Todo por amor novela (Victoria Selva y Alejandro Calire) Completa -
Todo por amor Capítulo 110
Capítulo 110 Brindarle lo mejor
Capítulo 109 ¿Podrás soportar que ella esté con otro hombre?
Victoria respiraCapítulo 108 No estoy enamorada de ti
-Ve a buscar a tu querida Claudia para satisfacer tus necesidades -comentó de manera apática al escucharlo.
-Solo te quiero a ti; no necesito a nadie más dijo entre dientes y con una mirada sombría.
nieve. La miraba fijo y quería que respondiera-. Te molestó que dijera que solo estaba contigo para satisfacer mis necesidades o porque me reuni con Claudia?
Victoria dejó de moverse cuando comprendió lo que él decía; ella no sabía por qué se comportada de ese modo, pero en ese momento se dio cuenta. Alejandro la estaba poniendo a prueba.
-¿Qué quieres decir en realidad? -preguntó después de soltar una risita.
Tenía que admitir que el hombre le parecía muy atractivo; ella en verdad lo queria mucho, pero eso no significaba que fuera a darle todo lo que quería. El iba a responderle, pero solo abrió la boca y no dijo nada, aunque era evidente lo que iba a decir.
Desde pequeños, habían estado enamorados uno del otro; se conocian muy bien y sabian qué sentía cada uno. No obstante, por ese motivo, a veces no podian preguntarse entre ellos si querian o se preocupaban por otras personas. Una vez que lo hicieran, ya nada seria igual y la relación iba a cambiar por completo; en verdad iba a deteriorarse. Después de todo, dacaso no era humillante que lo trataran como amigo cuando el otro estaba enamorado? Ya no iban a continuar siendo amigos y por eso, Alejandro le preguntó aquello con calma. Sin embargo, Victoria no era como Alejandro y sabia que le preguntaba eso para saber qué pensaba sobre él.
Crees
que estoy enamorada de ti? -dijo sonriendo, pero su tono de voz era apático.
Tú… -No esperaba que ella mencionara eso y se angustió.
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-No te preocupes; no estoy enamorada de ti —dijo. Al ver que no respondía, continuó—: Dije que estábamos juntos por nuestras necesidades físicas, pero porque no íbamos a andar relacionándonos con otras personas. Ahora es distinto porque estás con Claudia. ¿Por qué continuaría contigo solo por mis necesidades? ¿En verdad crees que soy así de promiscua?
A medida que hablaba, Alejandro se angustiaba cada vez más; se le desfiguró el rostro y la miraba consternado.
-¿A quién vas a ir a buscar? ¿A Bautista o a Noel?
Ella no supo qué responderle.
-Bautista te trajo a casa luego de la fiesta de bienvenida, ¿no?
La joven frunció el ceño y estaba un poco sorprendida. «¿Cómo sabe eso?». Ella creía que Alejandro solo le prestaba atención a Claudia.
-También te encontraste con él ayer.
Victoria comenzó a sospechar.
-¿Me seguiste, Alejandro?
Comenzó a alterarse porque había ido al hospital con Sabrina y, mientras estuvo allí, él no pudo descubrir a dónde se encontraba.
-Necesito hacerlo? -preguntó.
-¿Acaso ya no lo ha hecho? ¿Esto significa que no consiguió que persona que me siga?».
-¿Cómo lo sabes?
No le preocupaba que supiera que Bautista la llevó la noche que Claudia se lastimó porque el joven la acompañó hasta la entrada de la casa. Sin embargo, ella no esperaba encontrarse con el joven cuando salió a comer el día anterior, así que ¿cómo Alejandro sabia eso? Incluso regresó a la casa en taxi.
-¿Estás nerviosa? Copo de nieve, sabes que yo siempre me entero de todo -La joven no supo qué responderle y él le miró el pijama que usaba-. ¿Y la manera en la que te vistes? ¿Intentas complacerlos?
-¿A qué te refieres? ¿No puedo cambiar mi estilo en invierno? -preguntó consternada.
Ella creía que Alejandro estaba actuando de manera ridícula; no sospechaba que había cambiado la ropa por su embarazo, sino que intentaba complacer a Noel o a Bautista. Aunque se conocían desde pequeños, Victoria comenzó a sentir que no era la persona que ella creia porque no pensaban del mismo modo; a Alejandro ni siquiera le interesaba el bebe ni le habia preguntado por ello de nuevo, lo cual no tenía sentido. -¿Y si…?– Mientras Victoria pensaba, Alejandro se acercó y ella salió de su ensimismamiento; notó la expresión de enfado que tenia a medida que se
acercaba a ella.
