Capítulo 80

Bien, bien, bien.” Al escuchar a Daniel, Sofia se calmo un poco, recordando que el centro comercial seguro tenía cámaras de seguridad. Ir a revisarias podría esclarecer lo ocurrido. Daniel llevó a Sofía al área de vigilancia del centro comercial.

Al explicar la situación al encargado del lugar, que tomó muy en serio la desaparición de los niños, comenzaron a revisar las grabaciones. Desafortunadamente, el rincón donde Noe y Leo fueron vistos por última vez era un punto ciego para las cámaras. Se veia a Noe corriendo hacía un payaso que vendia globos, con Leo siguiéndolo. Luego, algo llamó la atención de Noe, quien se dirigió hacia el punto ciego con Leo detrás. Desde ese momento, no volvieron a aparecer en las grabaciones.

Observando las imágenes, a Daniel le pareció que era un secuestro planificado por profesionales, capaces de evitar las cámaras para llevarse a los niños. Sin embargo, decidió no comentar sus sospechas con Sofía, quien estaba visiblemente angustiada y probablemente no soportaría oír tal cosa. En su lugar, sugirió llamar a la policía. Aunque no habían pasado aún 24 horas desde la desaparición, la policía tomó nota del caso y prometió iniciar una investigación si los niños no aparecían en ese lapso.

Sofía, recordando que los niños llevaban relojes con teléfono, intentó llamarlos. Al principio, los teléfonos sonaron, pero luego dejaron de conectar.

Desesperada y sin saber qué más hacer, Sofía se sentía culpable por no haber cuidado mejor de ellos, especialmente porque

planeaban partir al día siguiente.

Daniel, viendo que Sofia no conseguía calmarse y seguía llorando, decidió llevarla de vuelta a casa. “No te preocupes, mañana la policia nos ayudará a buscar. Pronto encontraremos a Leo y Noe.”

“Es mi culpa, ¡es mi culpa por no estar atenta! ¿Qué hago si les ha pasado algo?” Desde que nacieron, Sofía nunca había estado lejos de sus hijos. Se sentía completamente devastada, intuyendo que su desaparición no era un simple extravío. La falta de pistas en las grabaciones y la imposibilidad de contactarlos por teléfono indicaban que estaban en peligro.

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Al llegar al apartamento, Camila vio a Sofía llorando desconsoladamente, sin Leo y Noe a su lado. Presintiendo lo peor, preguntó: “¿Qué pasó? ¿Los niños no vinieron con ustedes?”

Apenas pudo hacer la pregunta, Sofía se abrazó a Camila, llorando aún más fuerte. “Camila, Leo y Noe desaparecieron. Dijeron que iban a comprar globos, estaban justo a mi lado… y luego se esfumaron. ¿Qué hago?”

Camila miró a Daniel en busca de explicaciones.

“Hemos revisado las grabaciones y no encontramos nada. Ya alertamos a la policía, pero nos dijeron que tienen que esperar 24 horas para iniciar una investigación oficial,” explicó Daniel.

“Tranquila, Sofi, ya se hizo la denuncia. Confía en la policía. Leo es muy inteligente, seguro que no les ha pasado nada,” Camila intentó consolar a Sofía, quien tardó un buen rato en calmarse, pero la preocupación por sus hijos la mantenía al borde de las lágrimas.

Aunque Camila y Daniel trataban de mantener la calma por el bien de Sofía, también estaban preocupados, sabiendo que el secuestrador podía tener cualquier intención y la policía aún no había comenzado a actuar.

De repente, a Daniel se le ocurrió otra opción y dijo. “Sofi, hay algo más que podemos intentar.”

“¿Qué es?” preguntó Sofía, mirándolo esperanzada.

“Pedirle ayuda al papá de Leo y Noe.”

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