Dejé de Amarte -
Capítulo 43
Capítulo 43
Antes de que Alejandro pudiera decir algo, Lucia ya la habla rechazado por él, “Alejandro no tiene tiempo, tiene que volver a casa a desmontar las cámaras de vigilancia.”
Romeo, curioso, le preguntó, “Abuela, ¿por qué quiere desmontar las cámaras de vigilancia?”
Tener cámaras de vigilancia es bueno, de lo contrario, ¿quién hubiera pensado que la sirvienta intentaría envenenarlo?
“No es desmontar las cámaras de las áreas comunes, sino las de su habitación.”
“¿Qué?” Romeo quedó sorprendido, “¿Pusiste cámaras en la habitación de mi hermano?”
“Claro que necesito saber cómo van con darme un bisnieto, por eso instalé las cámaras.” Lucia le dijo orgullosa, “Si no hubieran sido envenenados de repente, ya me habrían dado un bisnieto.”
El rostro de Valentina se enrojeció al instante, “Abuela, no diga tonterias.”
¿Qué tonterías digo?” Lucia le dijo, “Ustedes dos después de cenar se van a su habitación a darse cariño, incluso escuché a Alejandro preguntándote si esa posición estaba bien, si te sentias cómoda y esas cosas.”
Valentina se quedó petrificada, abriendo los ojos como platos, ¡su rostro estaba tan rojo que parecia que iba a sangrar! Nieve se enfureció tanto que su rostro se puso pálido.
Especialmente al ver la reacción de Valentina, jeso confirmaba que Lucia decia la verdad!
En su momento de malestar por el envenenamiento, ¡Alejandro estaba felizmente con Valentina haciendo esas cosas, era detestable!
Nieve se llevó una mano al pecho, con una expresión de dolor, respirando agitadamente.
“Nieve, ¿qué te pasa? No me asustes!” Laurinda exclamó, “Doctor, doctor, rápido!”
El caos se desató en la habitación del hospital, varios doctores llegaron apresurados y rápidamente se llevaron a Nieve a la sala de emergencias, Alejandro también fue detrás.
Lucia tomó de la mano a Valentina, “Valen, vamos a casa”
Romeo mostró una cara de desconsuelo, “Abuela, ¿no va a quedarse un poco más conmigo?”
Lucía lo miró fijamente, “Quédate solo un rato, y reflexiona bien sobre lo que le hiciste a Valen!”
Romeo se quedó sin palabras.
Valentina siguió a Lucía de regreso a la mansión, y después de llevarla a su habitación, finalmente le dijo, “Abuela, tengo algo que decirle.”
Lucia sonrió, “Después de toda una noche de ajetreo, la abuela también está cansada, ¿podemos hablar otro dia?”
Valentina asintió, “Abuela, gracias por lo de esta noche.”
“Niña, debemos aprender de los errores. Si nos han engañado una vez, no podemos permitir que ocurra una segunda vez.” Lucia le dijo con cariño, apretando su mano, “En el camino que te queda, yo estaré contigo en lugar de tu abuela, siempre te creeré y te protegeré.”
Valentina no pudo contenerse más y las lágrimas comenzaron a fluir, abrazando a Lucia, “Gracias, abuela.”
“Niña querida, no estés triste, con la abuela aqui, no tienes nada que temer.”
“SI.” Valentina le preguntó, “Abuela, ¿realmente había cámaras en mi habitación?”
“La abuela no tiene esos hábitos, ¿cómo podria poner cámaras en su habitación? Lo dije a propósito, ¿no viste cómo Nieve se desmayó de la rabia?”
Valentina no pudo evitar reir y llorar al mismo tiempo, “¿Por qué actúa como una niña, provocando a ella de esa manera?”
“Es que no soporto ver esa actitud suya, lleno de cálculos, si no fuera por la relación entre nuestras familias, y por lo
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que pasó hace años…” Lucio se detuvo, suspirando profundamente, “Dejémoslo, no hablemos más de ella. Le pedí a Paola que to cocinara algo nutritivo, comelo y descansa pronto.”
“Está bien.”
En el hospital, después de ser atendida, Nieve se recuperó del peligro.
Pasó aproximadamente media hora antes de que despertara.
“Nieve, finalmente despertaste, me tenías muy preocupada.” Laurinda le dijo, secándose las lágrimas, “Si te pasara algo, ¿qué harla yo?”
Alejandro, molesto por su llanto, se levantó y le dijo, “Que bueno que despertaste, descansa bien, yo me voy.”
“Alejandro!” Nieve rápidamente agarró el borde de su camisa, “Espera, no te vayas.”
Ella le lanzó una mirada a Laurinda, quien de inmediato entendió el mensaje. “Alejandro, Nieve debe estar hambrienta, voy a prepararle algo de comer. Quédate aqui cuidándola para que no le pase nada.”
Alejandro dudó un momento pero luego se sentó de nuevo.
Laurinda se marchó rápidamente.
Nieve miró a Alejandro y le preguntó, “Alejandro, ¿por qué ayudaste a Valentina hoy?”
“¿Cuándo la ayudé?”
Nieve se sintió frustrada por dentro.
Para ella, el hecho de que Alejandro no la defendiera significaba que estaba ayudando a Valentina.
Lo que ella queria era que él la favoreciera incondicionalmente.
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