EI Centímetro
EI Centímetro 213

Capítulo 213

“¡Claro que si, cuñada! Gracias por querer a mi hermano y por aceptarlo.”

Con esas palabras, Lilia levantó un vaso de jugo con mucho respeto hacia mí, con los ojos llenos de lágrimas. En ese instante, mis ojos también se llenaron de un súbito ardor, pero sonreí y le dije: “Mira lo que dices, como si tu hermano no tuviera quien lo quiera.”

Lilia frunció el ceño, tomé el jugo de sus manos y le di un sorbo.

El sabor puro y claro del jugo realmente me llenó la boca, era la primera vez que degustaba un sabor tan dulce y puro.

Definitivamente era agua de manantial, agua celestial, fuera de lo común.

*Cuñada, por mí mi hermano ni siquiera busca novia, teme que la mujer con la que se case no me quiera, que me desprecie…” Lilia no terminó de decir lo que pensaba cuando de repente se detuvo.

Entendí por qué se calló de repente. Temía que Jorge no me hubiera contado sobre su enfermedad, temía que al saber que estaba enferma, yo despreciara a Jorge.

No pude evitar tomar otro sorbo de jugo antes de preguntar: “¿Despreciarte por estar enferma? ¿Acaso me ves como alguien tan superficial?”

Con esa frase, hice sonreír a Lilia, también la tranquilicé.

Pero ella me preguntó de nuevo: “Cuñada, ¿mi hermano te contó sobre mi situación?”

“Por supuesto, si no, ¿por qué iba a venir desde tan lejos? Vine especialmente para verte y luego…” Miré a mi alrededor y negué con la cabeza sonriendo.

Los hermosos ojos de Lilia me miraban, muy curiosos: “¿Y luego qué?”

Podía sentir que esta jovencita era muy sensible, especialmente en lo que respecta a su hermano, así que dije lo que había guardado: “Luego llevarte conmigo, pero viendo tu vida aquí, como en un paraíso terrenal, siento que no tengo derecho a llevarte.”

Aunque también tenía un lugar donde ella podría vivir, protegida del viento y del sol, pero ¿qué clase de casa sería esa, que parece más una jaula, comparada con la libertad de ese lugar? En aquel entonces entendi por qué Jorge la dejó aquí sola y no se la llevó.

Allí había montañas y agua, lo más reconfortante para el corazón, lo mejor para el

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alma

“Si quieres llevarme, yo me voy.” Lilia aceptó sin dudarlo.

Me quedé sorprendida por un momento: “¿De verdad dejarías este lugar?”

Ella no dijo nada, simplemente tomó su vaso de jugo y tomó un par de sorbos. Viendo su comportamiento, supe que estaba indecisa, no quería dejar esa libertad, pero parecia querer irse.

Probablemente todas las personas fueran así, se tiene lo que se necesita pero se quiere más. No por avaricia, sino por la naturaleza humana, el deseo de explorar.

El cuerpo de Lilia la obligaba a no poder ir a donde quisiera como las demás chicas, tal vez la vida celestial que yo envidiaba era la prisión que ella creía tener.

Lilia me comentó: “Cuñada, quiero tratarme, quiero mejorar, no quiero que mi hermano se preocupe más por mi.”

Ya que ella abordó el tema de su enfermedad, también pude seguir hablando: “¿Tu hermano no te ha llevado a los médicos?”

Cuando hice esa pregunta, pensé en el acuerdo que tenía con Jorge, yo pagaría el tratamiento de su hermana y él me pagaría con su cuerpo.

“Lo hemos hecho, pero dicen que necesito un trasplante de corazón.” Lilia mordió su labio antes de seguir: “Pero la cirugía es muy riesgosa, y además mi tipo de sangre es muy especial, mi hermano… tiene miedo de arriesgarse.”

Mi mano que sostenía un vaso de jugo temblaba ligeramente, no podía creer que Jorge no quisiera operar a Lilia por miedo a un accidente. ¡Debía tener mucho miedo de perderla! De lo contrario, ¿cómo podría no arriesgarse a intentarlo? Aunque sin la cirugía, Lilia podría estar en peligro en cualquier momento, pero mientras no se altere o se emocione demasiado, seguiría viva. Pero si se realizaba la cirugía, aunque había esperanzas de éxito, si algo salia mal, perdería a su hermana para siempre. Mi corazón dolió como si algo lo mordiera.

“Tu hermano teme que te pase algo.” Expresé lo que Jorge pensaba.

Lilia asintió: “Lo sé, pero quiero estar bien, no quiero que mi hermano se preocupe por mi todos los dias.”