Capítulo 141

Sofía llegó con Leonardo y Noelia a la plaza central donde habían quedado con Camila, quien ya había comprado dos manzanas caramelizadas y las esperaba sentada en una banca al lado de la plaza.

Leonardo y Noelia, al ver a su madrina a lo lejos, soltaron la mano de su madre y corrieron hacia ella gritando: “Madrina, madrina, ya llegamos“.

Camila se levantó de la banca, se agachó y abrió sus brazos, manteniendo una manzana caramelizada en alto con una mano y con la otra abrazando a los dos pequeños que corrían hacia ella.

“Leo, Noe, aqui tienen, madrina les compró manzanas caramelizadas. Vean si son tan ricas como las de Ciudad Nube“..

Camila sonrió mientras les entregaba las manzanas a cada uno.

Leonardo y Noelia, cada uno con su manzana caramelizada en la mano, tomaron de la mano a Camila y los cuatro se dirigieron hacia el centro comercial más cercano.

Camila dijo que les compraría a cada uno una nueva mochila. Entraron a una tienda especializada en mochilas para niños. Leonardo escogió una mochila con diseño de autos y Noelia una de la princesa Elsa. Los dos se pusieron las mochilas aún sin haberlas pagado, rebosantes de felicidad.

Luego, los cuatro se dirigieron a un parque de atracciones en la ciudad. Sofía y Camila los acompañaron y los cuatro disfrutaron al máximo.

Después de comer algo rápido al mediodía, continuaron divirtiéndose hasta que cayó la noche. Noelia no quería irse, y solo con reluctancia fue cargada fuera del lugar por Sofía cuando ya había oscurecido completamente.

Al salir del parque, todos se sintieron hambrientos por el día tan activo que habían tenido. Noelia pidió hamburguesas y papas fritas, así que se dirigieron a un local de comida rápida y ordenaron un combo familiar, con dos helados adicionales para los niños.

Terminaron la cena a las 9 de la noche.

Sofía decidió no pedir a Camila que los llevara y tomaron un taxi de vuelta a la mansión.

Al llegar y no ver luces encendidas, Sofía se preguntó: ¿Rafael no ha vuelto todavía?

Entraron, encendieron las luces, y la mansión se iluminó.

“Mamá, papá aún no ha vuelto“, observó Noelia al notar el silencio en la mansión.

“Sí, probablemente esté ocupado trabajando“.

“Voy a llamar a papá“. Dicho esto, levantó su mano y utilizó su reloj teléfono para marcar a Rafael, pero nadie respondió.

“Papá no contesta“.

Al escuchar que Rafael no contestaba, Sofía recordó que había visto su móvil en el estudio esa mañana, olvidado.

“Noe, deja de llamar, papá se olvidó el móvil en casa. Vamos a llevar las mochilas arriba y a prepararnos para dormir“, dijo Sofía, deteniendo a Noelia de intentar llamar de nuevo.

“Seguro papá salió muy apurado esta mañana y olvidó su teléfono“.

Noelia subió corriendo con su nueva mochila, mientras que Leonardo, más difícil de convencer que su hermana, recordaba la conversación pendiente entre sus padres la noche anterior. Se preguntaba si su padre no había vuelto por una pelea con su madre. Pero al observar a su mamá, no parecía ser el caso. Tal vez, pensó que su papá solo se había quedado trabajando hasta tarde. Los tres se acostaron, y aunque Leonardo y Noelia, agotados por el día, se durmieron rápidamente, Sofía se quedó despierta un rato más, preocupada por Rafael. Cubrió a los niños con sus mantas.

El regreso a San Bernat trajo consigo una serie de acontecimientos inesperados. Leo y Noe estaban desaparecidos, y Rafael fue buscado desesperadamente para ayudar en şu búsqueda. Fue entonces cuando descubrió la existencia de los dos niños. Los llevo de vuelta a la mansión, desviando el curso de los acontecimientos de su curso original.

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