Capítulo651
Clara tarareaba una canción mientras caminaba sola hacia el salón de la celebración.
Ella sabia que Fátima estaba totalmente acabada.
Conocía a Leonardo lo suficiente como para saber que a los hombres les importaba su reputación.
Hacer quedar mal al joven García le costaría muy caro a la vulgar Fátima.
Atreverse a molestar a la hermana de Clara tenía un precio.
-Clara-una voz seductora y profunda sonó detrás de ella.
Su corazón se estremeció repentinamente, apretando los dedos.
Bajo el cielo, no había otra voz que pudiera alterar la frecuencia de sus latidos, era la voz de
Alejandro.
Un hombre a quien había amado profundamente, y que también había sido cruel con ella.
Clara inhaló con gran fuerza, controlando sus emociones, se sorprendió y volteo a mirar.
Alejandro estaba solo a unos pasos de distancia, sostenía una elegante caja en sus manos, con una
actitud majestuosa, avanzó hacia ella.
-He venido- su voz y su mirada estaban llenas de ternura.
Clara permaneció imperturbable.
El hombre apretó los labios, llenos de remordimiento-Lo siento, quería llegar antes para ver si
podía ayudarte en algo, pero no pude y he llegado bastante tarde.
El hombre que solía ser arrogante se inclinaba como un sirviente ante la Clara.
-¿Por qué tendríamos que necesitar tu ayuda en la celebración de la familia Pérez? – Clara se
burló con ligereza y luego miró a su alrededor, -¿Dónde está el abuelo? ¿No vino contigo?
-El abuelo vino, está en la sala de estar hablando con Julio- Alejandro habló con voz suave.
-Bien, voy a ver al abuelo- Clara dijo sin ningún rastro de nostalgia y se dio la vuelta para
marcharse.
–
¡Clara! — Alejandro entró en pánico, agarró repentinamente su mano y la sostuvo firmemente en
-¿Por qué me agarras así? No es apropiado, ¡suéltame! – Clara se esforzó por liberarse, sus
mejillas se ruborizaron levemente.
-Aquí no hay nadie más, solo estamos nosotros dos.
Alejandro respiró profundamente, entrecerró los ojos, y atrajo a la joven hacia su amplio pecho.
Clara llevaba unos tacones bastante altos, y al jalar de ella, perdió el equilibrio y emitió un suave
suspiro.
Luego, se hundió en el amplio y cálido abrazo del hombre.
La mirada de Alejandro se tornó profunda y directa, ya que en su mano izquierda, sostenía con
gran fuerza el regalo, y, por lo tanto, no podía moverse. Al mismo tiempo, temía que Clara pudiera
caerse, por 10 que rápidamente la envolvió en sus brazos, y con su brazo derecho, presionando su
suave cuerpo contra su robusto pecho.
El pecho de Clara se adhería estrechamente a la curva de su fuerte brazo, haciendo que la
respiración de Alejandro se volviera al instante agitada. Él sentía cómo sus músculos entraban en
contacto con una suavidad que lo hacía latir más rápido. Esa sensación era profunda, plena y llena
de tentación, simplemente irresistible.
Él también era solo un hombre normal, incapaz de resistirse a esa tentación. La mente de
Alejandro quedó en blanco, su respiración se tornó cada vez más ardiente, y sus ojos se
enrojecieron sin que él se diera cuenta.
-Clara, tu cuerpo es simplemente perfecto- murmuró en voz baja, sus labios se acercaron a su
oído, enrojecido su voz era profunda y ronca, como si estuviera rozando cada uno de sus nervios
temblorosos.
-¡Eres un desgraciado! – Los hermosos ojos de Clara ardían de furia, su mano delicada presionó
con fuerza contra su pecho y luego le propinó una sonora bofetada sin vacilar, -¡Maldito rufián! En
serio te lo mereces.
Para Alejandro, la fuerza de esa bofetada fue insignificante. No se enfadó, al contrario, su corazón
latió aún más rápido, su boca se secó y su mente comenzó a nublarse, como si estuviera
embriagado. Embriagado de un amor suave y enigmático que lo hacía sentir cada día más atraído
hacia ella.
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