Capítulo 101 Cazar talentos

Mientras el interior del auto estaba en silencio, Bautista dirigió su atención a su alrededor sin continuar con la conversación. En cambio, le preguntó que le gustaría comer; sin embargo, Victoria no tenía apetito para otra comida que no fuera caldo de arroz. No obstante, como ya había comido eso con él esa noche, no creía que fuera apropiado sugerir volver a comer lo

mismo.

-Tú decides -dijo.

El hizo una pausa y se quedó algo perplejo ante la decisión de Victoria.

-¿Estás segura? No he vivido aquí durante años.

-No te preocupes -respondió Victoria con calma, pensaba que, de todos modos, no comería mucho. Luego, se le ocurrió algo y agregó: Escoge lo que quieras comer. Yo invito.

-¿En serio? -Bautista frunció los labios-. En ese caso, escogeré con cuidado.

Al final, escogió un restaurante occidental. Al llegar, Victoria se bajó del auto y vio de inmediato el

habia interior lujoso del lugar. Antes de que la familia Selva fuera a la quiebra, ella siempre frecuentado lugares como ese con sus mejores amigas, pero, después de eso, ellas la abandonaron, excepto Sabrina. En aquel entonces, Victoria era quien llevaba a Sabrina a restaurantes de primera clase, pero después de la quiebra, sus posiciones se revirtieron, aunque frecuentaban restaurantes menos lujosos.

La primera vez que fue a uno, Sabrina la miró con cautela y dijo: Victoria, solo puedo darme el lujo de invitarte a comidas como esta, pero no te preocupes, cuando sea adinerada algún día, te invitaré a un lugar elegante». Victoria no pudo evitar reir entre dientes de la alegria cuando lo recordó. A pesar de que no había estado en ningún otro establecimiento de clase alta desde fue a la quiebra, se sentía mucho más satisfecha que nunca. Además, estaba feliz de haber podido ver la sombría realidad cuando estaba en su punto más bajo, ya que lo consideraba parte de su

crecimiento.

-¿En qué piensas? –La voz de Bautista hizo que Victoria despertara de su ensueño.

-En nada. -Sonrió-. Solo recordaba algo interesante.

-¿Qué? —Arqueó una ceja.

que se

Ella se quedó en silencio en respuesta y le dio un vistazo a Bautista sin intención de compartir lo que pensaba. Por su parte, Bautista era un hombre que conocía muy bien sus limites, asi que no insistió con preguntas ni se inmiscuyó en los detalles.

Mientras ambos se sentaban y pedían la comida, Bautista le entregó el menú a Victoria y preguntó:

-Dale un vistazo y ve qué te gustaría comer.

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Ella estuvo a punto de decir que estaba bien con lo que fuera, pero enseguida cambió de opinión; no creia que fuera apropiado que hiciera eso. Después de todo, se suponía que debía mostrarle a Bautista algo de sinceridad por la fiesta de bienvenida que no salió tan bien como esperaba. Por consiguiente, escogió unos platos e hizo su pedido antes de devolverle el menú al hombre. Cuando Bautista le dio un vistazo al pedido, no pudo evitar mirar a la mujer de forma extraña.

-Parece que ahora prefieres la comida insipida, ¿eh? ¿Por qué tu dieta ha cambiado tanto?

-He estado probando una dieta ligera últimamente debido a mi salud -respondió Victoria sin ningún cambio de expresión.

Bautista sonrió y la miró en silencio, pero ella reconoció su mirada de inmediato. «Si no fuéramos amigos de la infancia, estaría desconcertada intentando descubrir qué trama, si no lo conociera tan bien».

-Si quieres, puedo llevarte al doctor después de comer -le sugirió luego de–un momento.

-No, gracias. Ya fui.

-Ah, parece que alguien ya creció y siempre me rechaza. -Bautista verificó otras casillas en la orden antes de entregarsela al camarero. Luego, pensó en algo y dijo: ¿Podría traerle un vaso de jugo a la dama?

