Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor por Isa Melodía
Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor Capítulo 31

apítulo31 Sobre mi cadáver

Samuel:

[Esta noche, tu padre apareció de repente y desató un gran alboroto con tu madre.

llegó al extremo de presionar al hospital para que entregara los

200 dólares destinados a los medicamentos de tu madre!]

Ximena frunció el ceño:

[¿Cómo está mi mamá?]

Samuel:

[No te preocupes, estuve al cuidado de tu mamá. Le di 200 dólares y logré que dejara de causar problemas.]

Ximena se quedó boquiabierta. ¿Cómo se atrevía Samuel a aceptar su dinero?

Aunque Ximena no compartía la manera autoritaria de Samuel, optó por no decir mucho al respecto, después de todo, él estaba actuando en beneficio de su madre.

Sin embargo, Ximena sabía que cuando algo como esto ocurría una vez, podía repetirse una y otra vez.

Decidió hacerle saber a Samuel sus pensamientos.

Después de transferirle 200 dólares a Samuel, Ximena dijo:

[Doctor Fonseca, gracias por ayudar a mi madre esta vez, pero te pido que no le des más dinero a mi padre en el futuro. Si vuelve a buscar dinero, por favor, avísame. Te lo agradecería mucho.]

Samuel no se resistió, entendía que Ximena no quería deberle nada a nadie.

Si rechazaba el dinero, ella podría insistir durante toda la noche, así que simplemente lo aceptó.

Luego preguntó:

[Entendido. ¿Cuándo podrás volver?]

Ximena respondió:

[En unos días…]

No había terminado de escribir cuando se escuchó el sonido de la puerta del baño abriéndose. Alejandro salió de la ducha vestido con una bata negra y sosteniendo una toalla para secarse el cabello. Ximena rápidamente escondió su teléfono

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detrás de un cojín en el sofá, tratando de aparentar que estaba viendo televisión.

Sin embargo, esta acción no pasó desapercibida para Alejandro. Se acercó a Ximena, con sus ojos oscuros y penetrantes fijos en ella.

-¿Qué estás escondiendo? -le preguntó.

Ximena, nerviosa, respondió:

-Solo estaba acomodando el cojín, no estaba cómoda.

Alejandro entrecerró los ojos y, rápidamente, arrojó la toalla que tenía en la mano. Luego, agarró a Ximena del sofá y la levantó. El cojín cayó al suelo, revelando el teléfono con la conversación abierta..

Cuando Alejandro vio el nombre -Doctor Fonseca en la pantalla, su expresión cambió. Agarró el teléfono de Ximena y leyó las dos últimas frases de su conversación. Una furia incontrolable se apoderó de su apuesto rostro.

Apretando el teléfono con fuerza, Alejandro la miró con malicia.

-¿Estás mintiendo? -le espetó.

Ximena se sintió intimidada por su mirada, pero al darse cuenta de que no había hecho nada malo, respondió con calma:

-Sabía que te enfadarías, así que preferi que no lo vieras.

Sin embargo, Alejandro no estaba dispuesto a escuchar sus explicaciones. Su voz se volvió aún más fría mientras le decía:

-¿Tan ansiosos están por encontrarse?

Ximena apretó los labios y respondió:

-Méndez, sería mejor que te calmaras primero.

Ella simplemente no tenía la energía para pelear más.

Ximena estaba a punto de dar la vuelta para irse cuando, al siguiente instante, el hombre la agarró fuertemente del brazo y la arrojó con fuerza al sofá. Luego, Alejandro mordió con fuerza su hombro. (2)

El dolor hizo que Ximena gritara:

-¡Alejandro! ¿Estás loco?

Ella intentó apartarlo con la mano, pero Alejandro la mantuvo firmemente frente a él. Él levantó la cabeza, con un rostro tan sombrío que parecía capaz de

derramar tinta, y le dijo entre dientes:

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-¡Ximena! ¡Este es el precio de mentirme!

Dicho esto, se inclinó bruscamente y la besó apasionadamente en los labios, mordiendo sus labios con fuerza como una forma de liberar su ira. El sabor fuerte a sangre llenó el ambiente, haciendo que la nariz de Ximena se retorciera de disgusto.

Ximena, también enfadada, murmuró entre dientes:

-¡Alejandro, eres un pervertido!

¿Pervertido? ¡El podía mostrarle lo verdaderamente pervertido que podría llegar

a ser!

Después de la pasión, Ximena se retorció de dolor en el sofá, intentando soportar el dolor de su cuerpo desgarrado. Con un mirar resentido, enfrentó al hombre delante de ella y su voz sonaba ronca:

-¿Cuándo vas a dejar de atormentarme?

Alejandro, vestido con su bata de baño, la miró fríamente:

-Solo cuando muera.

Luego, se agachó y tomó su barbilla entre sus dedos, advirtiéndola con seriedad:

-Ximena, esto es una advertencia final. Si te veo enredada con él otra vez, no te sorprendas si desaparece por completo de Reinovilla.

Ximena apartó con obstinación la mano de Alejandro y le respondió desafiante:

-¿Sabes hacer algo más que amenazar?

Alejandro se rio fríamente mientras se ponía de pie:

-Bullying, por ejemplo.

¡Qué despreciable! ¡Qué sinvergüenza!

Pero Ximena no se atrevía a decir una palabra despectiva, tenía que soportar en silencio.

Era muy consciente de que las consecuencias de enojar por completo a Alejandro serían insoportables. Tenía que aguantar, hasta el día en que su madre fuera dada de alta.

Después de pasar cinco días en Flora, Alejandro finalmente llevó a Ximena de

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regreso. Durante esos cinco días en los que no pudo salir de casa, Ximena logró completar todos los diseños y solo le faltaba presentar su concepto de diseño.

Cuando llegaron al aeropuerto de Flora, Manuela y Simona ya estaban

esperándolos. Al ver a Ximena caminando al lado de Alejandro, la envidia en los ojos de Manuela casi se desbordaba.

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