Despidiéndose de mi amor -
Capítulo 155
Capítulo 0155
Bajo la luz de la luna, Silvia levantó instintivamente la cabeza y miró el rostro que había amado durante media vida, su garganta se sintió apretada:
-Señor Ferrer, ¿no teníamos un acuerdo?
La mano de Julio en su rostro se detuvo abruptamente, encontrando sus ojos claros. Parecía que en ese momento, ella podría llorar.
Julio no sabía por qué, pero sintió un amargor en su corazón. Apartó de inmediato la mano, y se levantó directamente de la cama, saliendo de la habitación. Una vez afuera, aún no podía sacar de su mente la mirada extraña que Silvia le había dado. ¿Señor Ferrer? Se sentó en el coche, fumando, y llamó apresurado a Adrian:
-¿Qué día es hoy?
Eran las dos de la madrugada y Adrian, despertado por el teléfono, escuchó esa pregunta sin ningún sentido. Después de pensarlo un momento, no recordó nada especial para ese día, así que tuvo que levantarse y buscarlo en línea. No había proyectos especiales de colaboración ni festividades. Solo por casualidad, vio en ese momento una tendencia en línea sobre un cumpleaños, y fue entonces cuando se dio cuenta de que era el cumpleaños de Silvia. Adrian llamó de inmediato a Julio.
-Señor Ferrer, hoy es el cumpleaños de la señorita Silvia.
Afortunadamente, cuando Silvia se casó con Julio, él había hecho algunas investigaciones. De lo contrario, ni siquiera sabría cuándo era el cumpleaños de Silvia.
Julio realmente no se dio cuenta, ni recordaba siquiera el
cumpleaños de Silvia. No era de extrañar que Silvia actuara de esa
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manera anoche. No era de extrañar que Luis eligiera regresar precisamente anoche...
Del otro lado, al ver que Julio no respondía, Adrian no pudo evitar preguntarle:
-Señor Ferrer, ¿deberíamos preparar un regalo?
El cigarrillo se consumió hasta quemarle los dedos antes de que Julio volviera nuevamente en sí.
-No es necesario -respondió antes de colgar el teléfono,
Él pasó toda la noche en el coche. A la mañana siguiente, llamó a la puerta de la habitación de Silvia.
Vamos, te llevaré a un lugar -le dijo Julio. Silvia lo miró con gran
sorpresa:
-¿A dónde vamos?
-¿No has estado diciendo que querías ver a ese niño?
Los o
cíos y fríos de Silvia de repente se iluminaron.
ciar las palabras de agradecimiento, ella sintió que eran
1. Después de todo, él fue quien se llevó a su hijo, ¿por qué nces, debería agradecerle?
-No hay de qué-respondió él sin problemas. La atmósfera dentro del coche mejoró notablemente.
Llegaron a Quintas del Arroyo. La condición de salud de Juan estaba muy estable, y pasaba los días con gran comodidad. Pero estaba muy curioso, ¿cuándo vendría su papá basura a verlo de nuevo? Recordaba muy bien que hoy era el cumpleaños de mamá, ¿se preguntaba si su papá basura le haría una fiesta?
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-Señorita, ¿cuándo vendrá el señor a verme de nuevo?
Con sus grandes ojos miraba fijamente a la niñera. La niñera no estaba segura. Después de la última visita del jefe, que fue un poco caótica, probablemente no querría regresar.
-No tengo idea -respondió ella. Juan suspiró con tristeza:
-Entonces, ¿puedes dejarme llamar al señor?
Estaba aburrido de estar aquí todos los días solo comiendo y bebiendo. Quería causar un poco de caos con su papá basura. La niñera se veía algo incómoda:
-No tengo permiso para llamar al jefe.
Temiendo que el niño no lo entendiera, ella cambió al instante su
enfoque.
-No tengo el número de teléfono del jefe.
ió entender:
tonces la próxima vez le preguntaré al señor por su número, ¿. es guardarlo para mí, señorita?
Guardar el número del jefe? La niñera, al pensar en la apariencian guapa de Julio y summensa riqueza, sintió que había encontrado la clave perfecta de la felicidad.
-¿Lo puedo?-le preguntó la niñera emocionada. Si pudiera
ascender a través de Juan y casarse om
con el jefe, se convertiría en la
verdadera dueña de una familia
adinerada y no tendría que
preocuparse por absolutamente
nada en el futuro. Read the latest
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Juan no esperaba que la joven regordeta frente a él también tuviera un sueño de casarse en una familia riga. Para hacerla consciente de la para de crueldad del mundo y despertarla temprano, le dijo en voz muy baja:
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-Señorita, te contaré un secreto.
La niñera lo escuchó atentamente.
-¿Qué secreto?
-El señor, a él no le gustan las mujeres.
¡La niñera estaba muy sorprendida! No esperaba que al presidente del poderoso grupo Ferrer no le gustaran las mujeres, ¡sino
precisamente los hombres!
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