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Ultimas 268

Capítulo 268

Alejandro fue muy rápido y logró consequinne la mitad de un espacio en el décimo piso de la empresa para que pudiera usarlo como estudio.

Ya que en ese momento estaba sola, la verdad es que no era necesario que me diera un espacio tan grande,

Pero como él insistió, no tuve otra opción.

Al menos seguía estando en un edificio grando, y al algo sucedía, podía ayudar.

Mirando la oficina vacía, nequé con la cabeza, pensando que probablemente necesitaría contratar más gente.

Alejandro me miró con una expresión de disculpa, diciendo, “Iris, lo siento, mi poder sólo llega hasta aquí. No te preocupes por los gastos de luz, agua o el alquiler, después de todo, este lugar es propiedad de la empresa.”

En ese momento apreté los lablos, no era momento de ser delicada.

De verdad no podía permitirme alquilar un lugar tan grande.

De todos modos, seguiría trabajando para el Grupo Vargas, así que era mejor aprovechar un poco la situación.

Alejandro volvió a mencionar a Oliver, creyendo que él estaba expandiendo su influencia.

“Ya cambió a varias personas en varios departamentos, todos en puestos clave. Y mi hermano compró un montón de acciones, además de ganarse a los accionistas, Iris, si esto sigue así…”

“Lo siento, eso no es asunto mío.”

No quise entrar en esa conversación, en realidad ya no tenía nada que ver conmigo.

Si Jonathan llegaba a despertar, incluso si estaba un poco mal, Mohamed probablemente no le daría la empresa a Oliver.

En ese momento todo dependía de Jonathan, nadie más podía ayudarlo.

Una vez que Alejandro se fue, estando sola en la gran oficina, el teléfono sonó de repente.

Al mirar de quien era la llamada, noté que era Fernanda Navarrete, por lo que me sorprendí un poco, ya que no habíamos hablado desde la graduación.

Al contestar, su voz sonó emocionada.

“Iris, ¿Estrella y Chiara están contigo? ¿Así que todas están en la empresa? Acabo de aterrizar, estaré allí enseguida,”

“¿Estás viniendo?”

En ese momento me sorprendí un poco, recordaba que ella había regresado a su ciudad natal después de graduarse, diciendo que su familia le había conseguido un trabajo.

Fernanda parecía un poco avergonzada, “De cualquier manera, renuncié, ¿podrían hospedarme por un tiempo? Hablé con Estrella, ella dijo que se encargaría de mi alojamiento y de la comida.”

Miré la hora, y calculando que Estrella todavía estaría en una reunión, acepté ir a recogerla.

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11:33

Nos encontramos en un restaurante cerca de la empresa, y cuando ella llegó, ya se había hecho la hora del almuerzo.

Al vernos juntas, el rostro de Fernanda se puso rojo.

Qué alegría, hace años que no nos vemos! ¡Gracias por acogerme!”

Ella trala consigo dos grandes maletas, realmente parecía que planeaba quedarse.

Curiosa, le pregunté, “¿No tenías un trabajo en tu ciudad?”

“Ah, ese trabajo… juff, qué pesadez!”

Mientras comiamos, empezó a contamos su situación.

Ella había estudiado diseño, pero al final, su madre logró colocarla en un puesto de oficina.

“Mi rutina diaria solo consistía en fotocopiar, imprimir, sellar, hacer mandados, ¿y sabes qué era lo peor? Que nuestro jefe me pedía que limpiara a fondo cada día y le prepara té. Dime, en un departamento de sólo tres personas, ¿para qué? En estos tres años, no aprendí nada, solo a escribir ‘de acuerdo‘ o ‘no de acuerdo con fluidez.”

Femanda, quien siempre había sido un poco ingenua, nos hizo reír con su situación.

Luego de echar un vistazo alrededor, preguntó: “¿Chiara no regresó al país para trabajar en la empresa de tu esposo?”

“Estoy aquí, ¡y ni siquiera me dijo que fuera a verla! ¡Qué descarada!”

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