-Me diste una muenda, pero aun así te diré la verdad. Tu figura es realmente impresionante- la

mirada de Alejandro se tornó profunda y sincera.

-¡Cállate! ¡No digas ni una palabra más! – Las mejillas de Clara se volvieron enrojecieron como

duraznos maduros, sus ojos destellaban de furia, -Aléjate de mí, ten cuidado porque si te veo de

nuevo quizás te rompa esas patas para que no puedas ni siquiera arrástrate en tu próxima vida.

-No me importa en absoluto, solo me interesas tú, Clara. Si no me dejas acercarme, prefiero morir

– Alejandro se quedó inmóvil en su lugar, mirándola fijamente, y las respiraciones de ambos se

entrelazaron en el aire.

-¡Entonces vete al infierno! Clara se dio la vuelta enojada y pisoteó el suelo con frustración.

Entendió, que lo que había sucedido era un accidente y no culpaba a este desgraciado por ello. Sin

embargo, no podía tolerar que aprovechara la situación para evaluar su figura. Empezaba a

entender por qué él y Rodrigo eran buenos amigos; ambos eran igual de incorregibles.

Alejandro observó la espalda delgada y hermosa de la joven mientras se alejaba, y una sonrisa

indulgente se formó en su rostro, con sus labios ligeramente curvados hacia arriba.

-¿Clara? – De repente, una voz suave pero firme llegó desde atrás, temblorosa y llena de anhelo.

Clara tembló repentinamente, y se dio la vuelta con gran agilidad. Sus brillantes ojos, se llenaron

instantáneamente de lágrimas y como una perla brillante, se precipitó hacia la persona que la

llamaba.

-¡Hermana! su voz estaba llena de emoción y alegría.

-¡Clara! – esa voz sonaba aún más apasionada que antes, e incluso llevaba un dejo de sollozo.

Alejandro se llenó de sorpresa y giró bruscamente la cabeza. Vio a Clara abrazándose con gran

afecto a una bella dama de aspecto elegante y distinguido, no muy lejos de allí. La dama vestía un

traje ejecutivo de color azul claro y con una conducta refinada, una actitud suave y gentil.

Sus cejas eran elegantes, un rostro delicado, su piel de porcelana, y el maquillaje era sutil y

apropiado. En su mirada tierna y firme se vislumbraba un toque de confianza y altivez.

Alejandro se sorprendió, al descubrir una sorprendente similitud entre ella y Leticia, ¡eran casi un

70% idénticas! ¿Podría ser que esta dama fuera la hermana que, según se rumoreaba, se había

casado en Austria?

Clara abrazaba con fuerza a su hermana Camila, llena de sorpresa y emoción, sus lágrimas se transformaban en

redondas perlas que caian sobre el hombro de su hermana.

-Hermana, ¿cuándo regresaste? ¿Por qué no me avisaste? ¡Podría haberte ido a recogerte!

-Acabo de llegar, hace más de una hora, acabo de bajar del avión. Pensé que no llegaría a tiempo

para la celebración de cumpleaños, así que no les avisé.

Los ojos de Camila también se humedecieron mientras acariciaba con dulzura la espalda de su

hermana. -Así que les he dado una gran sorpresa.

-Sí, ¡fue una sorpresa enorme! – Clara hablaba cada vez más entrecortado, incapaz de contener

sus emociones.

-Clara, ¡mira cómo estás! Casi no te reconozco- Camila la observaba detenidamente, al mismo tiempo que se

sentía feliz y preocupada, -Has adelgazado mucho, antes tenías las mejillas más redondas. Ahora mira, están

hundidas. ¿Quién te ha maltratado tanto para que hayas adelgazado

así?

Estas palabras perturbaron profundamente el interior de Alejandro. No pudo evitar recordar el rostro redondo y

encantador de Clara cuando se casaron, y ahora, su mirada parecía haber perdido

su brillo anterior, su rostro se había vuelto más delgado. Quizás, durante esos tres años, ella había

soportado demasiadas penurias a su lado, siendo ignorada y desatendida por él.

Sintió una profunda culpabilidad.

-Javier solía decir que estaba gordita, pero ahora que he adelgazado, ¡no puede decir que estoy

gorda de nuevo! – Clara se apoyó en el hombro de Camila con una expresión despreocupada, -He

adelgazado y me veo aún más hermosa, ¿verdad?

-Por supuesto que sí, siempre eres la más hermosa- aunque Camila solo tenía tres años más que

ella, su cariño por su hermana era similar al de una madre.

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