Capítulo454

¡Alejandro tembló intensamente!

En algún momento fueron marido y mujer, pero ahora ella se encuentra enfrentada a él con un

cuchillo en mano.

La afilada hoja, de la navaja de mariposa aún no había tocado su piel, pero ya había atravesado su

corazón.

-La última vez que amenaza-e a alguien con un cuchillo fue a Rodrigo. Aunque él tuvo el buen

sentido de mantenerse alejado de mi-Clara inclinó la cabeza, sus ojos fríos y desprovistos de

piedad o deseo, -Imagino que te sientes tan puro, Alejandro, que no necesito apuñalarte para que

entiendas la situación.

-¿Qué tiene él que sea tan bueno? – Alejandro ignoró su amenaza y preguntó con voz ronca.

-¿Qué dijiste? – Ella parpadeó, sorprendida por un momento.

-Pol. ¿Qué tiene de bueno? – Alejandro con los ojos enrojecidos se acercaba paso a paso.

Incluso sabiendo lo que ella tenía en su mano, incluso sabiendo que era capaz de cualquier cosa,

no podía preocuparse por ello.

-Alejandro, ¡alėjate! – Clara abrió los ojos ampliamente, retrocediendo, pero el cuchillo de

mariposa en su pecho no se retiró ni un poco. -¿Crees que no me atrevo a tocarte?

-¿Por qué elegiste estar con él? ¿Fue solo para vengarte de mí?

Alejandro la miró intensamente, su voz temblaba y sonaba ronca. No notó que la punta del cuchillo

había perforado su traje y penetrado en su piel.

-¿Y si no estoy con él, debería estar contigo? ¿Por qué estás tan enojado? Clara encontró la

pregunta más ridícula para hacerle. -Además, no es como si no hubiera estado contigo. ¿No me

echaste a patadas hace tres años?

Cada palabra de Clara era como una puñalada en el corazón

Alejandro inhaló profundamente, sintiendo el dolor en su pecho arraigarse y extenderse por todo su cuerpo. Y, tristemente, todas sus palabras eran verdaderas. Eran crueles y dejaban a Alejandro impotente.

-¡Clara!

Clara sintió un apretón en el corazón, volteó la cabeza y vio a Pol, a solo unos pasos de distancia,

esperándola ansiosamente.

-Clara, todavía te sientes mal. ¿Puedo llevarte al hospital? – Pol extendió una mano con suavidad,

sus ojos llenos de preocupación.

En lugar de confrontar violentamente a Alejandro en frente de Clara, Pol optó por una estrategia

diferente: mostrarse cariñoso y protector, haciéndole saber a Clara quién es la persona que más la

cuida.

-De acuerdo. Vamos.

Clara, con gracia, guardó el cuchillo de mariposa y se dirigió hacia Pol sin mirar atrás. Parecía que

ya había tomado su decisión entre él y Alejandro.

Quién fue dejado atrás era evidente.

Alejandro quedó rígido en su lugar, en una situación triste y absurda.

Clara se acercó a Pol, pero no le tendió la mano para que él la tomara. Su tono era suave mientras

decía: -Vámonos.

Las yemas de los dedos de Pol temblaron ligeramente mientras retiraba su mano, -De acuerdo.

Ambos caminaron lado a lado, como una pareja perfectamente a juego, y se marcharon sin

preocuparse por la mirada desolada de Alejandro.

No fue sino hasta que el pasillo quedó vacío que Alejandro alzó lentamente la mano para cubrir la

herida que no sentía dolor, su mirada reflejaba angustia.

-Clara, solo quiero que me mires.

Pol llevó a Clara rápidamente al hospital. Cuando llegaron a la entrada, ella ya no podía bajarse del

coche. Se aferró al abdomen con fuerza, con la mente en blanco, su rostro delicado y hermoso

completamente pálido.

Su estómago nunca había estado bien. Las secuelas de los días de médica en medio del caos de la

guerra habían perturbado su regularidad alimenticia.

-¡Pol! ¡Voy a buscar una silla de ruedas de inmediato! – Su secretaria estaba sudando de

preocupación.

-No es necesario, yo lo hago.

Pol salió primero del coche, se inclinó y sacó a Clara del vehículo en sus brazos. Rápidamente,

caminaron hacia el hospital.

-Duele-Clara respiraba ligeramente, débilmente apoyada en él.

-Clara, la última vez me dijiste que no te abrazara sin permiso.

Pol sostuvo su cuerpo delicado con firmeza, como si quisiera que ella se fundiera en su pecho.

Pero no tengo opción esta vez, Clara. Por favor, no me culpes, ¿de acuerdo?

Su tono estaba lleno de ternura, con un matiz de persuasión.

Su secretaria, al lado, estaba atónita. Pol, conocido por su frialdad y falta de emociones, ¿cuándo se

había vuelto tan tierno y sumiso con una mujer?

Después de una noche de sufrimiento, finalmente pusieron un suero intravenoso a Clara, quien finalmente cayó dormida en la cama del hospital.

Quizás debido a los lazos de la infancia o debido a su agotamiento, a pesar de su naturaleza cautelosa hacia los hombres desconocidos, esta vez Clara permitió a Pol permanecer a su lado.

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