Capítulo493

Una vez más, esa mirada que no distingue entre humanos y demonios, como si viniera de un

campo de batalla ensangrentado y lleno de violencia.

Enrique contuvo la respiración, sus labios temblaban.

En aquel entonces, cuando se lanzó desde el edificio, el joven Alejandro abrazó el cuerpo

ensangrentado de su madre mientras miraba a su padre, que llegaba tarde, con la misma mirada

en los ojos.

Sentía repugnancia, odio, pero aún más, sentía miedo.

Ahora, ¿realmente iba a enfrentarse a su propio padre por el bien de la simple Clara?

Ema y Leona inicialmente, querían venir a burlarse de Alejandro, pero en cambio, se asustaron.

Estaban tan atemorizadas que ni siquiera se atrevían a respirar.

Alejandro cerró los ojos y respiró profundamente, sintiendo que ya no había necesidad de decir

más palabras innecesarias. Se dio la vuelta para irse.

-¡Alejandro!

La voz ronca de Enrique pronunció su nombre, su voz temblaba, -¿Estás protegiendo a la hija de

los Pérez… estás desafiando a tu propio padre? No olvides tu apellido, no olvides de quién tienes la

sangre corriendo por tus venas. Y no olvides que, si no fuera por mí, ¿cómo podrías haber llegado a

lo más alto? ¿Cómo pudiste tener poder en la familia Hernández?

Un discurso tan trillado, sin nada nuevo.

Alejandro escuchó sin emociones en su corazón, e incluso se sintió hastiado.

-Llegaste hasta aquí porque eres mi hijo. Si te atreves a desafiarme… ¡créeme, te haré caer de tu

posición como CEO! ¡Créeme, te convertiré en nada! -gritóEnrique, estaba completamente

histérico.

Incluso Ema, como su esposa, rara vez lo había visto tan enfurecido.

-Si quieres hacerlo, entonces hazlo. Si realmente tienes el coraje-Alejandro giró lentamente la cabeza, su mirada parecía haberse separado del mundo, llena de determinación y decisión. Por ella, no me importa enfrentarme a toda la familia Hernández.”

Alejandro acababa de salir de su estudio cuando sus anchos y rectos hombros se hundieron,

sintiendo como si su alma se hubiera vaciado por completo.

-Alejo

Una voz suave se hizo presente, y levantó la mirada con los ojos enrojecidos para encontrarse con

Fernando parado frente a él.

Hasta hace un momento, estaba completamente inmerso en sus propias emociones complicadas y

no se dio cuenta de que había alguien en el pasillo

El anciano no se había cambiado de ropa de dormir y aún llevaba la misma túnica que cuando

llegó, parecía que no tenía intención de pasar la noche en la Mansión Mar

Desde que su abuela se fue y Enrique se casó con Ema, él sintió que este lugar ya no era su hogar.

-Abuelo…

Alejandro habló en voz baja, pero se dio cuenta de que su voz estaba muy ronca, incluso tenía un nudo en la garganta.

-Escuché todo lo que dijiste en el estudio con tu padre.

Fernando estaba sentado en su silla de ruedas, no era conveniente para él ponerse de pie, así que Alejandro se inclinó obedientemente para que su abuelo pudiera tocarlo.

-Aunque contradecir a tu padre no es un comportamiento educado, pero, esta vez, ¡tanto tú como yo queremos ir juntos!

El viejo señor le dio una palmada reconfortante en el hombro. -No quiero que ese tal Hugo entre en la familia Hernández. Tu pensamiento es correcto, las personas que solo buscan beneficio no se ajustan a nuestra cultura empresarial. No te preocupes, aunque me haya retirado, aún no me he retirado por completo. Si tu padre sigue insistiendo, saldré y lo detendré.

-Abuelo, como gerente déjeme decirle que esta es una cuestión que debo manejar personalmente. Deberías disfrutar de tu vejez y no preocuparte por estos asuntos complicados-Alejandro no quería tener que involucrar a su abuelo en estas pequeñeces, eso sería realmente triste.

-No importa, no me importa ya. Aprovecha lo que aun tienes. Eh, eh… -Fernando parpadeó con entusiasmo y preguntó, -hace un momento dijiste que ibas a proteger a Clara y que incluso te sentías atraído por ella… ¿acaso estabas hablando en serio?

Los ojos de Alejandro se tensaron y su corazón latía como un tambor

Después de un rato, tragó saliva y respondió con voz profunda -Fue algo que dije en el calor del

momento, sin pensar. No lo pensé mucho.

-Tsk, está bien, está bien. Si no quieres admitirlo, entonces haz lo que quieras- Fernando parecia

bastante decepcionado.

Alejandro frunció el ceño, con el puño apretado. -Abuelo.

-Vamos, llévame de regreso. Caminar solo es bastante aburrido, ¡háblame mientras me

acompañas!

-Esta bien.

Alejandro empujó la silla de ruedas y abuelo y nieto se dirigieron al otro extremo del pasillo.

Dándole la espalda, el anciano mostró una sonrisa llena de picardía. Muchacho tonto. Lo que dijiste fue sin pensarlo, eso es lo que realmente sientes en tu corazón.

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