Capítulo 103 Siempre serás la única a quien amo

A continuación, Victoria encontró un momento para ir al baño y aliviar la incomodidad. Cuando salió al pasillo, de manera inesperada, se encontró con alguien que conocía. Se detuvo de repente cuando vio con expresión sombría a la joven. Victoria no conocía a la muchacha, pero una vez se vieron en el hospital. Era la hija de Samanta, Sandra. Victoria se encontró con Samanta cuando fue al hospital para interrumpir su embarazo. Si no fuera por la situación de Sandra, era probable que Samanta le hubiera contado al mundo lo de Victoria.

Ver a Sandra le recordó el día en el hospital cuando la muchacha le dijo con firmeza a Samanta que estaba enamorada de alguien. En ese momento, no estaba sola, sino que había un hombre alto, esbelto y atractivo frente a ella. Este se detuvo para tomarla de los hombros, al parecer, le rogaba mientras hablaba: -Te lo ruego, Sandra. Por favor, aborta. Aún eres joven; no puedes abandonar tus estudios y tener un hijo ahora, ¿verdad? Además, no estoy listo para ser padre. Dame un poco más de tiempo y tendremos un hijo en el futuro, ¿de acuerdo?».

Victoria solo escuchó la conversación después de que se acercó a ellos y, cuando lo hizo, se quedó sin habla en el momento que miró el hombre. Sin embargo, ambos estaban tan absortos en su conversación que no se percataron de las personas a su alrededor. «¡Pero eso no fue lo que dijiste antes! ¿No fuiste tú quien dijo que nos casaríamos si me embarazaba? ¿No te gusto? ¿Qué tiene de malo en ser padre antes de tiempo?“.

«Si me gustas, Sandra, pero no les agrado a tus padres. Necesitamos tiempo para resolver esto. Piensalo. Si tienes un hijo ahora, a tus padres solo les disgustaría aún más. ¿Tendremos una oportunidad de estar juntos en el futuro?». El debió haberla influenciado con lo que dijo, puesto que la joven no respondió. Cuando el hombre alto notó su vacilación, insistió un poco más:

Mira, somos jóvenes y podemos tener un hijo cuando queramos en el futuro. ¿No dijiste qué harías lo que fuera por mi? Yo soy el culpable esta vez, pero solo esta vez… hazlo por mi, ¿de acuerdo?».

Victoria frunció los labios cuando se dio cuenta de que el hombre era una escoria. «¿A qué se refiere al pedirle que lo haga por él? Además, ¿intenta manipularla a que haga todo lo que quiera por él? Loco i*bécil». Sin embargo, ese no era un asunto suyo para que se entrometiera. Todos tenían que seguir su destino y camino. Victoria pasó junto a ellos de manera apática y, cuando se encontraba a cierta distancia, escuchó que la joven decía en voz baja: «D–de acuerdo… Haré lo que digas…..

Ella se detuvo de repente y suspiró en silencio. ¿Esto es estar cegada por amor?». A pesar de que juzgaba desde un costado, pensaba que la joven era lamentable porque se dejó engañar por el hombre. Pero ¿qué hay de mi? ¿Me he detenido a mirarme bien? ¿Parezco el hazmerreir, apegada a Alejandro y siendo su esposa de mentira?»,

Después de que Victoria regresó a la mesa, se sumió en sus pensamientos y comenzó a divagar. Cuando casi terminaron de comer, ella fue al mostrador para pagar la cuenta antes de irse.

Señorita, el caballero de su mesa ya pagó la cuenta le informó el personal.

Ella se detuvo un momento y preguntó:

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-¿Cuánto era?

Luego, regresó a la mesa y le dijo a Bautista que quería transferirle la cantidad que había pagado por ella.

-¿Quieres transferirme dinero? -El rio entre dientes y rezongó con pereza-: Puedes decirme que quieres mi número de teléfono. Nos conocemos hace muchos años para que andes con rodeos.

Victoria resopló después de un rato.

