Capítulo 161

Sofia no esperaba que pasamn casi dos horas en el supermercado, por lo que regresaron cerca de las diez de la noche. Después de poner todo lo del maletero en la cocina, se apuró a mandar a los dos pequeños a lavarse y prepararse para dormir. Los niños aún estaban emocionados y querian seguir jugando con los Legos junto a Rafael.

“No se puede, ya es muy tarde, mañana podrán jugar.” Sofla generalmente era estricta con los horarios de los niños, ya que era el momento en que estaban creciendo, y dormir tande podría afectorles.

“Mañana no hay escuela, no pasa nada si es un poco más tarde.” Rafael no pudo resistirse a la mirada suplicante de su hija y cedió. Sofia miró a Rafael sin decir nada más, pensando para si: hmm, así que quieros jugar al papel del papi guay.

Rafael vio a su pequeña mujer enfadada mirándolo, con el rostro enrojecido por la ira, y le pareció adorable.

De forma resignada, se tocó la nariz y dijo: “Entonces, yo me llevo a los niños a lavarse.”

Dicho eso, subió las escaleras con los niños para ayudarlos a prepararse para dormir.

Rafael estaba consolando a su hija diciéndole que al día siguiente jugarian eso y aquello, mientras la animaba a lavarse y dormir. Sofía solo miraba como los tres subian.

Solo entonces se dio vuelta para ir a la cocina a guardar la comida en la nevera.

Luego, con lo que quedaba, se dirigió al trastero para colocar el papel higiénico y demás en el armario,

Mientras ordenaba, encontró el champú que Leo había insistido en comprar–pero que ella no recordaba haber puesto en el carrito. ¿Habrá sido Leo quien lo incluyo?

Ese era el champú que Sofia siempre usaba; le encantaba su aroma y le iba bien a su tipo de cabello, dejándolo suave después de lavarlo. Normalmente, cuando había alguna promoción, compraba uno o dos. No esperaba que Leo lo hubiera añadido por ella, qué hijo tan considerado. Definitivamente, le daria un beso de buenas noches.

Cuando Sofia terminó de arreglar todo y subió, se sorprendió al ver que los niños ya estaban bañados y acostados, con Rafael a su lado contándoles una historia.

Leo solía bañarse solo, pero Noe normalmente era bañada por ella. ¿Sería que Rafael había ayudado a Noe a bañarse? Se preguntó ella.

Al ver entrar a Sofia, Noelia rápidamente buscó elogios: “Mamá, Noe se baño sola hoy, papá me ayudó a ajustar la temperatura del agua y me dirigió desde fuera de la ducha. Me bañé muy bien. ¿A que soy genial?”

almente lo hiciste muy bien.” Respondió Sofía.

“Las historias que papa cuenta también son diferentes a las de mamá.”

Normalmente, Noe siempre se resistia a bañarse sola, pero en ese momento, lo que ella no había logrado, Rafael lo había hecho fácilmente, incluso robándole el momento de contar historias.

Rafael se levantó de la cara y se volteó hacia ella.

Justo entonces, la que había sido cariñosa y amable hasta el momento, ahora lo estaba mirando con los ojos bien abiertos, incluso un poco enfadada.

Él estaba alli, tratando de poner a los niños en la cama y contándoles historias a regañadientes, ¿y ahora ella se enfada?

Realmente, el corazón de una mujer es insondable como el fondo del mar.

Rafael cerró el libro de cuentos, les deseo buenas noches a los niños y salió de la habitación.

Sofia no sabia por qué se sentia de esa forma, pero al ver a Rafael tan complaciente y amable en ese momento, simplemente le parecía extraño. Antes era todo lo contrario, distante y frio. ¿Alguien lo había cambiado?

Tratando de ignorar ese pequeño pique de célos, Sofia se inclino para besar las mejillas de sus tesoros y les dijo: “Buenas noches.” Al darle un beso a Leonardo, también aprovechó para agradecerle. “Gracias, Leo, por poner el champú en el carrito para mamá.”

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