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El día de mi boda, vestida con un traje blanco y con un maquillaje impecable, esperaba con ansias que Diego viniera.

Esperé desde la mañana hasta la noche, pero él nunca llegó. Llamé incontables veces, pero no respondió.

Me convertí en el mayor hazmerreír ante familiares y amigos.

Mi madre, que ya sufría de una enfermedad cardíacă, no pudo soportar el impacto y falleció ese mismo día por un ataque al corazón.

Mientras tanto, el alma gemela de Diego, Leticia, publicó en Instagram: -Cuando estoy triste, siempre estás a mi lado. Contigo, todo es mejor.

La foto que acompañaba el mensaje mostraba a ambos en una pose muy intima.

Con las manos temblorosas, tomé una captura de pantalla y se la envié à Diego: -¿Es esta la razón por la que no fuiste a la boda?

Hasta el día de la cremación y el entierro de mi madre, Diego finalmente respondió:

-Cualquier día podemos casarnos, pero ella no puede estar sin mí.

-Diego, terminamos.

Después de enviar este último mensaje, bloqueé a Diego.

Perseguí a Diego durante dos años y salimos juntos durante cinco.

Durante siete años, los mejores de mi juventud, Diego era mi todo.

El dijo que le gustaban las chicas con el pelo corto hasta los hombros, así que sin dudarlo, corté mi largo cabello.

Él dijo que no le gustaban las chicas gordas, así que mantuve mi peso por debajo de los 45 kilos, aunque me desmayara por hipoglucemia, no me permitía comer un bocado de dulces.

El dijo que las chicas deben ser independientes, así que incluso cuando estaba enferma y necesitaba cirugía, no le pedí que viniera al hospital conmigo, por miedo a que pensara que era demasiado débil. Durante todos estos años, lo amé humildemente, tratando de cambiarme a mí misma según sus gustos, creyendo que si me esforzaba lo suficiente, él vería lo buena que era.

Pero hasta que vi a Leticia, no me di cuenta de qué me había convertido en una copia de ella. Sin importar la hora o el lugar, si Leticia llamaba, Diego iría a su lado sin dudarlo, siempre diciendo: -Eres tan independiente que estarás bien, pero Leticia no puede estar sin mí, me necesita. Mi esfuerzo cuidadoso se convirtió en la excusa de Diego para cuidar a Leticia repetidamente. Después de bloquear a Diego, me arrodillé ante la tumba de mi madre, limpiando su lápida.

Mi padre murió temprano, y durante todos estos años fue mi madre quien me crió sola. Por mí, lo dio todo.

Su mayor deseo era verme casada con Diego.

Pero hasta el final, no pude cumplir su deseo. Le fallé.

Permanecí mucho tiempo junto a la tumba de mi madre antes de irme.

No había caminado mucho cuando vi a Diego caminando hacia mí, apoyando a Leticia.

Leticia llevaba una urna en sus manos, con una expresión demacrada y un aspecto muy frágil.

-Diego, estamos cerca de casa, si enterramos a mi hijo aquí, ¿será como si nunca se hubiera ido?

El hijo del que hablaba Leticia era el perro que había adoptado recientemente.

Intenté pasar de largo, pero Diego me notó de inmediato.

Se interpuso frente a mi: -¿Me estás siguiendo?

Diego tenía un tono molesto. Después de todo, estábamos en un cementerio, un lugar al que generalmente no se va sin razón. Mi aparición le hizo pensar inmediatamente en que lo estaba siguiendo.

No tenía ganas de discutir con él y estaba a punto de salir.

Leticia se adelantó rápidamente, con voz suave: -Blanca, mi hijo murió de repente, Diego vio lo mal que me sentía y ha estado a mi lado ayudándome con los arreglos. Espero que no pienses mal. Leticia hablaba sinceramente, pero sus ojos mostraban un claro desafío.

-Vaya, tu novio es realmente considerado contigo.

Diego frunció el ceño: -Blanca, ¿no puedes tener un poco de compasión? Pepe ha muerto y Leticia ya esta bastante afectada, ¿es necesario que hables así?

Diego salió en defensa de Leticia de inmediato, temiendo que ella sufriera algún agravio.

No quería discutir con ellos, ni mucho menos tener compasión por Leticia.

Estaba cansada.

-No es necesario, me voy.

Pasé de largo a Diego y me alejé rápidamente.

Al ver que no discutía, no me detenía y me marchaba decidida, Diego quedó atónito por un momento. Cuando volvió en sí, corrió tras de mí: -¿Todavía estás enojada porque no fui a la boda?

Su tono era como si hubiera faltado a la boda de alguien sin importancia, y mi enojo fuera una exageración.

Así era Diego, cualquier cosa importante para mí, para él no lo era. Podía cometer cualquier error con la tranquilidad de saber que siempre lo perdonaría.

-Ya pasó.

Respondí fríamente, sin mirarlo.

-La muerte de Lola dejó a Leticia muy mal. Temía que le pasara algo, así que no fui a la boda. Tu madre no está enojada conmigo, ¿verdad? ¿Puedes disculparte con ella por mí?

Después de tantos días, si Diego hubiera tenido un mínimo de interés en mí, habría notado algo raro y sabido que mi madre había muerto. Pero no lo hizo.

-No hay oportunidad.

Dije esto y me alejé de nuevo.

Diego me agarró: -Bien, esta vez es mi culpa, pero tu madre siempre me trató como a un hijo. Seguro que me perdonará. Blanca, ¿podemos fijar otra fecha para casarnos?

Quizás notó que mi actitud era muy diferente a la de antes, finalmente bajó su altivez e intentó

consolarme.

Si mi madre no hubiera muerto y todo estuviera bien, quizás me habría conmovido y lo habría

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perdonado.

Pero ahora, eso no era posible.

-No me casaré contigo nunca más.

Solté la mano de Diego, lo ignoré y me alejé definitivamente.

Sintiéndose perder algo, Diego sacó su celular y llamó a su secretario.

-Sergio, enviale un gran regalo a la madre de Blanca como disculpa, y dile que en unos días, la

recibiré con la ceremonia más grandiosa para casarme con Blanca.

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