-Sin embargo, sabes, te esmeraste mucho en la preparación, ¿por qué perdiste ante mi? – Alejandro, con ojos
estrellados y sus finos labios, trazando una elegante y burlona curva, respondió: -Incluso si juego trucos y
estrategias, es solo para ganar el favor de Clara. Pero tus
intenciones no son tan simples. Desde esta noche, sabiendo que Laura no se sentía bien, aun así,
insististe en llevarla al evento, estabas destinado a ser un perdedor bajo mis manos.
Con estas palabras, Alejandro se alejó a pasos agigantados.
Pol contuvo la respiración y su mirada se llenó de odio y rencor.
El banquete continuaba en un ambiente festivo y alegre.
Alejandro estaba contento en su interior y pensó en salir a fumar un cigarrillo como recompensa.
Apenas había salido de la sala de banquetes cuando escuchó un llamado melodioso detrás de él, lo
hizo que se tensionara y se diera vuelta de inmediato.
-¡Alejandro!
Alejandro sintió un nudo en la garganta.
Clara caminaba con gran prisa, tratando de alcanzarlo, con sus elegantes tacones de aguja, resaltando su esbelta
figura, como una brisa fresca y apacible.
Los brillantes y claros ojos de la joven se detuvieron en la mirada de él, su suave cabello se movía con gracia, sus
labios rojos eran tan tentadores como una rosa de medianoche, un deleite para los sentidos.
De repente, sintió un impulso abrumador.
Abrió los brazos y la envolvió en un abrazo apretado, aferrándola y besándola.
En un abrir y cerrar de ojos, Clará estaba muy cerca.
Los dos entrelazaron amorosamente sus miradas, durante un tiempo, y la temperatura en el aire comenzó a subir,
mientras escuchaban sus respiraciones entrecortadas por su apacible y cálido
beso.
No hubo coqueteo, ni palabras de amor, pero la atmósfera estaba llena de una tensión indefinida.
-No esperaba que esta noche prepararas un regalo tan especial para Luz- Clara aclaró la garganta ligeramente,
con destellos en sus hermosos ojos. -Puedo ver que, entre todos los regalos de cumpleaños, a ella le gustó más la
corona de fénix que le diste eclipsando el regalo que le di.
Alejandro palideció de repente y se apresuró a explicar: -Lo siento, solo pensé que a Luz le gustaría mucho este
regalo, no pensé tanto en ello. Clara, lo siento, nunca tuve la intención de robar tu protagonismo. Eres un ser
querido para Luz, estoy seguro de que tu regalo es el que más le
gusta.
-¿Podrías dejar de disculparte sin motivo cada vez que estamos juntos? ¿Cuántas veces debo
decirte, que no soporto cuando te disculpas como si te estuviera molestando constantemente?
Clara frunció el ceño con impaciencia y pasó su lengua por sus labios rojos. -En realidad, quiero
agradecerte por el regalo.
Los ojos oscuros de Alejandro se contrajeron profundamente.
Ella podía regañarlo, golpearlo, enojarse con él, y él podía soportarlo. Pero cuando ella de repente
le agradecía, se sentía un poco desconcertado, y en el fondo de su corazón sabía que ella le
pertenecía.
-Hace mucho tiempo que no veo a Luz, y sinceramente, hacía mucho tiempo que no me sentía tan feliz Clara
suspiró aliviada y sonrió con satisfacción. En este asunto, sin importar lo que pase, quiero agradecerte.
-En tu corazón, la familia siempre es lo más importante. Eso es maravilloso- Alejandro sonrió mientras sus ojos se
llenaban de profundo afecto y amor.
Clara sintió un estremecimiento en su pecho, un torrente de emociones la inundó.
Hubo un tiempo en el que tú también eras lo más importante para mí.
-Por cierto, Clara, ven conmigo- continuó Alejandro, sin poder evitarlo, tomó su pequeña mano. – Tengo otro regalo
para ti.
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