Todo Por Amor By Victoria Selva Novel -
Capítulo 100
Capítulo 100 Solo sentía curiosidad
Sin siquiera armar un escándalo, Victoria hizo enfadar tanto a Alejandro que se marchó furioso. Cuando se fue con expresión sombría, cerró de un portazo y se sintió el fuerte golpe. Sin embargo, Victoria se limitó a encogerse de hombros y se acarició el vientre con dulzura mientras decía en voz baja:
-No te preocupes, bebé. Olvidate de él, ¿de acuerdo? Cuando crezcas, no serás como él. Solo tiene mal genio. -Tras murmurarle a su hijo no nacido, guardó sus pertenencias y se preparó para dirigirse a la compañía.
Mientras tanto, Alejandro escuchó que le sonó el teléfono en cuanto ingresó al garaje. Seguía enfadado con Victoria, así que tomó el teléfono con expresión sombría. No obstante, cuando vio la llamada entrante, su expresión despectiva comenzó a desaparecer, tras lo cual, atendió.
-Doctor Suria.
La persona que lo llamaba era Benedicto Suria, el médico de Griselda.
-Hola, señor Calire. La voz del doctor sonaba tan amable como se veía-. Soy el médico de la gran señora Calire. Benedicto Suria. Lamento llamarlo a esta hora, pero me gustaría que me cuente más sobre cómo ha estado este último tiempo. Si es posible, ¿podría traerla conmigo?
Alejandro frunció el ceño.
-¿Hoy?
-Si, señor Calire.
-Muy bien. Alejandro finalizó la llamada y se subió al asiento del conductor con los labios. fruncidos.
Al principio, pensaba que Griselda necesitaría un poco más de tiempo para descansar, no se imaginaba que Benedicto lo llamara tan pronto. -¿Es el destino o qué? Victoria preguntó por la abuela más temprano; ahora, recibo una llamada del doctor Suria. ¿Se supone que la situación se desarrolle de esta manera?». Mientras seguía sumido en sus pensamientos, miró por el espejo retrovisor y vio a Victoria que se acercaba.
Debido al clima frío, llevaba una chaqueta azul suelta de mangas largas con un suéter blanco, asi como también un pantalón claro y un par de zapatos beige bajos. -¿Desde cuando su estilo cambiò tanto?». Cuando Victoria pasó junto al auto de Alejandro, el bajó la ventanilla y la llamó. La mujer se detuvo de repente y lo miró.
-¿Qué ocurre? -preguntó.
Al ver la expresión indiferente de Victoria, Alejandro volvió a sentir que le clavaban una daga en el corazón. Luego, cerró los ojos y dijo:
-El doctor Suria acaba de llamar.
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Victoria, que en un principio parecía tranquila, se vio algo sorprendida cuando lo escuchó.
-¿Es el doctor de la abuela?
—Sí. —Alejandro la miraba fijo-. Quiere que llevemos a la abuela con él.
Ella no creía que recibiría noticias de Griselda tan pronto y seguía preguntándose por qué Benedicto no la había llamado más temprano.
debe -Por supuesto. Al parecer, la abuela se está recuperando bastante bien, así que creo que estar mentalmente sana hasta ahora. De todos modos, tú le dirás o lo hago yo? -Alejandro siguió mirándola fijo por un rato, así que ella agregó: Bueno, si estás ocupado, no tengo problema en decirselo a la abuela.
El hombre fingió una sonrisa y preguntó:
-Estás desesperada, ¿verdad?
-No–respondió Victoria, tras lo cual, ambos volvieron a quedarse en un silencio incómodo. Ella suspiró y preguntó-: Entonces, ¿se lo decimos juntos a la abuela? -Como Alejandro no dijo nada, ella parpadeó y dijo: ¿O quieres decirselo tú?
Sin embargo, el permaneció en silencio, solo miraba a la mujer de manera sombría. Después de un momento de vacilación, Victoria frunció los labios y expresó:
-Quizás necesites un poco de tiempo para pensarlo. Ahora vamos a trabajar. Se dio vuelta cuando terminó de hablar.
