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Ultimas 43

Capítulo 43

Luego de que Mohamed habló, nadie se atrevió a contradecirlo.

Quise intervenir varias veces, pero terminé siendo disuadida por la fría mirada del anciano.

Al final, Jonathan y yo fuimos enviados directamente de vuelta a nuestra habitación.

La verdad, es que en la villa de los Vargas, siempre tuvimos una habitación, aunque raramente la usábamos.

Él siempre traía mujeres cuando volvía a casa, y mucho menos quería volver a la mansión.

Al ver que la habitación todavía estaba decorada a mi gusto, me senti conmovida.

¿No es eso a lo que se refieren cuando dicen que las cosas cambian, pero las personas no?

Cuánta felicidad había cuando nos casamos, y ahora, cuánta tristeza.

La primera vez que fui a esa casa, incluso pensé que los Vargas me habían aceptado como parte de la familia.

Pero al final, la realidad me dio una bofetada. Después de ducharme, me acosté directamente en la cama. La enfermera me envió un WhatsApp, recordándome que mañana tenía quimioterapia.

Pensando en los efectos secundarios de la última vez, le mandé un mensaje a Estrella, pidiéndole que viniera mañana a la mansión a recogerme.

[¿Volviste a la casa de los Vargas? ¿Es por los rumores en internet? Tranquila, iré a primera hora por ti, ¡no dejaré que los Vargas te intimiden!] Al ver el paquete de memes de “defender la patria” que envió, no pude evitar reírme, pero también me sentí cálida por dentro.

Desde que regresé al país, ella me ha protegido siempre.

Jonathan, quien recién había salido de la ducha, tosió fuertemente.

“¿Con quien chateas que te diviertes tanto?”

En ese momento me di la vuelta, directamente dándole la espalda.

“Aquí todo está bien, solo que es una lástima que haya solo una cama.”

El me miró irritado, y luego me dio un toquecito en el hombro.

“¿Por qué te cortaste el cabello? No te queda bien.”

“No es asunto tuyo, no es para que lo veas.”

Movi mis hombros impacientemente y luego me deslicé más hacia adentro

de la cama.

El simplemente se sentó detrás mio, como si quisiera hacerme un agujero en la espalda con su mirada.

“¿Vas a dormir o no? Voy a apagar la luz.”

En ese momento me levante, pero él me agarró directamente la mano. Al parecer, que temia que me doliera, asi que aflojo un poco la fuerza de su agarre, pero no me solto.

“Iris, deja de hacer dramas. Si te comportas, siempre serás la joven señora Vargas, respetada por otros.”

Al escucharlo me quede atonita, mirandolo sin entender.

El fruncio el ceño y me soltó la mano.

“Eres la joven señora Vargas, nadie puede quitarte ese lugar. Te compraré ropa, joyas y bolsos, todo lo que quieras será tuyo.”

Al decir esas palabras, mostró tener cierta dificultad para modular, incluso se le sonrojaron las mejillas.

En ese momento, se paració mucho al de antes, pero solo fue eso, un parecido.

Anteriormente nunca me habia dicho que dejara de hacer dramas, solo decía que no me enojara, y que todo era su culpa.

También me decia que enojarse me hacía envejecer, no le importaba que yo envejeciera, pero le preocupaba que yo me sintiera menos hermosa.

Respiré hondo, reprimiendo los buenos recuerdos, y me calmé bastante.

*Jonathan, ¿te acuerdas de dónde vinieron las joyas que Miriam se llevó?”

En ese momento, me miro confundido. Sabía que no lo recordaba.

“Ese collar que ella llevaba, me lo regalaste el dia que fuimos al registro civil para casamos, dijiste que el cielo estaba muy azul, igual que ese zafiro. Los dos anillos en sus dedos, uno me lo regalaste en nuestro aniversario de bodas, y el otro, era el anillo de pareja que compré la primera semana después de casarnos. Los pendientes que llevaba, me los hiciste personalizar para mi primer cumpleaños después de regresar a México.”

abrió la boca, y sus ojos se llenaron de culpa.

Finalmente, en voz baja, algo desanimado, dijo: “Lo siento.”

Haciéndole un gesto de que no importaba, le dije, “En serio, está bien.”

“Tú no te acuerdas, y a mí ya no me importa, ¿no es así?”

En ese momento me miró con pánico, negando con la cabeza.

Pero yo no quise decir nada más, simplemente me acosté de espaldas a él.

Al parecer, lo que le dije realmente lo afectó, ya que lo escuché aspirar por la

nariz

Pero ¿por qué lloraba? La que debería llorar era yo.

Solo que ya no quería hacerlo por él.

Después de unos quince minutos, justo cuando estuve a punto de apagar la luz de nuevo, volvió a tomar mi mano.

‘Si ya no te gustan, puedo comprarte otros, no…”

*Jonathan, ¿cómo es que todavía no lo entiendes?*

Me giré hacia él, y mirándolo fijamente, sin mostrar ninguna emoción, le dije, ‘No recuerdo su significado, tampoco quiero joyas que hayan sido tocadas por otras, así que para mi ya no tienen valor.”

“Si realmente te sientes mal por mi, mejor hazme una transferencia bancaria.”

Tomé el control a distancia y apagué todas las luces.

Luego añadi, “Recuerda poner que es un regalo voluntario, para que

después no digas que ese dinero era tuyo.”

Pude escuchar cómo su respiración se hizo más pesada, pero yo realmente estaba cansada, al día siguiente tenía quimioterapia, y necesitaba

descansar bien.

Lamentablemente, en el momento en que Jonathan se acostó a mi lado, ya no pude dormir.

Su respiración se volvió lenta y estable, y así, ya no quise dormirme.

En ese entonces sentí un dolor agudo en el pecho, pero no supe si lo que me dolía era la herida o el corazón.

Me levanté de la cama de puntillas, y al abrir mi bolsa, me di cuenta de que no había traído analgésicos. Pensé que si salía, Jonathan despertaría y probablemente tendría que llamar a algún sirviente, haciendo que todos se

enteraran.

Me presioné fuertemente el pecho y me senté en el sofá de al lado. Tan delgada como estaba, si me acurrucaba en el sofá, podía dormir sin ningún problema.

Así, aguanté el dolor toda la noche, hasta que finalmente caí en un sueño profundo.

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