Capítulo 28

Al oír esas palabras, Odalys se quedó sin habla de la ita, y finalmente colgó el teléfono con fuerza. ¡Ese puto idiota no era capaz de decir nada bueno! Pero trescientos millones definitivamente no era una suma menor, ¿cómo podría conseguir tanto dinero en tan poco tiempo?

Agobiada, ella tomó un taxi hacia la tienda de antigüedades de Otilia. Los empleados la conocían: “Srta. Tovar, la jefa está en el segundo piso”.

“Gracias”.

Subió al segundo piso como quien visita su propia casa; Otilia estaba despidiendo a un cliente en la puerta de la escalera y, al verla, levantó una ceja sorprendida: “¿Qué haces aquí a estas horas?”.

Después de que Odalys se dejó caer en el sofá, sin fuerzas le explicó la situación en términos generales, por lo que Otilia quedó boquiabierta después de escucharla.

“¿Ese hombre es tan despreciable? ¿Grupo Borrego está en bancarrota o qué, que ahora empieza a calcular el dinero de las mujeres?”.

Qué estaría pensando Gerson, Odalys no lo sabía; en cuanto, a Grupo Borrego, no solo no estaba en quiebra, sino que le iba viento en popa. Otilia pregunta de nuevo: “¿Y qué piensas hacer?”.

“¿Qué más puedo hacer sino pagar?”.

En el acuerdo de divorcio estaba claro que la deuda era algo que ella había contraído antes del matrimonio y que en ese momento debía saldarlo para estar en paz.

Otilia aún estaba indignada: “Pero cuando te casaste con él, ¿no fue para pagar esa deuda? Aunque, si Gerson está haciendo tantas complicaciones, ¿es posible que no quiera divorciarse?”.

Odalys preferiría pensar que él simplemente quería recuperar su dinero a que no quisiera divorciarse.

“¿Y si no te divorcias? Aunque Gerson sea un perro, es guapo y tiene dinero, y te da una tarjeta para que gastes sin límite, sin exigirte que cumplas con tus deberes conyugales. Muchas mujeres no logran eso en toda su vida”.

Odalys se distrajo con esos pensamientos, pero al recordar los tres años de un matrimonio que le ha agotado el alma, una expresión de disgusto se dibujó en su rostro: “Divorciarme es mi decisión; más bien, ayúdame a estar atenta, si ves alguna oferta de trabajo adecuada, acéptala por mí”.

Necesitaba dinero, y aunque su taller le pagaba un salario fijo, la mayoría de las antigüedades que restauraba provenían de excavaciones arqueológicas destinadas a ser exhibidas en museos, sin mucho valor comercial. Para ganar dinero, tenía que buscar trabajos privados.

Otilia guardó silencio por un momento, sintiendo la determinación de su amiga, pensó en algo, pero su rostro mostró cierta dificultad: “Tengo un trabajo para ti, pero me temò que no quieras aceptarlo”.

Odalys estaba confundida: “¿Es muy difícil?”.

“Es Noelia quien te busca”. Al escuchar ese nombre, e ceño de Odalys se frunció, y Otilia añadió: “Últimamente ha estado preguntando por todas partes por Ody, parece que también ha consultado a otros restauradores, pero su pintura está muy dañada casi nadie se atreve a tomar el trabajo y los que lo hacen, no pueden garantizar una restauración exitosa”.

Odalys recordó la última vez que la vio en el taller, cuando había ido a preguntar por Ody. Antes, naturalmente no habría accedido, pero en ese momento tenía que considerarlo.

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“¿Cuánto ofrece?”.

Otilia indicó una cifra, aquello era un pago bastante alto en la industria.

“Bailar realmente deja dinero”, comentó Odalys, y una sonrisa atractiva se dibujó en sus labios. “Contáctala, dile que agregue un cero más, y aceptaré el trabajo”.

Otilia se recuperó de la sorpresa, y le dio un pulgar hacia arriba en señal de admiración; se giró para hacer una llamada, no contactó directamente a Noelia, sino que dejó que la noticia se filtrara entre sus conocidos, ya que ésta había pedido muchos favores últimamente para encontrar a Ody.

Pronto, una llamada de Noelia sonó, su actitud era muy respetuosa: “Hola, ¿hablo con el agente de la `maestra Ody?”.

Otilia bajó la voz: “Sí”.

Después de media hora de negociaciones, hizo una señal de OK a Odalys, que estaba sentada al lado: “Pero ella tiene una condición, tienes que restaurarla en dos meses”.

El plazo era corto, así que Odalys acordó un tiempo y lugar para recoger la pintura, tenía que ir en persona a buscar la pintura, primero para verificar la autenticidad de la obra y segundo para evitar problemas en la transacción.

Llegó a la casa de Noelia y en el momento en que explicó su propósito, ¡la cara de Noelia se puso de vinagre!

“¿Vienes a recoger algo para la profesora Ody? No te creo, ¿dónde está ella?”.

