Capítulo 21

Sofia al mediodía cocinó algunos platos más de lo habitual y le llevó una parte a la abuela Elena, aprovechando para devolverle el machete que le habin pedido prestado. Después de almorzar, se tomó uno siesta y al despertar ya em casi el anochecer, sorprendida de lo mucho que habla dormid. Se lavo la cam con agua para despertarse del todo. Poco después. Ell, la esposa de Antonio, llegó cargando un pequeño balde.

Sofi, estás en casa ¿verdad?” Eli entró llamándola, y Sofla salió rápidamente a recibirla.

“Cuñada, que bueno que viniste, pasa y sientate.

“Antonio pesco bastantes peces hoy, te traje algunos,”

Eli era muy entusiasta, en el balde llevaba siete u ocho peces de diferentes tamaños.

“Cuñada, deberían quedarselos para los niños.”

“Todavia tenemos más en casa, trae un balde o una palangana y te los paso, si no los comes hoy, mañana seguirán estando frescos.”

“Gracias, cuñada” Sofia consiguió un balde para guardarlos.

“No hay de qué, me voy, sigue con lo tuyo.”

Para la cena, Sofia preparó sopa de pescado con dos de los peces, cuyo sabor era excepcionalmente delicioso debido a su frescura.

Esa noche, acostada en su cama en la tranquilidad de la noche, Sofia pensaba en Rafael, preguntándose qué estaría haciendo y si habia resuelto sus asuntos del trabajo. Sacó su teléfono para ver si habla algún mensaje, pero no había nada. Finalmente, se armó de valor para enviarle un mensaje.

“Rafa, ¿cómo va el trabajo? Cuida tu salud y trata de beber menos.” Redactó varios mensajes, queriendo compartir los detalles del día a dia en el pueblo con Rafael, contándole sobre los vecinos que le regalaron verduras y su deseo de cocinarlas para él, pero tras editar el mensaje varias veces, terminó enviando solo un simple saludo.

Sofia espero veinte minutos mirando su teléfono sin recibir respuesta. Antes de dormir, lo reviso una vez más, pero aún no habla respuesta de Rafael, lo que la hizo sentir un poco decaida. Se acosto de lado, apoyando una mano en su vientre, hablandole.

“Pequeño, papá debe estar muy ocupado y no ha visto el mensaje de mamá, por eso no ha respondido, ¿verdad? Cuando papa regrese de su viaje de negocios, le contaremos juntos que ya has llegado, ¿te parece?”

Después de hablar un rato, Sofia se sintió somnolienta y se fue a dormir.

En San Bemat, en la oficina de presidencia del Grupo JK.

Simon yacia solo en una silla de masajes, suspindo.

“Ah, sin Rafael, David y Oscar, y Sergio tampoco se ve por ninguna parte, hasta mi cuñada se fue a visitar a su familia… ah… Simán suspiro profundamente. Justo entonces, la secretaria de Rafael, Carmina, entro; habia estado asistiendo diligente a la oficina de Amorós durante tres días, llegando puntualmente y ordenando el almuerzo para llevar a la oficina todos los dias, y permaneciendo hasta que todos se marchaban.

Al ver entrar a Carmina, Simón soltó otro largo suspiro.

Carmina, al ver al Sr. Martinez asi, no pudo evitar sonreir un poco. De todos los jefes, Martinez era el más sencillo y accesible, siempre dispuesto a bromear con todos en la empresa, todos se sentian cómodos hablando con él sobre cosas fuera del trabajo.

“Sr. Martinez, ¿qué le ocurre? Esta mañana le he oido suspirar al menos diez veces”

“Estoy aburrido, los hermanos no están, y tampoco mi cuñada, no tengo con quién divertime.” Carmina no se sorprendió, era muy propio del Sr. Martinez decir algo asi

“Puede ir a buscar a la prima del Sr. Amorós, la Sra. Ariana, o a la hermana del Sr. Jiménez, la Srta. Adela, para pasar el tiempo.” Carmina sugird.

La prima de Rafael, Ariana, era una estudiante de tercer año en la Universidad de San Bemat.

Era bastante peculiar y de espiritu libre, con una personalidad inocente, siempre lista para ayudar a quien lo necesitase.

La hermana de Oscar, Adela, estaba en su último año de universidad y actualmente estaba haciendo prácticas bajo la supervisión de Sergio. Le apasiona escribir historias y aspiraba a ser guionista y directora de cine. Por ahora, era una asistente que empezaba desde abajo, sin ningún trato especial, por lo que su dia a dia era muy ajetreado.

Vaya, parece que solo puedo recurrir a estas dos para pedir ayuda“, dijo, levantándose de la silla de masajes, tomando su abrigo y preparándose para salir.

“Sr. Martinez, ¿desea que le reserve algo para almorzar?”

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