Capítulo218
-Una lista de citas a ciegas–dijo Julio con una sonrisa irónica.
Todos se quedaron atónitos.
Inés, que siempre fue bien educada, dejó caer el tenedor de sorpresa, Javier casi escupe el café,
quedando con el rostro enrojecido de tanto toser.
-¡Flores!-exclamó Clara mientras se levantaba abruptamente, su ceja arqueada con fiereza, -¿
estás tratando de vengarte de mí? Tu actitud es demasiado mezquína.
Julio tomó un sorbo de café con calma: -Eres mi hija, ¿necesito vengarme de ti? Ahora que estás
divorciada, aunque intentes mantenerlo en secreto, es probable que la notícia se difunda y te
ridiculicen en el círculo social. Alejandro se ha vuelto a casar, así que como tu padre, debo
ayudarte a encontrar una pareja. Si él puede tenerlo, tú también.
-¿Entonces debo estar enferma como él? ¿Por qué debería ser como él?– Clara ardió de rabia, sus
labios curvándose fríamente.
-En cualquier caso, ya he decidido. Esta lista fue preparada por Rubén durante toda la noche, e
incluye a jóvenes talentosos y solteros de todo el país, de tu misma edad y que son adecuados para
- ti. Prepárate, a partir del próximo mes, debes tener al menos cinco citas a la semana, pero los
sábados y domingos son días de descanso, no hay citas concertadas–Julio tenía una expresión
seria, y no estaba bromeando en absoluto.
Clara casi vuelca la mesa: ¡No lo haré! ¡No iré a esas citas!
-Si no vas, ¿quieres renunciar a tu posición como CEO?
¡Su padre la estaba amenazando con eso! Clara sintió una picazón en las encías debido a la ira, sus
mejillas se enrojecieron.
-Flores, acordamos que si te ayudaba a hacer que KS WORLD fuera exitoso, me permitirías ser la
CEO de KS. ¿Cómo puedes cambiar de opinión? ¿No te preocupa perder toda tu integridad al faltar a
tu palabra?
-Si sacrificar mi propia integridad puede garantizar la felicidad en el matrimonio de mi hija para
el resto de su vida, entonces mi sacrificio no es nada–Julio se mantuvo firme y recto.
Clara apretó los dientes: -¡No aceptaré estas citas a ciegas, no iré!
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-Entonces, ¿no te importa ser la CEO?– Julio entrecerró sus ojos astutos, -Recuerda, Pérez
todavía está bajo mi control.
El desayuno terminó en malos términos.
Clare sintió que había tragado una pila de leña seca, que ardia como una llama en su pecho,
haciendo un ruido crepitante.
Cuando era niña y se sentía mal, solía correr al jardín trasero y esconderse en una cueva en la roca,
donde tallaba groserías en las piedras o lloraba en silencio.
Ahora, a los veinticuatro años, aún no ha cambiado su costumbre y regresó a la cueva para
desahogarse.
-¡Hermana pequeña, realmente estás aqui!-Javier apareció y se inclinó, con su figura alta y
delgada metiéndose en la cueva.
-¿Crees que Flores está vengándose de mí porque le robé su silla?– preguntó Clara con rabia.
-Papá probablemente quiere que te deshagas por completo del impacto negativo que te dejó
Flora, y que comiences una nueva vida–dijo Javier mientras se sentaba a su lado, con las piernas
extendidas. 1
-¿Y la forma de comenzar una nueva vida es continuamente llenándome de hombres? Soy su hija,
pero no necesito hombres en mi vida ahora.
–
Clara lanzó una piedra al estanque, haciendo que salpicara varias veces en la superficie del agua. —
¡Los hombres son una carga! No iré a esas citas, que él vaya en mi lugar.
-Conoces a papá, él es rencoroso y siempre cumple lo que dice–dijo.
Esta mañana dijo que si no ibas a las citas a ciegas, no te dejaría ser la CEO. Siento que es capaz de
hacerlo–respondió Javier.
Clara sintió un pequeño escalofrio en su corazón y sus ojos parpadearon ligeramente, -Hermano, ¿
qué debo hacer ahora?
-¿Qué tal si me das una copia de esa lista?-sugirió Javier.
-¿Qué? ¿Quieres encargarte de cada uno de ellos por mi?-Clara lo miró con brillantes ojos.
-Voy a investigar a cada uno de ellos y te seleccionaré algunos para que los veas. Puedes tratarlo
como una audición, eliges a alguien con buen aspecto para quedarse contigo–dijo Javier
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-¡Tienes ideas ridículas!-Clara frunció el ceño, apretando su pequeño puño como si fuera a
golpearlo.
Justo en ese momento, sonó su teléfono. El nombre de Alejandro destacaba.