-Ven–la llamó Alejandro y dijo con desdén-: Se lo diremos juntos. Sube al auto.
-¿Me pides que me suba al auto?». Victoria le dio un vistazo al asiento del acompañante y pensó: -Para ser honesta, no quiero ir en el asiento delantero. ¿Puedo manejar?». Mientras ella permanecía quieta en el lugar, Alejandro frunció el ceño.
-¿Qué ocurre? -preguntó-. ¿No quieres llevarte bien conmigo? ¿Cómo lo vas a hacer sí ni siquiera aceptas que te lleve?
Enseguida, la mujer despertó de su ensueño y sonrió.
-Oh, no es nada. Solo me preguntaba cuándo deberíamos decirselo a la abuela -respondió mientras abría la puerta del auto.
En cuanto se subió, Alejandro pisó el acelerador y condujo a toda velocidad antes de que ella pudiera abrocharse el cinturón de seguridad. Victoria se sobresaltó ante la reacción inesperada del hombre, por lo que se dio vuelta y lo miró con desden. -Tranquila, Victoria. No tendras que soportarlo mucho más tiempo, una vez que se lleve a cabo la cirugia de la abuela, lo dejarás. Por favor, controlate y evita tener cualquier conflicto con el-. Despues del monologo donde se tranquilizaba, ella logro calmarse y, al final, se abrocho el cinturón de seguridad. Cuando terminó de hacerlo, escuchó la voz de Alejandro.
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-¿Por qué estás vestida así?
Si bien Victoria estaría mucho más tranquila si le hubiera hecho otra pregunta, de alguna manera, se puso un poco nerviosa al escucharlo. Miró a Alejandro para observar su reacción, se quedó algo estupefacta por cómo fue capaz de notar su cambio con tanta facilidad, a pesar cambiado su estilo de vestir hasta ese día.
-¿Qué tiene de malo mi atuendo? -preguntó fingiendo estar tranquila.
-Te ves… diferente -comentó él.
Se sintió un poco sofocada mientras intentaba responder.
-¿Por qué lo dices? ¿Debo apegarme a un solo estilo?
-Jamás había visto que te vistieras así antes.
de que no había
En realidad, Alejandro estaba más preocupado por cómo Victoria había cambiado de estilo sin
que
él lo supiera. Si bien no importaba qué clase de ropa usara, no podía aceptar el hecho de que no estaba enterado de cuándo cambió su forma de vestir.
-Bueno, eso no significa que no pueda probar nuevos estilos, ¿verdad? -respondió Victoria con indiferencia.
Alejandro no dijo nada más, parecía que estaba preocupado por sus propios problemas o cansado de entretenerla. Guardó silencio durante algo de tiempo y Victoria suspiró aliviada. Tal vez ya lo superó, ¿verdad?–. A pesar de que pensó en eso, el lenguaje corporal del hombre sugeria lo contrario, lo que hizo que Victoria pensara que sería mejor responder en lugar de mantenerse en silencio para evitar que dudara de ella.
Por lo tanto, decidió hacer algo al respecto cuando llegara a la oficina, asi Alejandro no pensaba demasiado en el cambio en su forma de vestir.
-¿Cómo está el rostro de Claudia? -preguntó antes de bajarse del auto.
-Nada nuevo–respondió Alejandro después de una breve pausa.
-Ya veo, pero ¿no dijiste que le quedaría una cicatriz?
-Sí.
-Entonces, ¿qué sigue?
En ese momento, ingresaron al estacionamiento poco iluminado; por consiguiente, Victoria no podía ver la expresión de Alejandro, solo escuchaba su voz de descontento cuando el auto se detuvo.
—¿A qué te refieres?
En realidad, ella le iba a preguntar cuándo y cómo debían ajustar cuentas, tras considerar el
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hecho de que el rostro de Claudia estaba cicatrizado. Sin embargo, antes de decir lo que pensaba, se tragó sus palabras porque pensó que era probable que se produjera una discusión entre ellos si hablaba. «Tal vez debería esperar hasta después de la cirugía de la abuela».
-No es nada. Solo sentía curiosidad -comentó ella tras fruncir los labios.
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