Dejé de Amarte -
Capítulo 137
Capítulo 137
Alejandro esbozó una sonrisa burlona, “Si nos divorciamos, ¿quién podría hacerte sentir tan bien como yo en la cama? Parece que prefieres recordar esos momentos a seguir disfrutando de…”
¡Zas!
Un sonoro bofeton golpeó el rostro de él.
Los dedos de Valentina, mojados por la lluvia, temblaban ligeramente al contacto.
“Alejandro, admito que estuve muy enganchada a ti porque solo contigo sentía que mi esposo me pertenecia. Pero ahora,” Valentina apretó fuerte el paraguas que llevaba en la mano, “realmente me arrepiento, me arrepiento de haberte amado, me arrepiento de cada día y cada noche que pasé contigo.”
“Tienes razón, esos momentos de pasión, tal vez nunca los olvide en mi vida, pero si los recuerdo, no será con nostalgia, sino como un recordatorio de que alguna vez amé a la persona equivocada.”
“Como anoche, no me arrepiento de haberme envenenado a mi misma, porque solo a través del dolor puedo ver más claro quién eres realmente.”
Alejandro la agarró por los hombros, “¿Y quién soy yo, dime?”
Valentina, palabra por palabra, dijo, “Para mi, eres la pesadilla de la que quiero despertar cuanto antes.”
“¿Ah si?” Alejandro esbozó una sonrisa, pero esta no llegaba a sus ojos, que se oscurecieron con un frío glacial, “¿Y quién es tu dulce sueño entonces? ¿Maximo?¿Piensas quedarte aquí esta noche y soñar con él?”
Valentina lo empujó con fuerza, “Eso no te incumbe!”
La mirada de Alejandro se enfrió aún más, “¿No me incumbe? Valentina, ¿quién te dijo que tú decides el
destino de nuestra relación?”
Dicho esto, agarró la mano de Valentina y se giró para subir al coche.
Valentina se soltó con fuerza, “¡Alejandro, qué haces? ¡Suéltame!”
Alejandro la presionó contra el coche y la beso.
‘¡Mmm!”
Valentina apretó los dientes, negándose a ceder, mientras luchaba con todas sus fuerzas.
El hombre controlaba fuertemente sus manos, continuando forzando su boca.
La diferencia de fuerza entre hombres y mujeres era evidente, y Valentina no tenia cómo vencerlo.
Justo cuando se sentía más perdida, Alejandro de repente se detuvo.
A través de la bruma en sus ojos, Valentina vio claramente una pistola apuntando a la cabeza de Alejandro. Volteó sorprendida y vio a Maximo sosteniendo el arma.
“¡Señor!”
El conductor bajó del coche, sacando también un arma, apuntando a Maximo.
Valentina nunca hubiera imaginado que incluso el apacible conductor llevara un arma.
Rápidamente, empujó a Alejandro y agarró la mano de Maximo, “Sr, Quintana, por favor, no lo haga”
Si Maximo tomaba medidas drásticas por ella, seguro que se meteria en problemas.
No quería deberle tanto.
Maximo miró a Alejandro, mostrando una sonrisa fría, “Sr. Nortes, forzar a alguien no es algo que un caballero haría.”
Alejandro soltó una risa fria, “Besarme con mi propia esposa, ¿y crees que tiene derecho a intervenir? ¿No- cree que está siendo demasiado entrometido?”
“Valentina vino a tratar a Paco, y lo ocurrido sucede frente a mi casa, así que es mi responsabilidad asegurarme de que ella esté a salvo hoy.” Maximo habló con calma, “Sr. Nortes, lo que decido manejar, lo manejo hasta el final. Por favor, compórtese.”
“¿Te atreverías a disparar?” Alejandro se giró hacia él, “Si te atreves, intenta.”
“Tengo un hijo, por supuesto, no dispararia a la ligera, pero creo que, incluso si hoy termino junto contigo, Valentina cuidaría de mi hijo. Y además,” Maximo sonrió ligeramente, “ella me estaria agradecida toda su vida. Pensándolo bien, vale la pena.”
La expresión de Alejandro se volvió aún más fría, “Hoy me voy a llevar a Valentina, si te atreves, dispara ya.” El ambiente estaba tan tenso que a todos les costaba respirar. Valentina los miraba fijamente, y sin más, arrebató el arma de las manos de Maximo y la apuntó hacia Alejandro.
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