Capítulo427

Esa noche, toda la familia del grupo Hernández se reunió para ir a Bahia de Luna, como hacían una

vez al mes para cenar con Fernando.

Durante la cena, el ambiente emanaba armonia tan palpable que incluso Leona estaba sirviendo bebidas y pasando platos a Noa, como si fueran dos hermanas muy unidas.

Noa estaba sentada al lado de Alejandro, comiendo en silencio y sin atreverse a decir una palabra

A pesar de ser callada y reservada, tenia su dignidad.

No bebió el agua que Leona le sirvió ni tocó la comida que Leona le puso en el plato, dejándola a un

lado sin probar bocado.

-Papa Ema y yo hemos estado reflexionando sobre algo importante últimamente, más o menos helgado a una decisión. Vinimos especialmente a contártelo y obtener tu opinión-dijo Enrique

mientras sostenía los palillos, mostrando una excelente etiqueta de la alta sociedad.

-Si tú y tu esposa ya lo han decidido, ¿por qué vienen a decirme? -Fernando levantó los párpados, metió un trozo de carne en la boca y masticó con gusto, -¿Acaso hay algo que tu querida esposa no pueda manejar? Con su orientación es suficiente, ¿no la has estado respaldando todos estos.

años? –

Ema forzó una sonrisa, con una pizca de rencor en sus ojos. El aspecto más doloroso para ella cada mes era venir aquí a cenar con el viejo, quien siempre la criticaba y la dejaba sin dormir la noche

anterior

¿Cuándo se desharía de una vez por todas de este viejo?

Enrique frunció el ceño, tosió ligeramente y agarró la mano de Ema debajo de la mesa -Papa, Leona ya está en edad de casarse. Creo que es hora de considerar su matrimonio.

Leona apretó los labios suavemente, sus mejillas se sonrojaron de timidez.

-Matrimonio? -Fernando dejó los palillos en el aire y frunció el ceño, -Solo tiene veinticinco

años, es tan joven Quiero que mis dos nietas pasen un par de años más a mi lado antes de casarse!

¿Por qué tienes tanta prisa?

-Además, nuestras hijas del grupo Hernández no tienen dificultades para conseguir pareja Ni

siquiera a los cincuenta y dos años les faltan pretendientes-dijo de repente el anciano, mirando a

Enrique con suspicacia -No será que la empresa ha tenido algún problema reciente y estás

-Papá, estás malinterpretando la situación, el negocio del grupo está prosperando-Ema apresuradamente sonrió falsamente para defender a su esposo.

-Enrique, déjame decirte algo. Incluso si la cadena de financiamiento del grupo Hernández se rompiera mañana y estuviéramos al borde de la bancarrota, ¡no permitiré que recurras a un matrimonio por conveniencia! ¡Bajo ninguna circunstancia accedería a que Leona se case por

conveniencia, ¿me entiendes?

-Abuelo, estás equivocado-Leona puso sus manos en el brazo de Fernando, agitándolo coquetamente, -Mis padres están pensando en mi. Esto no tiene nada que ver con los negocios,

soy yo quien quiere casarse.

-Leona, ¿quieres casarte? -Fernando parecía sorprendido.

Leona afirmó tímidamente.

-Papá, realmente malinterpretas a Enrique. Realmente no estamos presionando a Leona, todo esto es su propia idea. Ella tiene a alguien en su corazón-Ema miró a su hija con una sonrisa radiante.

Fernando preguntó: -¿Quién es el joven?

-El joven en el corazón de Leona, tú también lo conoces muy bien-dijo Enrique riendo, -Es

Rodrigo, papá.

Alejandro masticaba con tranquilidad, sus ojos almendrados parpadearon levemente con un toque

de oscuridad, pero no mostró ninguna otra expresión.

-¡Rodrigo! Fernando se sorprendió, buscando confirmación.

Ema afirmó: -Sí, papá, es Rodrigo.

Justo en ese momento, un sonido inusualmente estridente interrumpió, todos miraron hacia el

origen del ruido.

z +

Noa se desconcentró y dejó caer el tenedor al suelo. Esto era extremadamente inapropiado en la

familia Hernández, conocida por su refinamiento y estricta etiqueta.

-Lo siento-Noa palideció, sintiéndose nerviosa y desordenada. Intentó recoger el tenedor, pero

Alejandro ya se había agachado y lo recogió por ella.

-No te preocupes, vamos a cambiarlo-él sonrió suavemente a su hermana menor, aliviando su

-Gracias, Alejandro-Noa bajo la cabeza y murmuró timidamente

Leona, con los ojos oscuros y sombrios, desvió su mirada hacia el pálido rostro de Noa, una sonrisa fría y desdeñosa se formó lentamente en sus labios.

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