-¿Quién dijo que queria tu número?

-Entonces, ¿qué quieres?

-Acordamos que yo invitaba. –Levantó el mentón hacia su teléfono-. No es necesario que me des tu número. Solo muéstrame tu código de pago así puedo escanearlo.

Mientras ella hablaba, Bautista le apartó la mano extendida.

-Insististe en pagar la última vez. No tendré dignidad si pagas esta vez también. -La mujer frunció levemente el ceño-. Si aún te sientes mal por eso, deberías renunciar y venir a trabajar a Compañia Moreno.

-Ah… ¿No crees que te estás desviando un poco del tema?

-¿Si? Bautista bajó la mirada, al parecer, pensaba en algo-. Pero como dijiste, quiero robarte.

-¿Esperas que cambie de compañía con solo una comida? Buen intento.

Luego, guardó su teléfono y no insistió en transferirle el dinero. «Dejaré que pague si eso quiere. A fin de cuentas, al heredero de Compañía Moreno no le falta esta cantidad de dinero. Será mejor que ahorre por mi futuro hijo».

-De hecho, una sola comida podría no ser suficiente para convencerte. Parece que encontrarme contigo de forma accidental» más veces desde ahora, eh?

tendré

que

Victoria había notado que Bautista se habia vuelto mucho más alegre que antes. En el pasado, cada palabra que decía solo la hacía enfurecer. En aquel entonces, era una persona diferente, asi que debió haber madurado después de haber vivido todos esos años en el exterior. Unos minutos después, le ofreció llevarla de regreso a la compañía, ante lo cual, ella lo rechazó de inmediato.

-Está bien. La compañía no está lejos de aquí, así que puedo conseguir un taxi.

Bautista pareció desconcertado, pero no insistió, sino que se limitó a asentir y dijo:

>

-De acuerdo.

Ambos procedieron a irse del restaurante juntos. Mientras salian por la puerta, Victoria vio al joven alto y delgado con el que se había encontrado en el pasillo antes; era el novio de Sandra.

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-¿Siguen aquí?», se preguntó mientras les daba un vistazo. Sin embargo, no dejó de mirar fijo a la pareja. La mujer que estaba en los brazos del hombre no era Sandra; en su lugar, era una mujer madura de aspecto poderoso y profesional. Sonó firme cuando exigió:

-¿No terminaste de resolver ese estúpido problema que tenías? La muchacha incluso te siguió al interior del restaurante. Es bastante leal, ¿no? ¿Cómo eres tan bueno ganándote su corazón?

-No creo que cambie de opinión de repente, Juana. Ya acordamos interrumpir el embarazo, pero, de repente, decidió que no quería hacerlo. ¡M*erda, no entiendo!

-No entiendes, ¿eh? Tampoco -entendiste cuando tuviste sexo con ella, ¿verdad?

-Juana, cariño. No me habría engañado si no me hubiera seducido en primer lugar. Una muchacha sin elegancia como ella no es nada comparada contigo. Ni siquiera es una fracción de lo que eres. Además, me salvaste antes. Eres mi salvadora y la única a quien amo. No me enamorare de otra mujer.

Victoria se detuvo cuando escuchó la última frase que dijo. Se mordió el labio mientras se abstenia de acercarse a la pareja, pero tenía las manos apretadas con fuerza. «Eres mi salvadora y la única a quien amo. No me enamoraré de otra mujer-. Esas dos frases fueron como espadas afiladas que le atravesaron el corazón y la dejaron conmocionada y dolorida.

-Juana, puedes estar tranquila. Siempre serás a quien más amo.

Mientras el hombre delgado seguía expresando su lealtad a la mujer mayor, de repente, se escuchó una voz tranquila e indiferente pero agradable.

-La amas y, aun así, besas y abrazas a otra mujer. Tu amor es barato, ino crees?

El joven se quedó paralizado al escucharla. Cuando volvió en si, vio a una mujer deslumbrante de ojos claros de pie frente a él.

-¿Q–quién eres tú?

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