“¿Crees que la profesora Ody está desocupada? ¿Que tendría que venir personalmente por algo tan trivial? Soy su asistente y me encargo de estas tareas, Odalys no quería intercambiar ni una palabra más con ella, y le preguntó directamente. “¿Dónde está la pintura?”.

Noelia naturalmente no iba a creer tan fácilmente en esas palabra y replicó: “¿No estabas como aprendiz en Solazul? ¿Desde cuándo te convertiste en asistente de Ody? No he escuchado que ella trabaje en Solazul”.

Odalys comenzaba a impacientarse. Si no fuera por el dinero, ni siquiera se molestaría en tratar con e mujer. Finalmente, dio el número de teléfono que Otilia había usado para contactar a Noelia. Tras comprobarlo, Noelia descubrió que era verdad, pero no se lo iba a dejar fácil.

“No me siento cómoda entregándotelo a ti”, dijo Noelia con arrogancia, levantando la barbilla. “Con u precio por encima del mercado, se espera que la misma Ody venga, ¿no? Si algo sale mal con la restauración, ¿a quién le reclamo?”.

“Si no confías en la habilidad de la profesora, entonces busca a alguien más hábil”, Odalys no quería perder más tiempo y se dio la vuelta para irse.

Noelia abrió los ojos de par en par, sorprendida por su determinación para irse; después de todo, ella era solo una asistente, ¿qué derecho tenía para actuar de esa manera?

“¿Sabes cuánto estoy dispuesta a pagar por la restauración de esta pintura? Tú, una simple asistente, ¿te atreves a tomar una decisión así? ¿No temes que apenas regreses, la profesora Ody te despida y te eche?”.

Pero, esas amenazas eran insignificantes para Odalys. Al ver que la mujer ya estaba llegando a la puerta, Noelia se mordía los dientes de rabia, pero no le quedaba otra opción, necesitaba que Ody restaurara la pintura, pues era un regalo especial para alguien: “¡Espera!”.

Al final, Noelia cedió, sacó la pintura de la caja y la desplegó con cuidado. Cuando Odalys vio la pintura,

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se sorprendió y arqueó una ceja, no se esperaba que esa antigua pintura de una cena nocturna estuviera en manos de esa mujer. Originalmente, la obra había sido adquirida por un coleccionista misterioso en una subasta en el extranjero por un precio de 200 millones, y después de ser exhibida en un museo durante un mes sin costo alguno, había desaparecido de la vista pública; en ese momento al ver el grado de daño de la pintura, Odalys suspiró, no era de extrañar que nadie quisiera encargarse de

ella.

¿Daño severo? ¡Era un completo desastre!

Odalys abrió la caja que llevaba consigo y sacó sus herramientas para comenzar a verificar la autenticidad de la pintura, un proceso que tomó algo de tiempo. Noelia, mordiéndose los labios, observaba, nunca se había imaginado que Odalys en realidad era la asistente de Ody.

“Alfonso no sabe que tienes un trabajo secundario, ¿verdad? ¿Qué pasaría si le digo? ¿Crees que te despedirían del taller?”.

Odalys respondió con indiferencia: “Inténtalo si quieres”.

Noelia bufo, obviamente no se atrevería a intentarlo, aún no sabía qué tan importante era Odalys para Ody. Si hacía algo para desagradarla, terminaría perjudicándose. Después de que la pintura estuviera restaurada, todavía podría llevar el asunto a Alfonso.

“Entonces, ¿por qué no dijiste que eras su asistente la última vez que pregunté por Ody en Solazul?”. De haberlo sabido, no habría perdido tanto tiempo. ¡Solo quedaban dos meses!

Odalys levantó una ceja y respondió: “¿Acaso somos amigos?”.

Noelia observó cómo Odalys se inclinaba para inspeccionar la pintura con atención y desdén en su corazón. Para ella, una aprendiz no tenía la capacidad de discernir la autenticidad de nada, los expertos en antigüedades con habilidades avanzadas, ¿no tenían todos décadas de experiencia en el campo? Pero claro, ella solo estaba fingiendo.

Finalmente, Noelia tuvo un pensamiento y sonrió con suficiencia: “Restaurar esta pintura es realmente costoso. Si Gerson no me hubiera dado su tarjeta adicional, no habría podido pagar tanto dinero”.

Odalys, quien había permanecido fría e indiferente todo el tiempo, finalmente reaccionó al escuchar eso. se giró para mirarla, pero en vez de la furia que Noelia esperaba, mostró un aire despreocupado: “La profesora Ody detesta a las amantes, ¿quieres que le pase ese mensaje?”.

Noelia guardó silencio.

Al ver que Noelia se calmaba, Odalys ocultó cualquier emoción en su mirada y continuó con la inspección, pero al pensar que el dinero que ganaba era de Gerson, se arrepintió de haber puesto un precio tan bajo. ¡Debería haber pedido los trescientos millones!

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