Capítulo 76: ¡Quién Quiere Seducir al Señor Mendozal
-Hola, señorita Lancaster…
El recién llegado era Alonso. Vestido con un elegante traje negro hecho a mano, se acercó a
Valentina con pasos ligeros.
-¿Así que… te vas?
Valentina, sorprendida en el acto, rápidamente mostró una sonrisa elegante y apropiada.
-No, no, solo estaba…. buscando a Izan. Debe de haberse retrasado por algo.
Valentina improvisó una excusa.
Alonso, con una ceja arqueada, entendió pero no dijo nada.
-Ese día fue un apuro, y tu identidad como la señorita F se reveló, ¿no estarás molesta.
conmigo? -Alonso fijó su mirada ardiente en Valentina.
Hoy, Valentina había venido a agradecer a Alonso por su ayuda ese día.
-¿Cómo podría estarlo? ¡Estoy más que agradecida con el señor Valenzuela! Sin usted y sin
Izan, ¡yo habría sido señalada como una ladrona de obras y vetada! ¡Ustedes me han ayudado
enormemente!
Apenas Valentina terminó de hablar, Alonso sonrió suavemente.
-En ese caso, ¿cómo me vas a agradecer?
Valentina, tomada por sorpresa, se quedó sin palabras.
Mientras pensaba cómo agradecerle, Alonso sonrió.
-Es broma. ¡Ayudar a la famosa señorita F es un honor para mí!
Alonso no ocultaba su admiración por ella, que iba más allá de la simple admiración, había
también una extraña familiaridad.
Especialmente esos ojos…
-Señorita Lancaster…
De repente, Alonso comenzó a hablar, pero fue interrumpido por su asistente, que corrió a su
lado y le susurró algo al oído.
La mirada de Alonso se endureció por un momento. Pero fue solo un instante, y luego mostró
-Señorita Lancaster, me ha surgido un asunto, disculpe que me retire.
Alonso se giró y se alejó rápidamente, como si algo impactante hubiera sucedido.
+15 BONOS
Cuando Valentina apareció en el banquete, inmediatamente atrajo incontables miradas.
Pero, quizás debido a su palidez y debilidad durante la final, nadie la reconoció como la campeona.
Varios caballeros se acercaron a hablarle, pero apenas intercambiaban unas palabras, siempre recibian una llamada: un problema en la empresa o una cuestión financiera.
Todos tuvieron que irse de prisa.
Después de varias veces, los caballeros ya no se atrevían a acercarse.
Valentina, sosteniendo una copa de vino, sin darse cuenta, se dirigió al patio trasero.
Ella solo queria tomar un respiro cuando de repente escuchó un chillido coqueto de una mujer desde el cenador cerca de la piscina…
-¡Ah, señor Mendoza…!
Esas palabras, «señor Mendoza», hicieron que el corazón de Valentina se tensara.
Inmediatamente, la voz profunda de un hombre resonó, fria y autoritaria.
-¡Fuera!
Esa voz instantáneamente trajo a la mente de Valentina la figura en la oscuridad de la noche en la Villa Rodríguez. Todavia sin reaccionar, una mujer corrió desde el otro lado de la piscina.
La mujer estaba ligeramente desaliñada, con ropa ligera.
Al ver a Valentina, Adelina se sorprendió visiblemente, y luego le lanzó una mirada furiosa.
*¿Por qué me mira así?», se preguntó.
Valentina rápidamente observó a la mujer, dándose cuenta de que al parecer había descubierto un «affaire».
¿Esta mujer estaba seduciendo al señor Mendoza? ¿O fue el señor Mendoza quien se aprovechó de ella y luego la despreció?
¡Valentina tendía a creer lo segundo!
+15 BONOS
Valentina miró con desdén hacia el cenador.
Justo cuando Valentina estaba a punto de Irse, Adelina pensó que ella también habla venido a seducir al señor Mendoza y descargó su Ira por el fracaso en Valentina.
Adelina la empujó con fuerza.
Valentina, tomada por sorpresa, perdió el equilibrio y su primera reacción fue soltar su bolso.
-¡Ah…!
Con un grito, Valentina cayó en la piscina.
Con un chapoteo, el agua salpicó por todas partes.
-¡Ja, a ver cómo seduces al señor Mendoza ahora! -Adelina, furiosa, salió corriendo del patio.
La celebración principal era en la villa y el patio delantero; nadie venía al patio trasero.
Valentina tragó varias bocanadas de agua, por suerte sabia nadar.
Minutos después, finalmente llegó al borde de la piscina.
-¡Maldición! ¡Quién quiere seducir al señor Mendoza!
Habia oido lo que dijo aquella mujer.
¡Evidentemente, ella fue la desplazada!
-¡Ese maldito señor Mendoza! ¡Es una calamidad, nada bueno pasa alrededor de él! -Valentina, apoyada en el borde de la piscina, estaba furiosa.
Su juicio era correcto; ¡tenia que alejarse del señor Mendoza tanto como fuera posible!
Una ráfaga de viento la hizo estremecerse.
¡Tenía que cambiarse rápido de su vestido mojado!
Justo cuando se giró para salir, un par de elegantes zapatos de hombre hechos a mano aparecieron ante sus ojos…
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