Todo por amor novela (Victoria Selva y Alejandro Calire) Completa -
Todo por amor Capítulo 13
pítulo 13 Te daré todo lo que me pidas
Se relajó al ver que el mensaje se había enviado; lo había hecho y solo debía esperar la respuesta, pero Alejandro no contestó de inmediato. La joven miró la hora y pensó que debía estar muy ocupado. «Debe estar en una reunión o en algún compromiso del trabajo; quizás su teléfono está en silencio. Lo leerá en cuanto termine».
La espera era insoportable, por lo que decidió irse a dormir. Se colocó el pijama y cerró las cortinas de la habitación para acostarse.
¡Pin! Mientras tanto, dentro de una de las oficinas de Grupo Calire, Claudia se estremeció al mismo tiempo que estaba sentada en un sofá. No podía dejar de leer el mensaje: «Estoy embarazada». En principio, la joven creyó que era un mensaje de trabajo para Alejandro o que era spam, pero jamás imaginó que sería Victoria. Mientras pensaba, miró al hombre que estaba en el escritorio de enfrente y analizaba la posibilidad de que él en verdad se hubiera acostado con Victoria.
Alejandro notó la expresión de la joven y la miró confundido. Sorprendida, Claudia forzó una sonrisa y bajó de inmediato la cabeza para que él dejara de observarla. La oficina estaba en silencio absoluto y, como estaban en uno de los pisos más altos, no oían nada que proviniera de sus alrededores.
Claudia tenía una expresión sombría y borró el mensaje sin siquiera confirmar si Victoria era quien lo había enviado o no. Luego, la joven suspiró aliviada y comenzó a pensar; mientras tanto, se clavó las uñas en la palma de la mano. «¿Qué quiere lograr ella con ese mensaje? ¿Acaso quiere robarme a Alejandro?». Al pensar en ello, se mordió el labio.
Tuvo la suerte de pedirle el teléfono al hombre justo antes de ingresar a la oficina; él frunció el ceño, pero aún así se lo entregó de inmediato. Si ella no hubiera hecho eso, él habría leído el mensaje y ¡quién sabe lo que habría ocurrido! Luego de un instante, ella le devolvió el teléfono.
—Aquí está; ya terminé. Gracias.
—De nada —contestó y lo agarró.
—Pensé que odiabas que las personas usaran tu teléfono. ¿Por qué me lo prestaste?
La mujer no pudo evitar preguntarle mientras miraba el rostro inexpresivo de Alejandro y recordaba el mensaje de Victoria.
—Porque tú eres diferente —contestó y la miró.
Claudia estaba satisfecha con la respuesta y se alegró al escucharlo. «Sí, soy diferente. Debo haber estado exagerando. Además, aunque Victoria esté embarazada, ¿quién dice que Alejandro sea el padre? ¡Él jamás se ha acostado con ella!».
—Me salvaste una vez, Claudia —dijo el hombre al mismo tiempo que ella continuaba sumisa en sus pensamientos—. Puedes pedirme lo que quieras y yo te lo daré.
—Gracias, Ale —asintió sonriendo.
Luego, la mujer bajó la mirada y tenía una expresión sombría. «¡Otra vez! ¿Puedes dejar de mencionar al menos un día que te salvé? ¿No significaría nada para ti si no te hubiera salvado la vida?». Mientras recordaba el incidente, Claudia comenzó a sentirse culpable. Había transcurrido varios años, pero lo recordaba como si hubiera sucedido el día anterior.
El río estaba embravecido y Claudia se quedó estupefacta al ver a Alejandro allí; permaneció de pie en el lugar, a la orilla del río sin saber qué hacer. Cuando recobró los sentidos y e intentó pedir ayuda, vio a una figura delgada correr de manera desesperada hacia ella. No pidió ayuda, sino que solo se detuvo y observó cómo la joven saltaba al río sin siquiera pensarlo dos veces. Aunque el accidente ocurrió hacía varios años, Claudia aún se asombraba al recordarlo.
La joven fue muy valiente, tanto que Claudia la aborrecía incluso después de tanto tiempo.
—¿Qué sucede? —preguntó al verla distraída.
—Nada —dijo al mismo tiempo que sonreía y sacudía la cabeza.
Ella ya no debía pensar en el pasado, ya que era la salvadora de Alejandro y nadie podía cambiar eso.
Luego, Claudia permaneció en la oficina de Alejandro durante un rato; no obstante, como él tenía mucho trabajo por hacer y no podía perder tiempo con ella, la mujer se retiró.
—Ale, como estás tan ocupado, me iré y vendré a visitarte otro día.
—De acuerdo —contestó mirando la pantalla de la computadora, pero justo cuando ella estaba a punto de retirarse, él tuvo un recuerdo—. Espera.
—Dime.
—¿Quién me envió un mensaje? —preguntó.
La mujer se quedó perpleja; él no le había preguntado cuando llegó la notificación y era probable que ella la hubiera borrado sin siquiera pensarlo porque se sobresaltó. No obstante, ¿quién iba a pensar que iba a preguntarle más tarde?
—Era un mensaje spam; no quería interrumpirte, así que lo eliminé sin decirte.
Alejandro no dijo nada y la mujer comenzó a asustarse.
—¿Estás molesto porque eliminé el mensaje? Lo lamento; lo hice sin pensarlo porque sabía que no era relevante. Debería haberte dicho, lo siento. Por favor, no te enfades.
Al verla disculparse tanto, Alejandro se sorprendió y levantó las cejas. «¿Qué estoy haciendo? Eliminó un mensaje que era spam; ¿cómo voy a enojarme con ella?».
—No estoy molesto, pero no vuelvas a hacerlo —advirtió.
—Está bien, lo siento —asintió y bajó la mirada.
El ambiente se puso tenso entre ellos.
—Le pediré al chofer que te lleve a casa.
—De acuerdo.
De inmediato, el chofer buscó a la mujer, que apretó los puños en cuanto ingresó al ascensor. Parecía que a Alejandro no le molestaba que ella usara su teléfono, pero no fue nada amable cuando le dijo que eliminó el mensaje. «Parece que ni siquiera siendo su salvadora lo dejará pasar». Claudia frunció los labios, indignada. «Deberé esforzarme con Alejandro o dejará de apreciarme por haberlo salvado. Por fortuna, pude eliminar el mensaje».
Por cómo era Victoria, ella no iba a decírselo en persona si él no le había contestado el mensaje. Aun así, era una solución temporal y tenía que actuar de inmediato.
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