Capítulo 70: Que Aporte Clen Millones de Dólares Como Regalo
-Así que esos cien millones de dólares de regalo, ¡tienes que aportarlo tú!
La voz de Marc era firme, sin dejar espacio para dudas.
Valentina parecia haber escuchado el chiste más grande del mundo.
-¿Aitana está cumpliendo con ese compromiso matrimonial por mi?
Era increible para Valentina creer en esta distorsión de la realidad, si no lo hubiera escuchado con sus propios oidos.
Sin embargo, esas palabras salleron, claras y directas, de la boca de su padre…
¡Cuando en realidad ella fue la traicionada por Noah y Aitana!
De repente, una oleada de ira invadió su mente. Valentina, apretando los dientes, habló con frialdad.
-¿Por qué no le preguntas a ella y a Noah cuántas veces se han hecho el amor a mis espaldas
en estos años?
Justo cuando Valentina terminó de hablar, una bofetada golpeó duramente su rostro.
Un ardor intenso se extendió por su mejilla.
Marc, con una mirada feroz, la confrontó.
-¡La descarada que se ha mezclado con hombres no eres otra sino tú, y aún te atreves a lanzar
calumnias sobre tu hermana!
El corazón de Valentina ya estaba desgarrado, dolía con cada latido.
Cuando su madre murió, en menos de un año, Marc trajo a casa a Alicia, mostrando un cariño
especial hacia su hijastra, complaciéndola en todo.
En ese momento, Valentina pensó que él prefería a niñas «obedientes» como Aitana.
Hasta que un dia, escuchó una conversación entre Marc y Alicia, y descubrió que Aitana era la hija ilegítima de ambos.
¡Y Aitana era solo tres meses menor que ella!
¡Qué irónico!
Valentina esbozó una sonrisa fria.
Miró a Marc por un largo rato antes de hablar con voz sombría.
-¿Realmente soy tu hija?
Marc se quedó sorprendido por un momento, luego, girando la cabeza como si ocultara algo, cambió el tema con una voz fria e implacable.
-En cuanto a este documento, lo firmes o no, tendrás que hacerlo.
Valentina echó un vistazo al documento sobre la mesa.
-Vaya… ¿cien millones de dólares? Me temo que te vas a decepcionar, desde que me gradué no he tomado ni un centavo de casa. ¿De dónde sacarla yo cien millones de dólares?
¡Y aunque lo tuviera, jamás lo usaría como regalo para Aitana!
Pero Marc, evidentemente, ya había planeado cómo presionarla.
-¡Lo tienes! Oi que el señor Mendoza pagó cien millones de dólares por los anillos que diseñaste, y sumando el collar de esmeralda, hice cuentas. Descontando algunos gastos y la parte que se lleva la organización del concurso de joyería, de alguna manera debes haber conseguido esos cien millones. ¡Será perfecto para el regalo de tu hermana!
-¡Ah…!
Valentina no pudo evitar reír con ironía.
¡Así que esto es lo que tenía en mente!
¡Qué astuto plan!
-Te lo digo ahora mismo, aunque pudiera conseguir cien millones de dólares, ¡no los usaría
como regalo para Aitana!
Tras dejar esas palabras, Valentina salió de la habitación.
La voz tenue de Marc se escuchaba a lo lejos.
-¡Lo harás! ¡No lo creas, solo espera y verás!
Valentina no le prestó atención y se apresuró a entrar en el ascensor.
Al llegar al primer piso, las puertas del ascensor se abrieron, y Valentina, lista para salir, se
encontró con Aitana parada en la entrada, como si la estuviera esperando.
Valentina frunció el ceño y salió rápidamente del ascensor.
Al pasar junto a Aitana, la provocó de repente con satisfacción.
-Hermana, firmaste ese documento?
Valentina se detuvo un momento, luego se giró para enfrentarse a Altana.
Una sonrisa radiante y pura apareció en el rostro de Altana.
-¡No me culpes, hermana, papa insistió en hacerlol
-¿Ah si?
Valentina levantó una cela y de repente sonrió, dando un paso hacla Altana,
-Hermana, estamos justo al lado del salón de banquetes, hay mucha gente yendo y viniendo, si estás pensando en hacer algo…
Antes de que Aitana pudiera terminar, Valentina agarró con fuerza su muñeca.
Aitana, tomada por sorpresa, no tuvo tiempo de reaccionar antes de ser arrastrada de nuevo al
ascensor por Valentina.
Las puertas del ascensor se cerraron lentamente.
Valentina, con el puño cerrado, golpeó fuertemente en la cara de Aitana.
-¡Ah…!
El grito de dolor de Aitana resonó.
Un sabor metálico se esparció en su boca y su cara se hinchó visiblemente.
Valentina movió sus muñecas, esbozando una fría sonrisa.
-Ya que él piensa tanto en ti, este golpe, tómalo como un regalo suyo.
Ese puñetazo era en respuesta a la bofetada previa de Marc.
Al terminar de hablar, las puertas del ascensor se abrieron justo a tiempo.
Valentina salió con paso firme y decisivo. El corazón herido por Marc se alivió al instante. ¡Como si fuera a darle un regalo a Aitana! ¡Que ni lo soñase!
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