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-Claro que puedes hacerlo, pero es demasiada coincidencia, ¿no crees? Además, ¿Bautista es a quien amas? Te abrazó aquella noche.
Al mencionar eso, a Victoria comenzó a dolerle la cabeza.
-¿Podemos no hablar de eso en este momento? No estoy enamorada de nadie, ¿entiendes? -No pudo evitar bostezar-. Estoy cansada. ¿Por qué mejor no te vas a dormir? Mañana conversaremos si es necesario.
Su única preocupación era ir con Griselda al doctor para un control médico al día siguiente y no quería preocuparse por otros asuntos. Alejandro se quedó estupefacto al escucharla porque no podía creer que a ella no le importara ese asunto tan relevante y que incluso quisiera irse a dormir. -¿Cómo puede ir a descansar?».
-Si no estás cansado, entonces me iré yo primera a dormir–explicó al ver que no le respondía.
La joven se liberó de él, se acostó y se cubrió con la manta; solo en ese entonces notó que el hombre se quedó de pie en el lugar sin moverse ni acercarse a ella. Ambos permanecieron en silencio en la habitación: Victoria creyó que, si lo ignoraba, él iba a irse, pero permaneció en el lugar por alguna razón. Mientras pensaba, se mordía el labio. «¿Va a quedarse de pie allí toda la noche? ¿Ha perdido la cabeza? No me importa; estoy embarazada y necesito descansar para no volverme loca al igual que él-. Luego de pensar en ello, la joven se dio vuelta y se durmió de inmediato.
3/3ba con tranquilidad; Alejandro se acercó a ella y vio que estaba dormida de manera profunda. Se acarició el lugar en el que ella lo abofeteó y aún estaba consternado; si no fuera porque la mejilla le dolia, habría pensado que todo fue un sueño. Después de todo, ¿cómo una persona podía estar tan enojada y dormirse de repente? Victoria había cambiado mucho, tanto que él apenas la reconocía.
Se sintió incómodo y no sabía cómo expresar lo que sentía, ya que tampoco podía hablarle porque estaba dormida. Caminó en puntas de pie hasta el sofá y se sentó. Era la media noche, pero no podía dejar de pensar y de recordar lo que Norberto le había dicho antes de irse.
Cuando estuvieron en el bar, Norberto lo detuvo. Si no puedes entenderlo, entonces cambiaré la pregunta. Alejandro estaba incómodo y miró de reojo a su amigo; aunque estaba ansioso, no se alejo de él. Es muy sencillo. Piensa si puedes tolerar que Victoria esté con otro hombre después de que se divorcie de ti».
-Norberto, ¿qué quieres decirme?». «¿Soportarías ver a Victoria abrazar, besar a otro hombre y hacer con otra persona lo que hacen todas las parejas?». Alejandro no pudo evitar fruncir el ceño al imaginarsela abrazando a otro, por no mencionar el resto. En el momento en el que Norberto dejó de hablar, notó que Alejandro estaba molesto, tal el joven como esperaba. Solo te di un ejemplo y te enojaste. ¿Cómo vas a sentirte cuando ocurra en verdad, Alejandro? No esperes hasta que no puedas arreglar tu relación porque te arrepentirás; recordó que le dijo.
-¿Y si eso en verdad sucede? Victoria es muy inteligente y tendrá muchos pretendientes luego de divorciarse. Cuando se libere de mi, conocerá a la persona ideal y se quedará con él. ¿Cómo un hombre puede controlarse si está con ella? Ellos incluso….“. De tan solo pensar en ello, Alejandro apretó los puños. Luego de un momento, se recostó en el sofá y cerró los ojos porque estaba exhausto. Mientras, Victoria dormia profundamente en la cama.
Cuando despertó la mañana siguiente, se sentía renovada. Al sentarse en la cama y estirarse, olvidó el inconveniente de la noche anterior; estaba a punto de ponerse de pie, cuando vio de repente a Alejandro en el sofá. Al verle los ojos, notó que el hombre los tenia enrojecidos e hizo una pausa. ¿Se sentó allí toda la noche y no durmio? Si no descanso, estuvo toda la noche observándome?». Se aterró al pensar en esa posibilidad. Alejandro sabia que debía llevar a su abuela al hospital, pero no habia dormido. Ella no lo regaño, ya que, después de todo, era su abuela y él debía haber considerado eso. Decidió ponerse de pie e ir a prepararse; al salir del baño, vio que él continuaba sentado en el sofá.
-¿No vas a arreglarte? Debemos llevar a tu abuela al hospital.
-Lo sé; no necesito que me lo recuerdes -respondió impaciente al mismo tiempo que se ponia de pie.
