Capítulo234
– Buenos días, Señor Ximénez y Señor Hernández.
Una voz melodiosa y encantadora llegó como campanillas tintineantes al oído de los allí presentes.
Alejandro dio un respingo y alzó la mirada, sólo para ver a la mujer sentada en la pequeña van, era nada más ni menos que la mismísima Clara Pérez.
Un estremecimiento recorrió el corazón de Alejandro, mientras una corriente cálida fluía por sus
venas.
Incluso ayer, esta mujer le infligió una humillación tan dolorosa como una herida abierta. Pero al verla nuevamente hoy, los recuerdos se reiniciaron, como si hubiera perdido la memoria de lo que
sucedió ayer.
Todos quedaron perplejos, y Leona no pudo contenerse y preguntó: – ¿Cómo has entrado aquí?
– Yo soy una miembro VIP aquí, entré por la puerta principal, como todos ustedes y sin
–
problemas. – dijo Clara con una mirada de desdén.
Los ojos de Leona estaban llenos de furia, y su mejilla se puso roja por el dolor ardiente que regresó
como un reflejo condicionado.
Desde aquel día en que esta mujer la había dado su merecido, incluso ver pantuflas le traía
secuelas de aquel suceso.
La expresión facial de Ema también cambió drásticamente.
En cuanto a la esposa del alcalde, sus ojos se fijaron en Clara.
¿De dónde ha salida esta aristocrata? Encaja perfectamente con su gusto estético, ¡era el tipo ideal
para su futura yerna!
Aarón fue el primero en bajar del vehículo y tomó la mano de la señorita para ayudarla a salir.
Hoy Clara llevaba un conjunto de golf en tonos suaves de color azul claro, y su rostro delicado y
encantador resaltaba aún más bajo el sombrero de visera blanco. Debajo de su falda corta, unas
piernas preciosas, esbeltas y elegantes, se dejaban ver cuando la brisa movía el dobladillo de la
falda, irradiando juventud y vitalidad.
Sorprendentemente, junto con el Señor Hernández, que llevaba una camiseta de polo del mismo
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Los ojos de Alejandro se entrecerraron ligeramente, y una sensación ardiente surgió repentinamente de su corazón.
En realidad, era innegablemente hermosa.
¡Qué coincidencia encontrarte aquí, Señorita Pérez! – respondió Enrique sorprendido, pero con
sonrisa acogedora.
– No es una coincidencia, Señor Hernández.
–
Con las manos detrás de la espalda y entrecerrando sus hermosos ojos, Clara dijo: – Vine
especialmente para ver al alcalde Ximénez.
–
– ¿Qué? – Enrique frunció los ceños repentinamente.
Alejandro sintió su corazón apretado, sus rasgos tallados en frio se volvieron aún más gélidos.
Después de varios encuentros, él ya conocía el estilo de hacer las cosas de Clara, y la descripción
de astuta y engañosa era más que adecuada.
Ella no aparecería sin ninguna razón, y si lo hacía, era seguro que algo importante iba a suceder.
¿Acaso…?
– Señor Ximénez, he oído que usted ha asumido el proyecto de Ciudad Próspera en la ciudad de México y está buscando socios adecuados para una colaboración mutuamente beneficiosa.
Clara sonrió con clama, sus hermosos ojos brillaban con una ambición segura y decidida: – Me
interesa mucho este proyecto y espero poder colaborar con usted, Señor Ximénez, para construir
la Ciudad Próspera juntos.
La pareja Hernández se quedaron en blanco por un momento, estupefactos.
El alcalde Ximénez también estaba confundido, mirando primero a Enrique y luego a Alejandro.
Alejandro miraba fijamente a Clara, sin pestañear, sintiendo un fuego ardiente en su garganta y su
lengua seca.
Sin embargo, Clara parecía ser tan tacaña, incluso para mandarle una mirada a él.
–
Señorita, ¿quién es usted? – el alcalde Ximénez estaba confundido.
Dijo Clara con una leve sonrisa, extendiendo su delicada mano derecha: – Señor Ximénez,
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Al principio, el alcalde Ximénez no mostró mucho interés en el nombre desconocido.
Pero al siguiente instante, ella añadió con una sonrisa: – De hecho, mi padre es Julio Pérez, el
presidents del grupo KS en Valencia.
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