobresaltó y se volteó a ver a Alejandro entrar al lugar. Como era alto, el baño se volvió estrecho en cuanto ingresó. Frunció el ceño en cuanto lo vio.

-¿A qué te referias antes con esa declaración que hiciste? -preguntó con desdén mientras la miraba de manera sombría.

Victoria se encogió de hombros y respondió:

-Intento ayudarlos. ¿Qué más estoy haciendo?

Alejandro frunció aún más el ceño y emanó un aura más intimidante. Por su parte, ella no quería estar en la misma habitación que él, así que planeaba irse. Sin embargo, no podia salir puesto que él le bloqueaba la puerta.

-Muévete, por favor -dijo.

Alejandro no se movió y se quedó firme como una roca. La mujer frunció el ceño y se escabulló por el hueco del lado izquierdo. Justo cuando estaba a punto de pasar, él se inclinó a la izquierda. y le bloqueó el camino. Ella se quedó estupefacta ante su conducta. Por consiguiente, lo miró en silencio y caminó hacia el otro lado; sin embargo, también le bloqueó el camino y no tenia intenciones de dejarla salir. Después de un rato, se hartó, así que levantó la cabeza y lo fulminó con la mirada.

-¿Qué quieres con exactitud? Si no tienes nada que hacer, puedes encontrar a tu………

Antes de que pudiera terminar la frase, Alejandro la toinó de los hombros y la sujeto contra la fria pared del baño.

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