Caminó a su lado e ingresó al baño, Victoria se quedó perpleja al escucharlo, pero recordó que debía mantener la calma ya que solo faltaban algunos días. Debido a que habia dormido bien, no tenía ojeras, asi que decidió no maquillarse ese día y bajo las escaleras en cuanto se cambió de ropa. Al hacerlo, se encontró con los padres de Alejandro en la sala de estar; estaban conversando con Griselda, que estaba en su silla de ruedas.
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La joven no se sorprendió al verlos porque le habían dicho que iban a ir. La vez anterior, cuando postergaron la cirugía de Griselda, no llegaron a tiempo porque su vuelo se había retrasado; aunque a Griselda no la operaron, se sintieron culpables y decidieron regresar antes. Llegaron muy temprano esa mañana a pesar de no saber si iban a realizarle la cirugía ese día o no.
-Están muy atareados con su trabajo; no era necesario que vinieran tan apresurados por esta situación -explicó Griselda a los adultos al mismo tiempo que Victoria bajaba las escaleras—. Ya soy una anciana y no creo que le importe a alguien si muero en el quirófano.
Al escucharla, la joven creyó que la anciana era honesta, pero cuando terminó de hablar, se dio cuenta de que en realidad era condescendiente. La abuela puede ser muy tierna a veces-. Maria, que estaba observando la taza de té que tenía en la mano mientras permanecía sentada en el sofá, se acercó a la anciana y se arrodillo ante ella al mismo tiempo que le tomaba la mano.
-¿A qué se refiere? Nuestra compañia es importante, pero no tanto como usted; es muy especial para Adrián y para mí. Nadie podrá ocupar su lugar, nunca -explicó.
Maria era tal cual Victoria se la imaginaba, pero la anciana se liberó de ella y la miró de manera apática.
-¿Crees que voy a creerte?
-Señora, si no me cree, lo repetiré todo el camino hasta el hospital.
-Suficiente; si lo haces, me quejaré por lo molesta que eres respondió: Griselda parecía disgustada, pero aun así esbozó una sonrisa.
Victoria sintió envidia al ver la escena: María parecía capaz de resolver la situación sin importar lo malhumorada que pudiera estar la otra persona. «¡Qué gran habilidad!“. La joven no podia hacer
eso.
-¿Victoria? —dijo la anciana al verla.
María miró en la misma dirección que lo hacia la anciana y vio a la joven. Victoria le sonrio a Maria, a pesar de sentirse un poco nerviosa.
Buenos días a todos. María, Adrián, ¿por qué han llegado tan temprano?
Adrián era una persona muy inexpresiva, pero había visto a Victoria crecer; sus familias eran cercanas y él la quería como una hija. Luego, se convirtió en su nuera, lo que unió aún más a ambas familias,
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-Me preocupaba el tráfico, por eso vinimos temprano con Maria.
-Victoria, lamento haberte molestado -dijo luego de acercarse y abrazarla-. Me entere de que has sido la responsable de cuidar a la abuela.
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Maria tenía una suave fragancia a limón que resultaba refrescante; Victoria se relajó tanto fisica como emocionalmente cuando la abrazó e hizo lo mismo. Las mujeres de la familia eran sus personas favoritas; María lo sabía y le acarició la nariz.
-¿Me extrañaste?
Victoria se sorprendió un poco ante la pregunta, pero sonrió luego de pensar un momento.
-Si, los extrañé a ambos.
-¡Ja! Cariño, y nosotros a ti.
María le acarició la mejilla con cariño y no pudo evitar continuar haciéndolo al sentir la piel suave de la joven.
-¿Trajiste los regalos que preparamos para Victoria? -preguntó a su esposo.
-Si, claro dijo y sacó dos cajas del bolsillo.
-Toma; te trajimos estos obsequios comentó al mismo tiempo que se los entregaba.
No era la primera vez que lo hacían; antes de casarse con Alejandro, Adrián y Maria siempre le daban presentes cuando se encontraban y todos eran muy costosos. Si Victoria se negaba a aceptarlos, Maria hablaria con ella para convencerla. En ese momento, la joven sonrio y los aceptó.
-Muchas gracias a ambos.
-Qué amable.
-Al menos tuviste la intención de traerle regalos -dijo Griselda.
-Claro que sí, abuela. Victoria ha hecho un gran esfuerzo al cuidarla, por no mencionar que es mi nuera y que debemos brindarle lo mejor.
