Capítulo717

Recordando los tiempos en que no se habían divorciado, él nunca había sido paciente con ella. Le parecía lenta

cuando se bañaba, le resultaba molesto cuando se cuidaba la piel, e incluso cuando

ella preparaba meticulosamente una deliciosa comida, él pensaba que estaba desperdiciando su

valioso tiempo.

Esas imágenes de la vida cotidiana, esas escenas, volvían a él una y otra vez. Cada vez que una

imagen parpadeaba ante sus ojos, su corazón dolía intensamente.

La puerta del baño se abrió de repente.

Clara tenía el cabello largo recogido en una toalla blanca. Su rostro, fresco y delicado, con una leve

sonrisa y una tez rosada, estaba envuelto en un aura de vapor de agua, su aroma era cálida y,

refrescante.

Alejandro, en un instante, sintió que sus pupilas se contraían al ver ese rostro joven, hermoso y

lleno de vida. Su corazón latía con fuerza y su garganta se movía muy inquieta.

-Te ves mejor sin maquillaje-dijo él.

-Deja de hablar. Ya lo mencionaste la última vez. No digas tonterías-respondió Clara mientras

sostenía la toalla sobre su cabeza, con una expresión melancólica, antes de caminar hacia el sofá y

sentarse. Si no puedes alabar a la gente, entonces no te esfuerces. Siempre me veo bien, soy tan

hermosa como una diosa, solo realzo un poco mi belleza.

Alejandro se encontraba hechizado por su hermosa belleza. -Siempre pensé que eras hermosa.

-Cuando éramos pareja, en ese momento ya me considerabas hermosa-dijo él sinceramente.

-Alejandro, escucha lo que estás diciendo. ¿Realmente te crees eso? -dijo Clara con desdén. -Si

realmente piensas que soy hermosa, ¿por qué pasaste tres años sin ni siquiera mirarme?

Alejandro no pudo responder, después de todo, se había portado muy mal con Clara en el pasado.

Tenía que trabajar lentamente para ganarse su corazón de nuevo, pero al menos ahora sabía que

podía conmover el corazón de Clara. Todo iría mejorando con el tiempo.

-Estoy cansada. Deberías dormir también dijo Clara mientras se estiraba perezosamente y se

disponía a recostarse en el sofá.

Se escucharon golpes en la puerta y César preguntó con respeto: -Alejandro, ¿usted y la señorita

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Clara trunció el ceño y estaba a punto de hablar cuando Alejandro se adelantó: -No, sigue.

La puerta se abrió y César, acompañado por dos guardias de seguridad, entraron en la habitación, empapados en

sudor, llevando consigo una cama súper grande. Les costó mucho esfuerzo llevarla hasta la habitación. ¡Uffff…

pero ya estaban alli.

-Alejandro, compré la cama que preparaste para la señorita Clara-dijo César, respirando con

dificultad y limpiándose el sudor.

Alejandro, ¿qué estás haciendo? – preguntó Clara.

-No puedes dormir en el sofá, y no quieres dormir en mi cama, así que tuve que comprar otra para

ti-respondió Alejandro con calma y suavidad en su tono de voz.

Ella no podia dormir con tranquilidad y eso lo hacía sentir bastante incómodo.

Clara se enojó por su autoritarismo y se levantó, caminando hacia el lado de la cama grande y

golpeándola con fuerza con sus pequeños puños.

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