Capítulo92
Cuando sus miradas se encontraron, el tiempo pareció detenerse y la respiración se detuvo.
-¡Es el Si. Hernández! ¡Realmente es el Sr. Hernández!– alguien lo reconoció.
-Alejandro… Leona no esperaba que Alejandro apareciera y se asustó.
Aún tenía un poco de miedo de Alejandro, incluso si Ana lo llamaba un bastardo sinvergüenza en
secreto, pero no podia negar que en la familia Hernández, Alejandro era quien tenía la última
palabra.
-César, lleva a Leona lejos, rápido–dijo Alejandro sin expresión en su rostro.
Alguien ya había tomado fotos y videos en secreto. Si se demoraban más, la reputación de la
familia Hernández se vería arruinada.
César no se atrevió a perder tiempo y rápidamente sacó a Leona, que estaba confundida,
arrastrándola.
Clara se río fríamente y apartó su mirada fría e indiferente.
Sí, este era el verdadero Alejandro Hernández, con un corazón estaba tan frío como el hielo en un
día de invierno severo. Nunca consideraría quién tenía la razón o quién estaba equivocado, solo
pensaría en los beneficios inmediatos y en la reputación de la familia Hernández.
-¡No es bueno! ¡Se morderá la lengua! -Aarón gritó en pánico.
El corazón de Clara se apretó y, desesperada, metió su muñeca en la boca de la chica.
La chica mordió ferozmente su muñeca suave y blanca, causándole un dolor escalofriante que se
extendió por todo su cuerpo, pero Clara no se movió ni un poco y soportó el dolor.
-¡Irene! Alejandro se estremeció y quiso detenerla, pero era demasiado tarde. La miró fijamente
mientras ella usaba su propio cuerpo para proteger a la paciente, mostrando una valentía
inquebrantable y una bondad propia de un médico. Esta escena dejó a Alejandro con una sensación
de conmoción que no había sentido en mucho tiempo.
De repente, la figura delgada de la paloma blanca apareció en su mente.
En el campo de batalla de aquel año, la paloma blanca también lo había salvado de lesiones graves, lo puso en una colchoneta de hierba y lo arrastró por una cuerda de cáñamo durante mucho
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-No te desesperes. ¡Podemos sobrevivir! ¡Definitivamente podemos sobrevivir! recordó mientras sus pensamientos fluctuaban
Más tarde, cuando el campamento estaba en caos, no pudo encontrar a la paloma blanca, pero encontró la cuerda de cáñamo empapada de sangre, sin saber cómo estaban esas manos ahora.
Entre sus pensamientos fluctuantes, los dedos de Alejandro se tensaron y se entumecieron, y su pecho se sintió como si estuviera lleno de algodón, sofocante.
Pronto, la ambulancia llegó y la camarera fue llevada al coche.
Clara, preocupada, pidió que Aarón la acompañara al hospital para verla.
-Gracias por brindar primeros auxilios y ayudarnos a ganar tiempo valioso. De lo contrario, el paciente podría haber estado en gran peligro -elogió el personal médico.
-De nada, siempre y cuando la persona esté bien –dijo Clara con una sonrisa ligera.
Cuando regresaron al hotel, el gerente de la recepción ya había arreglado todo y la multitud se
había dispersado.
Clara miró las profundas marcas de mordeduras y sangre en su muñeca derecha y finalmente sintió un dolor sordo, caminando hacia la enfermería del hotel.
-Irene Isabel.
Su corazón se apretó cuando se volvió, y Alejandro ya la había alcanzado, con una mirada
sorprendentemente sombría.
Estaban demasiado cerca, respirando el uno del otro.
Estaban a un paso de estar pegados.
Clara se desconcertó por un momento, pero reaccionó rápidamente y estaba a punto de retroceder.
Pero Alejandro de repente agarró su brazo y la jaló hacia él con impaciencia.
En el siguiente segundo, toda su persona chocó inesperadamente contra su pecho, como si
hubiera golpeado una pared cálida y sólida.
La sacudió, y su corazón latió con fuerza.
Este hombre malvado, ¿estaba usando un chaleco antibalas debajo de su camisa? ¿Por qué era tan
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-Alejandro, ten un poco de consideración por la gente a nuestro alrededor–Clara respiró con
dificultad, intentando liberarse, pero no pudo.
-¿Dónde has estado estos días? Desapareciste sin razón aparente.
Los ojos oscuros de Alejandro la miraron fijamente, y su agarre se hizo más fuerte.
-¿Qué tienes que ver conmigo? ¿Quién eres tú para mí?— Clara se rio con ironía. Este hombre
seguía siendo tan engreido hasta el día de hoy. -Fui a la luna y atrapé tortugas en océanos. Es
normal que no me encuentres.
“ ཋ
-Irene, ven conmigo – Alejandro parecía frío y agudo, su voz baja y ronca.
-Alejandro, suéltame y vete de aquí ahora mismo–los dientes de Clara se apretaron con fuerza,
finalmente perdiendo la paciencia. ¡Si no te vas, llamaré a seguridad!
Un sentimiento de ira, posesión y algo que no podía explicar se encendió instantáneamente en
Alejandro.
-Incluso si llamas a Diego, no podrás evitar que te lleve conmigo hoy–Alejandro declaró.
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