Todos conversaban felices y Victoria olvidó sus problemas. Alejandro bajó en ese momento; tenia una expresión apática, pero se alegró un poco al ver a sus padres aunque lucía muy mal. Como no había descansado bien la noche anterior, tenía los ojos enrojecidos y ojeras; en verdad lucia exhausto. Cuando Maria lo observó, se le desfiguró el rostro, pero no dijo nada frente a Griselda para no alterarla y preocuparla. Cuando la subieron al auto, ella lo agarro del brazo y lo aparto del vehículo
-¿Qué ha ocurrido contigo? Tienes demasiadas ojeras. ¿Qué has estado haciendo en la noche?
-Nada–contestó mientras observaba a Victoria subir en el mismo auto que Griselda.
-¿Te olvidas de que soy tu madre? Intentas mentirme, ino? ¿Estás seguro de que podrás hacerlo?
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-Qué importa -respondió apático sin siquiera voltearse.
La mujer queria poner los ojos en blanco por el comportamiento de su hijo, pero no lo hizo porque recordó que era la mujer de la casa.
—¿A qué te refieres? Luces muy desanimado, ¿discutiste con Victoria? -Alejandro no le respondió y continuó-: Parece que adiviné. ¿Por qué volviste a molestarla? Ella es tan amable. ¿Por qué peleaste con ella?
“¿Amable?“, pensó el hombre. «Victoria estaba enfurecida. ¿Cómo puede decir que es amable? M madre nunca la ha visto enojada y por eso me dice esto“.
-¡Ja! Ale, mírate. ¿Por qué eres tan exigente con ella? Debes consolarla cuando esté enojada y, si no funciona, vuelve a hacerlo. Mientras seas así de obstinado, no lograrás nada con ella.
-¿Me aconsejas esto por la manera en la que tú buscaste de manera constante a mi padre?
María estaba aconsejando a su hijo y no esperaba que él le dijera eso.
-¿A qué te refieres? Tu padre fue quien no podía dejar de perseguirme y por eso estamos juntos, ¿entiendes?
El hombre resopló y ya no quería discutir con ella. Aunque su madre estaba desesperada por estar con Adrián, eso había ocurrido hacía varios años. Además, Adrián la amaba tanto que él estaba dispuesto a mentir y a decir que era él quien no podia dejarla tranquila en el pasado. Alejandro ya había tenido esa conversación varias veces.
-¿Por qué resoplaste? ¿No me crees? -preguntó irritada-. ¿Por qué no vas y le preguntas a tu padre?
-Suficiente; sube al auto. Debemos irnos al hospital.
El joven no esperó a que le respondiera y se acercó al vehiculo. Mientras, Maria permaneció de pie en el lugar sin moverse; estaba molesta por la actitud de su hijo y estaba segura de que él y Victoria habían discutido. «Alejandro es igual de serio y aburrido que su padre; la única diferencia es que Adrián es apático, pero Alejandro es obstinado. Si no fuera por la personalidad de Victoria, ellos…… María suspiró y lo siguió.
Como eran varias personas, no podían ir en un solo auto, así que Griselda le pidió a María y Adrián que la subieran en el de ellos.
-Victoria, ve con Alejandro —dijo la anciana al verla que se sentó a su lado.
-¿Abuela? -respondió perpleja.
“¿Qué ha percibido? ¿Por qué quiere que me vaya con él?». La anciana le acarició la mano.
-No he visto a tu suegra hace tiempo y quiero conversar con ella.
Victoria suspiró aliviada. Era entendible que la anciana quisiera conversar con María.
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-Entonces, me quedaré aquí y no las interrumpiré.
-No entiendes; quiero hablar algunos asuntos en particular con ella. ¿Por qué quieres quedarte conmigo? Ve.
-De acuerdo -respondió abatida; no tuvo alternativa.
Bajo del auto y se acercó a Alejandro; se miraron un instante y luego ella frunció los labios al mismo tiempo que se acercaba al vehículo. Él se apresuró y se subió antes que ella; la joven quería sentarse atrás, pero se sentó en el lugar lado del copiloto luego de pensar un momento
-No querías venir conmigo, ¿no? ¿Por qué cambiaste de opinión?
La joven estaba por ponerse el cinturón de seguridad, pero se detuvo al escucharlo; luego de unos segundos, lo abrochó.
-No lo hice, pero quizás sea la última vez que conduzcas conmigo a tu lado. Divorciémonos en
buenos términos.
Antes de subir al auto, Alejandro se quedó pensando en lo que su madre acababa de decirle; él estaba preparado para enfrentarla, pero al verla intentar subirse al asiento de atrás y que luego se sentara a su lado, se sintió incómodo. Además, creia que lo estaba provocando al decirle eso. Como ella fue mucho más apática que él al hablarle, el hombre no pudo evitar apretar los dientes.
-¿Qué dijiste?
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