Capítulo422
Al día siguiente por la noche, en una lujosa suite de un hotel.
Una pareja estaba teniendo relaciones sexuales.
-Oh mi lider, eres realmente increíble-decía Rosalía mientras ella y Manuel González estaban
entregados a la pasión y lujuria.
Manuel no dejaba de susurrar obscenidades mientras Rosalía se esforzaba en complacerlo, aunque
en su interior ansiaba que él terminara pronto.
Para alcanzar el puesto de directora de la sección de noticias, Rosalía había tenido que vender su
cuerpo como mercancía barata una y otra vez.
Justo en medio de su pasión, la puerta de la habitación fue violentamente abierta.
Rosalía soltó un grito y rápidamente se desentendió del anciano para esconderse bajo las sábanas.
Manuel estaba desnudo y apresuradamente se puso sus calzoncillos antes de mirar hacia la
puerta, donde quedó completamente impactado.
-¿Esposa?
-Manuel, ¿esta es la zorra diminuta que tienes afuera? -la esposa de Manuel miró despectivamente a Rosalía.
La esposa de Manuel tenía una altura de 1.75 metros y una complexión más robusta que la de una
mujer común.
Ella se quitó el abrigo, revelando sus robustos brazos, lo que hizo que Rosalía temblara de pies a cabeza. -Pensé que sería alguien hermosa, pero ¿realmente crees que vale la pena engañarme con
esta mujer? ¡Bien fea la pinche pendeja sí que esta!
Antes de que terminara su frase, la esposa de Manuel avanzó rápidamente hacia ella y agarró su cabello para sacarla de la cama, luego le propinó tres fuertes cachetadas que le hicieron sangrar
sus labios.
-¡Manuel, ayúdame! ¡Por favor, sálvame! -Rosalía lloraba y gritaba de dolor mientras su cabeza le
dolía intensamente.
Sin embargo, Manuel no se atrevió a intervenir, estaba temblando de miedo y se mantenía sumiso
En ese momento, dos imponentes quardaespaldas entraron a la habitación
-Vengan todos y asistan a este espectáculo! ¡La tercera en discordia sin vergüenza recibiendo su buen merecido! ¡Atrapados en el acto carnal’ Vengan a ver a esta desvergonzada el asistente
sostenía su móvil y grababa todo frenéticamente.
La transmisión en vivo de la escena se difundió inmediatamente.
Tanto Manuel como Rosalía se quedaron atónitos.
-¡Manuel, arrodillate ante mi!
La esposa de Manuel gritó y él rápidamente se arrodilló,
-En el pasado, cuando fracasaste en tu inversión, fue mi familia quien te proporcionó los fondos
para iniciar tu negocio y llegar a dónde estás ahora.
La esposa de Manuel miraba con odio y desprecio, luego le propinó un puntapié en el rostro, y la transmisión en vivo se llenó de comentarios de apoyo mientras el escándalo se volvía viral.
-Ahora eres el líder de la compañía después de ganar algo de dinero, pero luego comienzas a buscar a una tercera en discordia, jugando con otras mujeres. Si no fuera por mi apoyo en aquel
entonces, seguirías siendo un inútil!
-Lo siento, fue mi error-repetía Manuel mientras su imagen de líder imponente se desmoronaba
por completo.
Rosalía, llorando y con las manos en el rostro, se arrodilló frente a la esposa de Manuel, sin
entender cómo se había descubierto su relación clandestina que había durado casi dos años.
Habían mantenido su aventura en secreto todo ese tiempo, ¿cómo habian sido descubiertos de
repente hoy?
Luego, los dos guardaespaldas procedieron a golpear brutalmente a Manuel, mientras que la
esposa de Manuel se encargaba de Rosalía con maña
Finalmente, Manuel estaba golpeado y amoratado, y fue escoltado por los guardaespaldas sin
tiempo para vestirse.
Rosalía quedó sola, acurrucada en un rincón, con el rostro ensangrentado y el cabello desaliñado,
al borde del colapso mental.
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-¿Te preguntas cómo supe de tu aventura con Manuel? -la esposa de Manuel la miró desde lo alto con desprecio, esto es totalmente culpa tuya. Piensa en lo que has estado haciendo últimamente, a quiénes has ofendido. Reflexiona sobre eso.
Después de decir eso, la esposa de Manuel la escupió con desprecio y se marchó con arrogancia.
El silencio llenó el aire.
A Rosalía le temblaba todo el cuerpo, esforzándose por recordar todo lo que había hecho
recientemente y a quiénes había ofendido.
De repente, un nombre parpadeó en su mente como un relámpago.
-Clara, ¿fuiste tú?
Justo en ese momento, su móvil vibró dos veces en la mesita de noche.
Rosalía temblorosamente se levantó y agarró su móvil, abrió el correo electrónico que le habían
enviado, y encontró un archivo de audio adjunto.
Vaciló por un momento, y luego decidió reproducirlo.
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