Ni en la muerte
Capítulo 18

Ni en la muerte me detendrán

Capítulo 18 El pasado como una aguja

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Armando ladeó la cabeza un poco, sus ojos de mirada profunda brillantes y agudos, y aunque había irritación en su rostro, aun así, soltó la manilla de la puerta entre sus manos. Por alguna razón, aunque Armando estaba dispuesto a escucharla con calma, de repente sintió esa amargura en su corazón.

-En primer lugar, la mayor razón por la que me odias es porque te drogaron hace unos cinco meses, ¿verdad? -Clotilde permaneció sentada en el escritorio y habló con calma. Estaba frente a Armando, pero no lo miraba.

Armando consideró esto una mancha en su vida y empezó a fruncir el ceño, pero antes de que pudiera responder, Clotilde levantó la vista y dijo:

-No fui yo. -El significado de sus palabras era muy claro, y Armando se encontró de repente creyéndole. Pero no, ¿cómo iba a creer a aquella intrigante mujer?–.

-Si no fuiste tú, ¿quién más podría ser?

Clotilde sacudió la cabeza ante la esperada respuesta. Sabía que Armando no la creeria basándose en ma

sola frase.

-Esa noche, durante la fiesta del crucero, te bebiste el vino que te di. Pero en realidad sólo queria charlar contigo, no sabia que tu bebida estaba drogada.

A Armando tampoco le

noche, Armando se rioba verla entonces, y sólo empezó a odiarla después de lo ocurrido aquella

noche, Armando se rio con frialdad, pensando que debía de estar loco por quedarse a escucharla soltar tonterias. De repente, Clotilde dio un giro a la conversación y dijo:

Anoche utilice mi teléfono para golpear a uno de mis agresores y éste lo tiró por la ventana. Más tarde. cuando vuelva, sus criados deberian poder encontrarlo.

Cuando ella mencionó cómo había escapado por los pelos la noche anterior, Armando se tragó las palabras sarcasticas que casi salían de su boca. Después de todo, ella había sufrido un terrible susto la noche anterior, lo que quizás era la razón por la que su personalidad habia dado un giro de ciento ochenta grados y ahora le decía estas cosas a él. Clotilde continuó:

-Como investigadora en ciencias médicas, a veces me vienen ideas a la cabeza, asi que siempre llevo una pequeña grabadora de voz en el llavero del celular.

Armando al final se dio la vuelta, porque supuso que Clotilde no mencionaria una grabadora de voz en

Vano.

-Antes de la fiesta, Marina vino a buscarme y me dijo que queria que la ayudara a crear un afrodisiaco que no hiciera ningún daño al cuerpo. -Al escuchar el nombre de Marina, la ceja de Armando se crispo y se dispuso a reñirla, pero Clotilde continuo sin darle oportunidad-: Pero como nunca nadie me había pedido que hiciera algo asi, me entro miedo y grabé la conversación.

Clotilde se rio con amargura, recordando cómo le habían destrozado la vida la noche anterior en su vida anterior. El teléfono roto y la grabadora de voz nunca se encontraron en su vida anterior, pero esta vez debería ser capaz de encontrar esos objetos a tiempo. Al principio no queria hablar de ello, ya que habia decidido romper los lazos con Armando, pero cambió de opinión.

No importaba cómo la viera Armando, pero ¿por qué cargar con esa reputación de mujer desvergonzada al rectes de eu viduā

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y

Esa noche, el vino que te di fue servido por Marina. Vi que empezaste a reaccionar de forma extraña, así que te llevé a la habitación. Pude ver que estabas sufriendo los efectos de algún tipo de droga y no queria que te avergonzaras, asi que saqué a todo el mundo de la habitación y saqué mis agujas de acupuntura. para intentar controlar la situación, pero me tiraste toda la bolsa de agujas. Vi que estabas sufriendo decidí dejarte tener sexo conmigo. -Contó la noche en tono serio, sin cambiar de tema-. Después de fuiste a investigar y descubriste que yo había creado previamente ese tipo de droga y concluiste que ese debía ser mi malvado plan, ¿verdad? ¿Y por qué investigaste en primer lugar? Porque Marina te dijo algo, ¿no? Puedes volver atrás y hacer que alguien encuentre esa grabadora de voz, y lo explicará todo.

