Capítulo71

Clara contuvo la respiración al romperse la pulsera.

El regalo que su abuelo le había dado, la pulsera que ella adoraba, ¡fue destrozada sin esfuerzo por

Beatriz!

En un instante, una furia ardiente invadió su corazón y Clara deseó despedazar los huesos de

Beatriz uno a uno, como esta pulsera destrozada.

-¡Beatriz!– Clara gritó furiosamente con los ojos enrojecidos.

Beatriz se sobresaltó, pero luego pensó en culpar a Clara.

-Irene, fui yo quien rompió la pulsera. ¿Qué puedes hacerme?

Aquí solo estamos tú y yo. Si digo que tú querías dañarme, adivina, ¿a quién creerá Alejandro?

Beatriz esbozó una sonrisa maliciosa, tomó los fragmentos de la pulsera de jade de la encimera y

extendió su delicada muñeca.

Clara supo de inmediato lo que Beatriz iba a hacer. Inhaló bruscamente, a punto de detenerla, pero

ya era demasiado tarde.

Ella observó impotente cómo Beatriz se cortaba la muñeca con los trozos de jade. Tal vez por su

falta de experiencia en autolesiones, evitó la arteria, pero sufrió una herida considerable y solo

brotó una gota de sangre.

Beatriz se asustó a sí misma, pero sabía que si quería culpar a alguien, debía hacerlo de manera

más convincente, o de lo contrario, la herida habría sido en vano.

Llorando y gimiendo, corrió fuera del baño.

Clara quedó aturdida por un momento, recogió los fragmentos rotos de la pulsera de jade uno a uno

y los apretó en su mano, sus ojos se volvieron cada vez más rojos. 1

Justo cuando salía del baño, la puerta del compartimento más interno del baño se abrió

ligeramente.

Beatriz, sosteniendo su muñeca ensangrentada, corría por el pasillo sollozando

desconsoladamente.

La subasta ya había terminado y los invitados VIP salían gradualmente de la sala. Al ver esta

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se alejaron, pensando que esta mujer estaba mentalmente desequilibrada.

-¡Alejandro, mamá, tía, ayúdenme!Beatriz balbuceaba y gritaba incoherentemente. O

Ella se convirtió en el centro de atención, justo lo que buscaba.

-Irene, si te atreves a sembrar discordia, te destruiré. A los ojos de Alejandro, te convertirás en una mujer envidiosa y maliciosa.

Ema y Ana, las dos hermanas, junto con Leona, llegaron apresuradamente al enterarse de la noticia. Las tres mujeres estaban llenas de sorpresa y sus gritos resonaban uno tras otro.

-¡Beatriz! ¡Mi querida hija! ¿Qué le pasó a tu mano? ¡¿Quién te hizo esto?!

Ana mostró una expresión llena de angustia y miedo, su rostro reflejaba una profunda preocupación.

Porque desde que Beatriz te seguía a ti, Irene, cuando dejaron la sala, ella sabía que su hija estaba yendo a enfrentar a esa mujer despreciable. Por eso reaccionó de inmediato, colaborando con

Beatriz.

Sin embargo, recordó que su hija siempre había tenido miedo al dolor. Cuando era pequeña, lloraba

sin cesar por una simple inyección. ¿Cómo se atrevió a hacerse esto tan doloroso…?

Cada vez se parece más a la joven Ema. En aquel entonces, su hermana utilizó esta estrategia de

acusaciones y autolesiones para capturar el corazón de Enrique y arrebatarle el puesto de la

esposa del presidente, que originalmente pertenecía a la madre de Alejandro, dejándola

completamente descorazonada.

Ahora, Beatriz está siguiendo los pasos de Ema y casi ha tenido éxito. En este momento crucial, no

se pueden permitir complicaciones innecesarias.

Irene, esta calamidad, debe ser tratada adecuadamente para que nunca pueda recuperarse.

Al ver que las personas a su alrededor empezaban a sacar sus teléfonos móviles para grabar,

Beatriz lloraba aún más fuerte, interpretando el papel de una víctima vulnerable de manera

convincente.

En ese momento, Clara se acercó a ellas con una expresión impasible, como un rayo de luz que se

abre paso a través de la oscuridad.

Su rostro resplandeciente se cubrió con una capa de helada frialdad, dejando a todos sin aliento y

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Casualmente, Alejandro y Rodrigo, con sus altas y elegantes figuras, se acercaban a ellos.

-Alejandro

Beatriz lanzó una mirada de descontento y pena a Alejandro.

Al ver la horrenda herida en su muñeca, Alejandro frunció el ceño y se acercó rápidamente a ella.

Ana, con una sonrisa maliciosa en la comisura de los labios, empujó a Beatriz con fuerza y la colocó directamente en los brazos de Alejandro.

-¿Cómo ha llegado a esto?– preguntó Alejandro urgentemente.

-Alejandro, me duele mucho la muñeca, ¿me voy a morir?– Beatriz lloraba en los brazos del

hombre, como un ave asustada.

-No, no te asustes tanto–dijo Alejandro, bajando las largas pestañas mientras observaba la horrible herida en su muñeca, frunciendo el ceño con fuerza. 1

Clara observaba con frialdad, y al presenciar esta escena, no pudo evitar reír.

El preludio ya había terminado, ahora comenzaba el acto principal: -La batalla entre la señorita

Pérez y la familia Sánchez.

En este momento, alguien sacó sigilosamente su teléfono móvil para grabar.

Rodrigo reaccionó rápidamente y envió a un grupo de guardaespaldas para alejar a las personas no

deseadas.

-¡Beatriz, Alejandro está aquí para protegerte! ¡Nadie se atreverá a hacerte daño!

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