apítulo 701
Jimena estremeció su cuerpo al sentir algo frío, retrocediendo involuntariamente un paso hacia
atrás. Ante la mirada de todos, Clara, con sus cautivadores ojos y una sensación de frío que
emanaba de todo su ser, se acercó a ella.
A pesar de los tacones altos que llevaba, Jimena seguía siendo mucho más baja que la señorita
Clara. Tanto en su interior como en su aura, Clara era demasiado poderosa, lo que la hacía parecer
extremadamente frágil en comparación con ella.
-¿Qué estás haciendo? – balbuceó Jimena, su rostro palideciendo de miedo.
-No tengo ninguna intención maliciosa contra tí, solo vine a responder tus preocupaciones-dijo
Clara con calma, quitándose el gorro quirúrgico y dejando caer su cabello negro como la noche en
cascada, creando una belleza majestuosa. -El hombre en el que tanto piensas, Alejandro, ya no
está en peligro de muerte. No necesitas rogarle a Dios, por ello.
De repente, se acercó a su oído. -Después de todo, en lugar de rogarle a Dios, sería más eficaz
rogar por mí, no crees. Dado que él se lastimó por mí, tengo la capacidad de sanarlo y de ser
responsable de su vida. Así que no te preocupes, por él ya salió de peligro.
Jimena temblaba de rabia, su rostro reflejaba una gran ira, por la provocación de Clara. Resulta que
esta mujer había escuchado todo lo que había dicho afuera.
Cuando Jimena estaba considerando cómo responder, Rodrigo se acercó con los ojos brillantes. —¡
Clara! ¿Realmente, eres médica y puedes hacer cirugías?
-Sí-respondió Clara mientras se secaba el sudor de su frente con la mano. Había estado en una
larga batalla y estaba exhausta. -Soy bastante competente, en este campo de la medicina,
simplemente no me conocen lo suficiente.
Noa era una buena chica, ¿por qué tenía que fijarse en Rodrigo? Además de ser rico, él no tenía
ninguna otra cualidad.
Jimena estaba tan enfadada que deseaba que Rodrigo se callara de una vez.
De repente, se oyeron pasos apresurados en el pasillo.
-¡Julio! ¡Acabo de enterarme de que han llegado, lamento no haberles dado la bienvenida antes! Esteban, el
director del hospital, acompañado por el subdirector y dos expertos, se acercó a Julio y
Diego con entusiasmo y cortesía.
-Esteban, eres muy amable. Sabía que estabas ocupado, por eso no te avisé-respondió Julio, con
gran efusividad en su rostro.
Julio era una persona amable y sin pretensiones. Cuanto más alto era el rango de una persona, mayor era su
amplitud mental y mejor era su temperamento.
-Esteban, ven y mira, esta es mi querida hija, Clara-exclamó Julio, apresurándose a llevar a Clara a su lado, para
presentarsela al director. Siempre que tenía la oportunidad, presumía de su excepcional hija como si fuera un gran
tesoro. -Déjame decirte que te resultará increíble. ¡Clara es
increíblemente talentosa en medicina! Acaba de terminar una cirugía cerebral que duró más de
diez horas aquí mismo. ¡Mi hija realizó la operación ella misma! Es una gran eminencia como
doctora.
Esteban y el subdirector se miraron sorprendidos y luego miraron a Julio con asombro. -Julio, ¿
ella es realmente tu hija?
Julio frunció el ceño. -Sí, es mi hija. Mi amada y hermosa hija.
-¿No sabes quién es tu hija en realidad?
Julio estaba desconcertado. -¿Debería saber algo más?
Esteban tomó una profunda bocanada de aire y, con un profundo respeto, presentó a Clara una vez
más frente a todos los presentes.
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