Armando apretó el puño y su ira llevó la tensión de la habitación al limite.

-¿Así que pretendes culpar a Marina?-resopló-, Marina es una chica de corazón tan puro, ¿y tú tienes el descaro de desprestigiarla?

Una chica de corazón tan puro.

Clotilde se echó a reir, con el corazón henchido de amargura, odio e ira. Pero cada vez reia con más fuerza. En aquella pequeña habitación, los dos estaban como en los extremos opuestos de una misma. discusión, negándose a ponerse de acuerdo ni a ceder.

creer?–

-¿Así que vas a insistir en que la estoy difamando? He dicho que hay pruebas, ¿pero sigues sin creer La sonrisa de Clotilde se volvió cada vez más fria, hasta el punto de helar los huesos.

Armando, por su parte, se enfado cada vez más, respondiendo con sarcasmo:

-Entonces, si no podemos encontrar esa grabadora de voz, ivas a decir que Marina es quien te la quito? ¡No olvides que ahora está de gira de presentación y no volverá hasta dentro de un mes!

Clotilde ya no sabia cómo describir sus sentimientos. Estaba a punto de derrumbarse y gritar sin control de la rabia, pero apretó los dientes e intentó mantener la calma.

-¿Puedes decirme por qué? -Sus ojos hipnotizadores seguían mirando fijamente a Armando mientras preguntaba-, ¡Es tu amiga de la infancia, pero yo también! Incluso te conozco desde antes que ella. ¡Y como tu prometida nada menos! ¿Por qué sólo la crees a ella y no a mi?

-Porque ella es más inocente y amable que tú. Nunca podrás compararte con ella -declaró Armando con frialdad mientras abria la puerta para marcharse.

En ese momento Clotilde estalló por fin de rabia. Con un estallido de energia consiguió empujar la puerta y golpeó a Armando contra la puerta. Enfadado por haber sido empujado de esa manera, Armando le apartó las manos y la golpeó contra la puerta. Estaba a punto de dar un paso atrás cuando Clotilde lo agarró fuertemente por el cuello.

-Sueltame! -No quería recurrir a golpear a una mujer.

-¡No! -Clotilde era asombrosamente testaruda en ese momento, era en realidad diferente a antes. En el pasado nunca se hubiera atrevido á hablarle asi a Armando, y mucho menos a tratarlo de esa manera.

-¡Sueltame! -Armando entrecerró los ojos e intentó liberarse, pero se dio cuenta de que Clotilde era extremadamente fuerte, y tendría que herirla para zafarse de su agarre. Maldita sea, équé demonios quieres? -Dio un puñetazo justo al lado de la oreja de Clotilde.

La ira desbordada estaba a punto de comerse a Clotilde. Los dos estaban a sólo unos centimetros de distancia, y ella lo miró con una expresión en los ojos que él nunca había visto antes. Aquel profundo dolor y la falta de voluntad para admitir la derrota en sus ojos era como la mirada de un espiritu vengativo,

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que heló al instante el corazón de Armando.

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-Dime ahora! ¡Qué es lo que te hace tratarme de forma tan diferente a ella! ¡Dimelo y te dejaré ir!

-Humph–se burló Armando y dejó de forcejear. En lugar de eso, la empujó contra la puerta y acercó su cara a ella, asegurándose de que escuchara cada palabra que decía-, Claro, ya que parece que no lo sabes, ite ayudare a recordar por quél Te acuerdas? Cuando tenía 14 años, fuimos los tres a jugar a escondidas al bungalow del campo y me cai al agua. Tú estabas justo al lado de la piscina, pero como te daba miedo el agua, te quedaste ahí mirando como me abogaba! En el último segundo antes de perder el conocimiento. solo recuerdo esa expresión débil y cobarde en tu cara. Si no fuera por Marina, habria muerto! Dime, ipor qué tengo una prometida como tú?

Sus palabras conmocionaron a Clotilde, que le devolvió la mirada horrorizada.

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