-Por supuesto, señor.

Victoria se quedó atónita.

-¿Cómo supiste?

-No recuerdo con exactitud, pero bebiste dos vasos de jugo en la fiesta de bienvenida esa noche, ¿no? De todos modos, un vaso es suficiente, ¿verdad?

Antes de ir, Victoria no planeaba pedirse un vaso de jugo; por lo tanto, no le prestó atención al menú, pero Bautista la observó de cerca.

-Gracias.

-No tienes que agradecerme. A fin de cuentas, tú invitas.

Victoria se quedó sin palabras al instante, al final, recordó el motivo por el cual invito a comer a Bautista. Dios mio, comer en un restaurante como este puede que me cueste una fortuna-. Con el salario que ganaba, podia pagar la cuenta, pero, una vez que su bebé naciera, era probable que su carga aumentara. Después de todo, tendría que preocuparse por poner comida en la mesa para ella y su bebé, así como también pagar la educación de su hijo. Por ese motivo, considero importante comenzar a ahorrar.

No obstante, el solo pensar en ello fue suficiente para darle a Victoria un dolor de cabeza, puesto que no tenía la intención de volver a casarse con otro hombre Por lo tanto, se veria obligada a criar a su hijo sola, lo que significaba que tendria que buscar más fuentes de ingresos además de su trabajo.

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-¿Qué ocurre? No me digas que te arrepientes de invitarme una comida costosa aquí —dijo Bautista de manera inquisitiva cuando vio su mirada de preocupación.

Cuando Victoria salió del trance, lo primero que vio fue la mirada alegre del hombre.

-A juzgar por lo que te pagan en Grupo Calire, dudo que sea un problema para ti invitarme a almorzar.

-De ninguna manera. —A ella le resultó divertido lo que dijo.

Él tomó su vaso de la mesa y bebió un sorbo.

-Por los viejos tiempos, no me importaria contratarte si en Grupo Calire no te pagan suficiente -dijo de manera casual.

-¿Intentas cazar talentos para tu compañía?

-¿Yo? ¿Cazar talentos? -Bautista se sorprendió un poco al escucharla, pero en el fondo, sabia que Victoria tenia razón. Después de todo, era cierto que intentaba cazar talentos para su compañía, pero el talento que acababa de encontrar no era una persona común y corriente.

Si bien Bautista no lo admitió, Victoria se sintió un poco aliviada. «Si el motivo por el que se encontró conmigo hoy fue porque buscaba talentos para su compañía, supongo que no debería tener nada de qué preocuparme. Después de todo, no fue una coincidencia que nos encontráramos“. Cuando el hombre vio su expresión, su mirada se tornó sombría.

-Pareces nerviosa. Te preocupa que pueda tener sentimientos por

ti?

Victoria sintió que el hombre podía leerle la mente, por lo que parpadeó incómoda y lo negó de manera inconsciente:

-No, no me sentiría así. Después de todo, ¿por qué tendrias sentimientos por mi en primer lugar?

Bautista la miró con cariño y esbozó una sonrisa mientras se pellizcaba el puente de la nariz.

-¿Qué pensarías si te dijera que sí?

Victoria, que en un principio se sentía aliviada, pero se quedó atónita cuando escuchó lo que dijo.

-¿Qué? -Pensó que había escuchado mal mientras lo miraba fijo.

-¿Qué sucede? No me digas que te asustaste. -Bautista señaló la mesa con una mirada alegre.

Cuando Victoria vio la mirada del hombre, se dio cuenta de que bromeaba con ella. No solo le creyó la broma, sino que también se asustó. A pesar de que permaneció en silencio, se sintió mucho más tranquila que antes.

—No, pero creo que algunas bromas son inapropiadas entre amigos y deberían evitarse.

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Bautista sonrió, en su mirada se reflejaba el amor y la ternura.

-De acuerdo, dejaré de bromear.

Sin embargo, solo él sabía que ya no seria tan amable ni gracioso cuando volviera a mencionar el

tema.

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