Capítulo 678

Era una verdadera lástima que Jazmín no se quedara en el mundo de la música.

Su ausencia era una gran pérdida para el ambiente musical.

Así que, aunque ya había sido rechazado antes, Emiliano seguía sin rendirse y queria intentarlo una vez más.

Con los años encima, la edad y las enfermedades comenzaban a pasarle factura, y muchas cosas ya le resultaban difíciles de manejar.

Queria encontrar al sucesor más adecuado y capaz antes de retirarse.

Y para él, Jazmín era la candidata perfecta, la más idónea para continuar su legado.

“Ya te respondi esa pregunta hace tiempo. No me interesa unirme a ningún equipo ni organización,” la respuesta de Jazmín fue tan directa y firme como la primera vez, sin rodeos ni medias tintas.

Aunque Emiliano ya esperaba esa respuesta, su rostro pálido no pudo ocultar la decepción.

Guardó silencio por un momento, pero aún sin rendirse, volvió a intentar

persuadirla: “Sé que te gusta ser libre y no te agrada que nadie te diga qué hacer. Mira, si te unes a mí, podrás seguir haciendo lo que te gusta sin que nadie te moleste.

“Solo vivirías tu vida como siempre, solo tendrías que representarme en uno o dos eventos de vez en cuando, no te tomaría mucho tiempo.”

Zacarias, que estaba al lado, no pudo ocultar su sorpresa.

Levantó la vista y miró profundamente a Jazmín.

Lo que Emiliano estaba proponiendo no era simplemente tomar a Jazmín como discípula.

Claramente quería que fuera su sucesora, pasarle el manto a Jazmín.

Entre los discípulos de Emiliano, había varios músicos muy reconocidos. Incluso el hijo de Emiliano era uno de sus discípulos.

Zacarias había pensado que el sucesor sería sin duda el hijo de Emiliano. Pero ¿Emiliano estaba considerando a Jazmín para pasarle su legado?

¿Cuánto tenía que admirar a Jazmín para incluso dejar a su propio hijo de lado? Y para convencer a Jazmín, casi le estaba diciendo que solo tenía que llevar el titulo.

Emiliano siempre había sido una persona muy estricta consigo mismo, ¿cuándo había sido tan indulgente con alguien más?

“No serás mi discípula, sino nuestra líder, Emiliano seguía persuadiéndola, casi como un traficante tratando de engatusar a un niño, “Tú mandas, haces lo que quieras. Y además hay dinero de por media. Sé que no te hace falta, pero nunca está de más ganar un poco más.”

Zacarias:

Emiliano realmente estaba haciendo todo lo posible.

Si los demás discípulos se enteraran de que estaba prácticamente rogando a alguien para que tomara su lugar, ¿qué pensarían?

Jazmín miró al persistente anciano y frunció el ceño.

Pensó que, después de tantos años, Emiliano ya la habría dejado en paz.

Pero parecía que aún no se había dado por vencido.

“Emiliano, estás complicando a Jaz,” la puerta medio abierta del cuarto se abrió y entró una anciana de apariencia sencilla y elegante, de una edad similar a

Emiliano, con un aire muy agradable.

Zacarias la vio y de inmediato se acercó a saludarla con respeto: “Maestra.”

Jazmín se sorprendió un poco, pero también se levantó y saludó cortésmente: “Lidia.”

“Después de tantos años, Jaz, te has convertido en una joven tan hermosa,” Lidia se acercó y tomó cálidamente la mano de Jazmín, examinándola de arriba abajo con detenimiento, y dijo con cierta nostalgia, “Niña, ¿qué has estado comiendo para crecer así?

“Lo mismo que tú, Lidia, un poco de todo,” Jazmín respondió con una sonrisa.

Lidia la mantuvo cerca un buen rato, expresando su cariño y admiración.

Dejando a su propio esposo de lado por un momento.

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