En este momento, Clara estaba furiosa y respondió al teléfono sin rodeos, usando al hombre como
un saco de boxeo emocional, -¿Por qué llamas tan temprano? Alejandro, ¿no tienes vergüenza?
-¿Ya saliste de casa?-Alejandro ignoró sus comentarios burlones y preguntó con calma.
-No.
-Entonces, ven ahora–Alejandro pausó por un momento, su voz serena y firme, -Estoy afuera de
tu casa.
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Capítulo219
Fuera de Villa Hermosa, Alejandro estaba solo de pie junto a su Ferrari negro, con una postura
recta y elegante como un bambú, exquisito y refinado. En un momento de espera, miró el elegante letrero y entrecerró sus ojos color melocoton. Durante estos días, no había dejado de investigar y
conocer más sobre los Pérez.
Este lugar fue adquirido por Julio para su esposa, es decir, la madre de Clara. Una mansión de lujo en un jardín de bosque de tan alto nivel, única en todo el país, con un valor incalculable.
Mientras Alejandro estaba absorto en sus pensamientos, la puerta principal crujía y se abría lentamente. Al escuchar el sonido, volvió rápidamente la mirada, tensando sus amplios hombros.
Clara, cubriendo la brillante luz del sol con su palma, estaba de pie en el escalón, mirando a Alejandro Sorprendentemente, el hombre no llevaba un traje hoy, en su lugar vestía pantalones de vestir color beige y una chaqueta deportiva de un suave tono azul. Limpio, animado y distinguido,
parecía una belleza escultural, como una brisa fresca en una noche clara.
Clara nunca había visto a Alejandro vestido así antes. Por lo general, él estaba elegantemente
arreglado, serio y meticuloso. Hoy, Clara tenía la sensación de que Alejandro estaba un poco
extraño.
Es cierto que era muy guapo, pero lamentablemente, su corazón era muy malo.
Clara se acercó cada vez más a él, y debido a la prisa, todavía llevaba sus pantuflas en los pies,
dando pasitos ligeros y adorables, con una inexplicable y atractiva gracia que la acercaba a la
gente.
Alejandro bajó la mirada y se centró en sus pies, sintiendo una calidez en su pecho.
-¿Por qué estás mirando mis pies? ¿Es que nunca has visto pantuflas?-Clara se sintió incómoda
con los dedos de los pies escondidos en las pantuflas y no le dio una buena impresión.
Alejandro entrecerró los ojos: -Siempre usas tacones altos, realmente nunca te he visto así.
-Realmente creo que tus ojos tienen problemas–Clara sonrió fríamente–Durante los últimos tres
años, prácticamente me he estado moviendo asi frente a ti todos los días, y ahora dices que nunca
me has visto. Sé que prácticamente no existo en tus ojos, y ahora que nos hemos divorciado, no es
necesario que me vuelvas a burlar, ¿verdad?
Al instante, el corazón de Alejandro parecia detenerse y su rostro se oscureció.
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Si, lo recordó
Antes, siempre que volvia a casa, la primera persona que se le acercaba era ella. En ese momento, ella se acercaba corriendo con pasitos alegres, con un delantal atado y una cuchara en la mano. Su rostro blanco y delicado siempre estaba lleno de aceite mientras le sonreia de forma cariñosa y
servicial
Lo habia despreciado una vez, pero ahora lo encontraba sumamente valioso.
-Vamos a hablar dentro del coche–dijo Alejandro con voz firme, abriendo la puerta del vehículo.
-Podemos hablar aqui mismo–resistió Clara con ceño fruncido.
-Entonces, ¿quieres que hablemos adentro?-Alejandro presionó suavemente su punto débil,
acercándose a ella.
-Alejandro, ¡no te pases de la raya!-advirtió Clara.
Antes de que Clara pudiera terminar de hablar, Alejandro extendió su largo brazo y la metió directamente en el coche sin decir una palabra más.
Su movimiento fue suave y sorprendentemente rápido.
En un abrir y cerrar de ojos, Alejandro estaba en el asiento del conductor y el sonido de la puerta
cerrándose resonó.
-¡Alejandro, no necesitas cerrar la puerta al hablar!-Clara tiró con fuerza del asa de la puerta,
pero no pudo abrirla.
-Pero necesito cerrarla para conducir. Principalmente, no quiero que saltes del coche–explicó
Alejandro
Las luces del interior del coche se encendieron y Clara se sintió mareada por un momento.
Alejandro se acercó a ella con un ardiente deseo, su nariz casi tocando la suya, y sus largas
pestañas parecían rozar sus párpados.
-¿Qué estás haciendo?-Clara se inquietó y rápidamente empujó su pecho.
Sin esperar, Alejandro atrapó su pequeña mano y la sostuvo firmemente, susurrando con voz
ronca Clara, no te muevas.
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