Capítulo 0170

Luis entendió claramente lo que Silvia quería decir:

-Descansa bien, deja que yo me encargue de esto.

Después de hablar, llamó al médico para que revisara a Silvia una vez más. Una vez que se aseguró de que no hubiera ningún problema, se despidió y se fue.

Cuando Julio llegó después de terminar su trabajo, Luis ya no estaba. Lo acompañaba David. Mientras la enfermera le cambiaba el respectivo vendaje a Silvia, los dos hombres se quedaron afuera en el jardin del hospital.

David estaba muy confundido:

-¿Cómo pudo ocurrir un accidente de repente? ¿Han-encontrado al responsable y al vehículo?

Julio le contó a David sobre todo lo que pasó. David quedó bastante sorprendido:

-Este tipo Luis realmente tiene algunos trucos bajo la manga, logró adelantarse a ti.

Al escuchar eso, Julio de repente le preguntó:

¿Crees que es mejor que yo?

Después de todo, Luis era la primera persona a la que contactó Silvia después del accidente.

David se quedó atónito por un breve momento. Cuando se dio cuenta, no pudo evitar sonreír:

-Julio, ¿cómo él, podría compararse contigo? No importa cuánto talento tenga, al final, ¿no eres tú quien tiene el control de todo aquí?

Julio lo escuchó en completo silencio, sin mostrar mucha alegría. El viento frío soplaba en su rostro, llevando consigo una ligera Ilovizna.

-¿Sabes qué? Después de que Silvia tuvo problemas, la primera persona que contactó fue precisamente a él.

David se sorprendió un poco y luego le dijo:

Probablemente sea porque él sabe cómo halagar a la gente. A las mujeres les gustan las palabras dulces y delicadas. Además, ese muchacho tiene bastante cara de zorro viejo.

Julio era muy apuesto. Si tuviera que compararlo, sería como una deslumbrante flor de la montaña que solo se podía admirar desde lejos.

En cambio, Luis no solo era guapo, sino que también tenía un toque de malicia. Era como un verdadero zorro. La mayoría de las mujeres no podían resistirse al encanto de ese tipo de muchachos guapos.

David despreciaba a hombres como Lails. Por fuera Juelan muy bien, pero por dentro eran

bastante débiles.

Ya es muy tarde, deberías irte-le dijo Jullo.

David se sintió incómodo. ¿Acababa de llegar y ya lo ostaba echando?

Está bien.

A regañadientes, se marchó.

Antes de irse, él no pudo evitar mirar justo en dirección a la habitación de Silvia.

Julio salió de la habitación. Silvia estaba descansando en la cama, justo cuando miraba hacia la puerta, encontrándose con la mirada de él.

Hoy, el traje del hombre estaba un poco arrugado, y se podía ver vagamente algo de barba en su mandíbula. Julio era muy pulcro con su presentación, y Silvia nunca lo había visto tan descuidado.

El pareció darse cuenta de la perplejidad de Silvia y se acercó directamente,

-He mandado a traerte el desayuno.

Sin preguntar sobre Latis, Julio echó un ligero vistazo al traje que ella había dejado a un lado, y luego se sentó en la silla junto a ella.

Silvia notó de inmediato las cicatrices en la parte posterior de su mano cuando él sacó la silla.

-¿Tus manos?

Las manos de Julio siempre habían sido muy bonitas, ¿cómo era que ahora tenían tantas. cicatrices?

-Son solo unas pequeñas heridas le dijo Julio sin importancia alguna mientras se sentaba.

Silvia ni siquiera había pensado que las heridas en sus manos eran el resultado de sacarla a través de la ventana rota.

-El médico dijo que fuiste tú quien me trajo al hospital. Gracias.

Silvia no mencionó para nada a Luis, temiendo que Julio se enojara.

-Tu eres mi esposa, es lo que debía hacer el tono de Julio en ese instante era mucho más

suave.

-Esta vez...

Julio no había terminado de hablar cuando Silvia de inmediato le dijo:

Fue un accidente.

+15 BONUS

Ella sabía muy bien lo mucho que Julio valoraba a Natalia, si le decía la verdad, él seguramente la defendería.

Julio la miró profundamente, sin cuestionar sus palabras.

Después de que llegara el desayuno,

indeh

lo comieron juntos. Terminado desayuno, Julioend mostró signos de

querer irse, se quedó muy juicioso en la habitación del hospital trabajando.

Silvia tenia que quedarse en observación en el hospital.

Al llegar la noche, afuera la oscuridad era hermosa y bastante desolada, Silvia había estado leyendo por mucho tiempo, y al ver que Julio no se había ido aún, se quedó dormida totalmente exhausta.

En sus sueños, volvió a ver de nuevo a Mateo. El hombre la miraba m fijamente con los ojos desorbitados,

sosteniendo con rabia un cuchillo en su mano, apuntando directamente a su

garganta.

-¡No!

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