Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor por Isa Melodía
Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor Capítulo 87

Capítulo87 ¿Qué sentido tiene que explique algo?

Al escuchar las palabras de Alejandro, Ximena sintió cómo un escalofrío recorría su cuerpo. Cerró los ojos y una mueca de resignación apareció en sus labios.

Si lo explicaba, ¿realmente creería en sus palabras?

-¡¡Habla!! -Alejandro gritó de repente con furia.

Ximena lo miró con indiferencia y dijo:

-Alejandro, ¿realmente crees que me creerías si te explicara? Si no confías en mí, cualquier explicación que te dé será inútil.

No quiero escuchar esas palabras, solo quiero que expliques -exclamó Alejandro.

La mirada de Alejandro comenzó a enrojecerse gradualmente y la furia ardía en sus ojos, casi quemando a Ximena por completo.

Con esta actitud, ¿qué sentido tiene que explique algo? —respondió Ximena, volteando la cabeza para mirar por la ventana del coche.

Ella no quería explicar. Había sido secretaria de Alejandro durante tres años, si hubiera querido robar secretos, lo habría hecho mucho antes. ¿Por qué esperaría hasta ahora?

Alejandro extendió la mano y giró bruscamente el cuerpo de Ximena, obligándola a enfrentarlo. Su aliento se volvió opresivo y casi sofocante.

-Te lo pregunto una última vez, ¿me lo explicas o no? ¡Te estoy dando una oportunidad! ¡¡No desafíes mi límite!! -Alejandro habló palabra por palabra, su voz apretada, su mano apretando tanto a Ximena que parecía que iba a romperle

el brazo.

¿Desafiar tu límite?, pensó Ximena con una sonrisa fría. Luchando contra el dolor, retiró su mano de la de Alejandro.

Ella miró fijamente a los ojos de Alejandro y preguntó con sarcasmo:

-¿Qué quieres escuchar? ¿Quieres que admita que robé secretos de la empresa, of quieres escuchar que esto ni siquiera es obra mía? ¿Alguna vez me has dado un ápice de confianza? Hoy, no fui la única que entró en tu oficina. ¡Manuela también estuvo allí! Pasó más tiempo en la oficina que yo. ¿Por qué te atreves a asumir que fui yo?

-Entonces, ¿por qué viniste a buscarme de repente? -Alejandro apretó los

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puños con fuerza, manteniendo su mirada feroz y su tono agresivo.

Ximena sintió impotencia al escuchar esta pregunta. No podía explicar por qué había vuelto. No podía presentar la evidencia que aún no había recopilado y no podía estar segura de qué lado tomaría Alejandro.

-Alejandro, te lo he dicho, solo vine a recoger mis cosas voz careciendo de confianza.

explicó Ximena, su

-¡Estás mintiendo!-Alejandro golpeó con furia el respaldo del asiento de Ximena con su puño y gritó: ¡Ximena! ¿Es tan dificil decir la verdad?

Ximena lo miró con incredulidad, sus ojos llenos de decepción, y preguntó: -Alejandro, ¿soy tan indigna de tu confianza?

-Te estoy haciendo una pregunta. ¡Maldita sea, no tienes derecho a preguntarme a mi!

-¿Sabes qué? Cuando no hay confianza, todas mis palabras son inútiles respondió Ximena con desánimo,

Ximena no pudo contenerse y le gritó a Alejandro con furia. ¡Estaba harta! Estaba harta de ser la única sospechosa, de no ser creída incluso cuando explicaba. ¿Por qué tenía que ser ella quien llevara siempre la culpa? ¿Por qué no se le creia incluso después de dar explicaciones? ¿Por qué se suponía que debía explicarse solo porque era vista como una amante despreciada?

Alejandro reprimió su deseo de golpear a alguien y su rostro se oscureció mientras hablaba con frialdad:

-¿No quieres explicar, verdad? Bueno, permiteme explicártelo yo. Has estado rastreando mis movimientos a través de otras secretarias, luego encontraste una excusa para venir a Valleluz y ganarte mi simpatia. Al día siguiente, entraste en la empresa y aprovechaste que yo tenía que ir al lugar del proyecto para robar secretos. Ximena, ¿acaso no te he dado suficiente dinero? ¿Te has cansado de la vida y has decidido traicionarme?

Escuchar cómo Alejandro la acusaba de ser calculadora y maquinadora hizo que Ximena se sintiera sofocada. ¿Para qué más preguntas si ya tenia todas las respuestas? ¿Tenia sentido explicar algo?

Ximena suspiró con tristeza y dijo:

-Alejandro, ¿es esta la imagen tan denigrante que tienes de mi?

El rostro apuesto de Alejandro se llenó de sombras y de repente reprimió su enojo. Una sonrisa burlona apareció en sus labios mientras decía:

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Vete.

Ximena miró instintivamente hacia la oscuridad de la ladera de la montaña. ¿Él quería que bajara del coche aquí?

Ximena se sintió instintivamente incómoda y tragó saliva. Antes de que pudiera reaccionar, escuchó el grito histérico de Alejandro.

-¡Te dije que te fueras!

Ximena sintió un nudo en la garganta y rápidamente abrió la puerta del coche, saliendo apresuradamente. Justo cuando cerró la puerta, el automóvil se alejó velozmente. Giró en una esquina y todo a su alrededor quedó sumido en la oscuridad. El viento frío se coló por su cuello, y los densos árboles y el entorno oscuro la hicieron sentir inquieta.

Tiritando ligeramente, Ximena miró a su alrededor mientras metía la mano en el bolsillo. Al sentir su teléfono celular, se dio cuenta de que lo había dejado en el coche de Alejandro. En su bolsillo solo tenía un lector de tarjetas…

En el coche, Alejandro tenía el volante firmemente agarrado, sus venas resaltaban en su mano. Había pensado que ella solo había vuelto para recoger sus cosas. Incluso llegó a creer que aún sentía algo por él. Se preocupó por su salud y le pidió a Doña Alicia que la cuidara. Intentó alegrarla llevándola a ver la nieve. Pero ella, abusando de su amabilidad, cometió el acto que más odiaba. 1

¡Muy bien! ¡Nunca en su vida una mujer lo había tratado así!

Un furioso deseo de venganza se reflejó en los ojos de Alejandro mientras levantaba la mano y golpeaba con fuerza el volante.

¡Esa mujer tenía mucho huevo para atreverse a traicionarlo!

Después de bajar de la ladera de la montaña, Ximena caminó durante dos horas bajo la intensa nevada. Llegó al pie de la montaña y finalmente vio luces en la distancia.

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Capítulo88 Tengo miedo