Capitulo 103: La Persona Agradecida No Es Él

Valentina habla regresado temprano a la Villa de Los Pinares para preparar la cena en honor a Alonso, un invitado distinguido.

Al entrar, el aroma intenso de la comida la envolvió. La mesa estaba servida con sus platillos favoritos, deliciosos en sabor y apariencia.

*¿Esto…?, penso Valentina, dudando si habla entrado en la casa correcta.

Justo cuando iba a salir para verificar, su marido, con quien se casó en un matrimonio relámpago, apareció desde la cocina.

-Ya regresaste, qué bien. Justo estoy terminando el último plato, ve a lavarte las manos para

comer.

Dijo Santiago, sosteniendo un plato de verduras salteadas y vistiendo un delantal, como un perfecto esposo dedicado a las labores del hogar. Su rostro apuesto no perdía encanto con esa vestimenta; al contrario, parecía más auténtico rodeado de los aromas cotidianos de la cocina.

Valentina se quedó atónita por un momento, luego miró la mesa y preguntó con asombro:

-¿Esto lo hiciste tú?

-Prueba y verás si es de tu agrado -le respondió él, como si esperara esa interpretación.

-Vaya, no esperaba que fueras tan hábil. Guapo y cocinero, ¡el sueño de cualquiera! Quien se case contigo será muy afortunada -exclamó Valentina, elogiándolo y preparando el terreno para

hablar de su invitado.

La sonrisa en los labios de Santiago se ensancho. ¿No era ella la afortunada?

Colocó el plato sobre la mesa y se dispuso a quitarse el delantal para cenar juntos. Pero antes del que pudiera tocarlo, Valentina corrió hacia él.

-¡Mi querido esposo, qué trabajador! Déjame ayudarte -dijo mientras le quitaba el delantal y le daba un masaje en los hombros. Esa palabra, «esposo», lo llenó de satisfacción.

Aprovechando su buen humor, Valentina comentó:

-Hoy alguien me ayudó muchísimo en la empresa. Sin él, todavía estaríamos en problemas. Quiero agradecerle.

Santiago frunció el ceño. ¿Ella quería agradecerle a él? Pensó en Dylan, satisfecho de que Valentina pudiera estar resolviendo sus malentendidos con el señor Mendoza».

-¡El que te ayudó debe ser una excelente persona! -dijo Santiago, levantando una ceja.

-Sí, es una excelente persona. Aunque éramos desconocidos, me ha ayudado en varias ocasiones. No es exagerado agradecerle, ¿verdad? -preguntó Valentina, mirándolo con

expectativa.

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Santiago mostró una leve incomodidad en su rostro. Recordaba las veces que había ayudado a Valentina y se alegraba de que ella quisiera agradecerle. ¡Al menos tenia consideración!

-¿Cómo piensas agradecerme?

Santiago miraba a Valentina con una especie de expectación en su corazón.

Valentina pensó: «Si él me pregunta así, ¿significa que no se opondrá a que invite al señor Valenzuela a cenar en casa?»

-Jeje¿Qué te parece si lo invitamos a cenar?

-¿Cenar? ¡Claro que si! -respondió Santiago.

Pero, antes de ganarse su corazón, ¿no sería precipitado dejar que descubriera que él era el señor Mendoza?

Mientras él estaba indeciso, los ojos de Valentina brillaron:

-Sabía que eras comprensivo. Iba a preparar una cena yo misma, pero veo que ya lo has arreglado todo. Y mirando la hora, ¡debería estar por llegar!

Valentina sacó su teléfono y le envió un mensaje a Alonso.

Alonso respondió rápidamente: [¡Llegaré en diez minutos!]

-¡Perfecto! -Valentina se preparó para recibir al distinguido invitado.

Santiago la observaba ocupada, frunciendo el ceño cada vez más.

¿Quién iba a llegar?

Santiago escribió rápidamente un mensaje a Thiago preguntando si Valentina lo había invitado

hoy.

Thiago respondió pronto: [¡No!]

[Señor, hoy solo la mitad del personal que enviamos a Starlight Joyas fue contratado, la otra mitad fue rechazada. Investigando, descubrí que había otro grupo que también fue a solicitar

empleo en Starlight Joyas.]

+15 BONOS

[Señor, quería informarle de inmediato, pero esta mañana me dijo que tenía asuntos importantes y que no debía ser molestado por nada]

[Señor…]

Santiago ya no prestaba atención a lo que Thiago decía después.

¡La persona a la que Valentina quería agradecer no era él!

¡Valentina iba a invitar a alguien más a cenar en casa!

Una oleada de ira brotó en su corazón y Santiago preguntó con voz fría: -¿Quién?

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