Capítulo 123

capitulo 123

“Está bien, es mucho más fácil si solo lo investigamos. Debería poder comunicarme contigo mañana porla mañana.

“Está bien, gracias de nuevo”.

“No hay necesidad de estas formalidades. Asegúrate de descansar temprano y no te preocupesdemasiado. No le harán nada a la tía Tonya.

Sylvia hizo una mueca y respondió: “Está bien”.

En la residencia de los Carter, cuando Odell llegó a la sala de estar, vio a la señora Carter sentada solaen el sofá.

Frunció el ceño y preguntó: “Abuela, ¿dónde están Liam e Isabel?”. La señora tenía una mirada furtivaen sus ojos cuando le informó: “Deberían estar jugando en su habitación”.

Odell caminó hacia su habitación.

Antes de llegar a la puerta, pudo escuchar a Isabel quejarse desde adentro: “¡Voy a convertir a lamalvada en una tortuga! O lo convertiré en un cachorro…”

Estaba ocupada lanzando un hechizo sobre él.

Sin pensarlo más, empujó la puerta para abrirla. Isabel, que estaba en el suelo y hablando mal de él,inmediatamente cerró los labios. Liam se colocó frente a ella, temiendo que Odell la agarrara y le dierauna dura lección.

Sin embargo, Odell entró y con indiferencia acercó una silla para sentarse frente a ellos. Él preguntó:“¿Ya cenaron ustedes dos?”

Isabel se dio la vuelta con esnobismo. “¡Hmmph!”

¡Ella lo ignoró!

Odell frunció el ceño y se volvió hacia Liam.

Liam respondió: “He comido”. “¿Qué comiste?”

“Alimento.”

Odell no tuvo respuesta a eso. Miró el reloj de su muñeca para ver qué hora era.

Después de eso, tomó un libro de la estantería a su lado.

Miró a Liam e Isabel, luego tosió suavemente y anunció con rigidez: “Siéntate. Déjame contarte uncuento para dormir”.

Isabel hizo un puchero y objetó: “No quiero escuchar tu historia”.

Odell enarcó las cejas. “Entonces, puedes dormir conmigo esta noche”. Isabel inmediatamente cerró loslabios y se aferró al brazo de su hermano con todas sus fuerzas. ¡Lo único más aterrador que escucharsu cuento antes de dormir era tener que dormir con él! Odell sonrió con satisfacción y procedió a leer ellibro de cuentos. Mientras tanto, Ben, el guardaespaldas, salió del otro extremo del pasillo y llegó a lasala de estar. Le devolvió el teléfono móvil a Madame Carter. La señora preguntó: “¿Odell seenteró?” Ben respondió: “Los niños reaccionaron muy rápido, por lo que el Maestro Carter no notónada”. Madame Carter dejó escapar un suspiro de alivio.

Una hora más tarde, después de persuadir con éxito a Liam e Isabel para que se durmieran, Odell dejóel libro de cuentos y los llevó a la cama uno por uno antes de cubrirlos con una manta. Luego, volvió asu dormitorio. En comparación con la habitación cálida y acogedora que compartían los niños, suhabitación estaba vacía y carecía de cualquier apariencia de hogareño.

Una brisa fría soplaba desde el balcón. Odell frunció el ceño y fue al balcón. Iba a cerrar la puerta queconectaba el balcón con el dormitorio, pero se encontró saliendo al balcón y mirando hacia el norte. Erauna noche fresca y muchas casas hacia el norte todavía estaban iluminadas por una serie de lucesinteriores brillantes, incluida la casa donde vivía Sylvia. Ya habían pasado algunos días, pero la mujeraún no había venido por Isabel y Liam. Tampoco parecía que fuera a acudir a él para disculparse. ¿Iba arenunciar a ellos?

Odell lucía una mirada estoica. Procedió a recoger un binocular que había quedado en la esquina y loapuntó hacia el lugar de Sylvia.

Tenía curiosidad por ver qué la mantendría despierta por la noche. ¿Trajo a Tristan a casa para pasar lanoche con ella? ¡Esta mujer debe haber renunciado a sus hijos!

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