Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor por Isa Melodía
Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor Capítulo 55

Capítulo55 Foto de familia

Viendo el rostro distinguido y austero del hombre, Ximena revivió en su mente las imágenes de él y Manuela en situaciones comprometedoras. A medida que su corazón dolía, también sintió náuseas en el estómago. Levantó la mano para apartar la mano del hombre y no pudo evitar burlarse:

-Señor Méndez, ¿cómo estoy provocándolo?

Alejandro sonrió con frialdad.

-Acabo de regresar de un viaje de negocios y me has dado un gran regalo.

Un regalo…

El corazón de Ximena se heló, y pensó que Manuela probablemente no le había dicho a Alejandro sobre su embarazo, ya que no vería ningún beneficio en hacerlo. -No entiendo de qué estás hablando -dijo Ximena mientras apartaba la mirada. -¿Te sientes culpable? -Alejandro notó la ansiedad en los ojos de Ximena y su mirada se volvió aún más fría-. ¿Sigues llevando a hombres a tu puerta para tener aventuras, es eso?!

Ximena pensó en la acción de Samuel en la puerta de Valleluz y no pudo evitar reír con ironía. ¿Eso se consideraba una aventura?

¿Y él?

El fuego de la ira ardió en los ojos de Ximena y levantó la cabeza de repente. -Alejandro, ¿es que para ti, aparte de Manuela, todas las demás personas son inmundas? Entonces, ¿qué hay de ti? ¿Dormiste con Manuela y luego viniste a mí? ¿Qué es eso? Puedo considerar quedarme, pero no significa que pueda soportar compartir a un hombre con otras mujeres. ¡Y además, si puedes hacerlo, ¿por qué yo no puedo?! ¿Solo porque puedes pagarme?

Ximena respiró profundamente, reprimiendo las lágrimas que se acumulaban en sus ojos, y preguntó:

-¿Y qué pasa con los tres años de mi juventud que he dedicado a estar contigo? Alejandro, es la primera vez que descubro que alguien puede ser tan egoísta. Espero que me des al menos un mínimo de equidad y respeto. No he pedido nada más en mi vida.

Con la voz entrecortada, después de expresar su descontento, Ximena apartó al hombre que estaba frente a ella y salió corriendo de la habitación.

Alejandro se quedó parado en su lugar, con una expresión de incredulidad en su apuesto rostro. Nunca la había visto a Ximena mostrarle esa expresión antes. Había desprecio, disgusto y, sobre todo, decepción en su mirada. Lo que nunca Imaginó es que la Ximena que siempre había sido fuerte y nunca se había rendido, lloraria delante de él. Su corazón se apretó por un momento.

¿Qué le estaba pasando? Después de todo, en su opinión, ella no era más que un sustituto. D

Después de salir corriendo de Valleluz, Ximena caminó sin rumbo por las calles durante un tiempo. No fue hasta que oscureció que se dio cuenta de que no tenía a dónde ir. No quería volver a Valleluz y enfrentar las burlas y sarcasmos de Alejandro. Después de pensarlo un poco, Ximena se dio cuenta de que solo podría quedarse donde Simona. Intentó sacar su teléfono del bolsillo, pero se dio cuenta de que no había traído nada consigo.

Ximena suspiró con frustración y continuó caminando con la cabeza baja. De repente, un coche se detuvo frente a ella, la ventana se bajó y el rostro de Andrés apareció en su campo de visión.

-Señorita Pérez? -Ximena se quedó perpleja por un momento y luego

respondió con una sonrisa forzada-. Rodríguez, ¿verdad?

Andrés sonrió amablemente.

-Qué coincidencia, encontrarte de nuevo en la calle.

Ximena no sabía qué decir. Parecía tan extraño que la encontrara de nuevo de manera tan fortuita que casi parecía que la estaban siguiendo.

Andrés preguntó:

-¿A dónde vas?

Ximena se mostró cautelosa y le preguntó:

-¿Tiene algo en mente, señor Rodríguez?

Andrés suspiró.

-Es solo que está a punto de llover y las noches en las afueras no son seguras. Si no te importa, puedo llevarte a algún lugar seguro.

Ximena aún dudaba, pero antes de que pudiera rechazar la oferta, las primeras. gotas de lluvia comenzaron a caer sobre su cabeza. Andrés abrió la puerta del coche y salió.

Con una sonrisa suave, miró a Ximena y dijo:

¿Vamos?

Ximena se quedó en silencio durante un momento y luego subió al coche. Abrochó el cinturón de seguridad, y Andrés le preguntó:

-¿A dónde quieres ir?

Ximena apretó los labios, también se preguntaba a dónde debía ir. Si Simona no estaba en casa, entonces no tendría ningún lugar al que ir. Al ver que Ximena no podía dar una respuesta, Andrés decidió no preguntar más.

Después de conducir durante casi media hora, se detuvieron frente a una fila de

casas.

Andrés aparcó el coche y miró a Ximena mientras explicaba:

-No te preocupes, esta es la casa donde solía vivir mi madre.

Ximena lo miró con confusión y preguntó:

-¿Por qué me trajiste aquí?

Andrés sonrió y habló con calma:

-No puedo dejarte vagando por las calles, ¿verdad?

Ximena no tuvo más remedio que asentir.

Andrés llevó a Ximena a la casa. Aunque no era lujosa, el interior estaba decorado de forma acogedora. Los muebles antiguos le daban un toque nostálgico.

La mirada de Ximena se posó en un marco de fotos en una repisa. Se acercó y vio una foto de una familia de cuatro personas. La expresión y los ojos de la mujer en la foto se parecían sorprendentemente a los suyos.

-Esta es una foto de mi familia -dijo Andrés con un toque de tristeza en su voz. Ximena apartó la mirada rápidamente y se disculpó:

-Lo siento, pensé que tu madre…

-Se parece mucho a ti, ¿verdad? -la interrumpió Andrés.

Ximena sintió que sus mejillas se calentaban.

-Sí, se parece un poco.

Andrés tomó el marco de fotos y, con una mirada decidida en sus ojos, dijo:

-No es un poco, se parece mucho.

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