Capítulo 117 Venganza

¡Bum! A Victoria la golpearon con la puerta de vidrio; el empleado se quedó atónito al verla y se apresuró para ayudarla.

-¿Señorita, se encuentra bien? -preguntó.

-¿Qué ocurrió? -dijo Sabrina en el teléfono-. ¿Qué está sucediendo? Victoria, ¿estás bien?

La joven frunció el ceño por el dolor agudo que sentía en el hombro. Cuando el empleado la ayudó a ponerse de pie, su primera reacción fue tocarse el vientre para asegurarse de que el bebé estaba bien. Cuando se dio cuenta de que solo le dolía el hombro, suspiro aliviada. Levantó la mirada y miró quién abrió la puerta y la golpeó. ¿Quién era? ¿Cómo pudo entrar de manera tan descuidada a una tienda? Además, ya había transcurrido bastante tiempo del accidente. ¿Por qué no se disculpaba? La persona le parecia familiar y, luego de mirarlo atenta, pudo recordar el nombre.

-¿Cristóbal Duarte?

-¿Qué? —dijo Sabrina, que estaba confundida al escuchar a su amiga-. Ese nombre me resulta muy familiar. ¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien?

Incluso Cristóbal se sorprendió al escuchar a la joven. No esperaba que una mujer hermosa y atractiva como ella lo reconociera después de tantos años; incluso dijo el nombre completo. Después de todo, para las mujeres de la alta clase social, no sabían que un hombre como él siquiera existia.

-Te llamaré después; debo ocuparme de un asunto -explicó Victoria a Sabrina.

No cortó la llamada, pero Sabrina no dijo nada para escuchar qué estaba sucediendo.

-¿Por qué estás aquí? -preguntó la joven mientras se agarraba el hombro que le dolia.

Parecía que se había olvidado de que fue él quien la golpeó con la puerta y no esperaba esá situación. Elena le dijo que debía contenerse, pero al hombre le resultaba casi imposible hacerlo porque recordaba que Victoria lastimó a Claudia de manera tal que tendría una cicatriz en el rostro. No atacaria a Victoria, pero eso no significaba que no fuera a intimidarla. De todos modos, ella no iba a resultar herida por el empujón; él solo debía disculparse y nadie lo culparia, pero no esperaba que Victoria reaccionara así y se aterró.

-Vine a comprar un pastel–respondió de manera feroz luego de pensar un momento.

-Ah–comentó y sonrió-. ¿Trabajas por aquí cerca? ¿Eres nuevo en la zona? No recuerdo haberte visto por aquí antes.

-No estás enojada porque acabo de golpearte? -preguntó perplejo.

Solo en ese entonces ella recordó el accidente ocurrido y aún le dolía el hombro, pero él no se disculpaba. De todos modos, no esperaba que el culpable fuera alguien conocido.

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-Está bien; fue un accidente, ¿no?-contestó.

El hombre parecía enfurecido. ¿Ella en verdad creía que fue un accidente? ¿Era ingenua o estúpida? Aun así, estaba sorprendido por la respuesta y solo queria darle una lección. Cuando se encontraba con sus compañeros de escuela, no lo reconocían o lo denigraban; nadie sabia quién era, pero Victoria lo reconoció de inmediato. Ella ni siquiera estaba molesta por lo ocurrido. Por otro lado, Cristóbal estaba enfadado por la situación y sentía curiosidad.

-¿Cómo me reconociste? Las mujeres jóvenes y adineradas detestan a las personas problemáticas como yo, ¿no? Fui el peor estudiante en la escuela y ahora ni siquiera soy miembro productivo de la sociedad. Al escucharlo, ella no supo qué decir-. Tengo razón, ino? ¿Vas a despreciarme como esas personas?

Salió de su ensimismamiento y lo miró a los ojos.

-¿Qué crees que una persona hace para ser un miembro productivo de la sociedad? -preguntó la joven. El estaba perplejo-. Cada uno tiene su trabajo y su lugar en el mundo; somos humanos. ¿Por qué te despreciaria?

En el pasado, ella no se relacionaba mucho con él, pero desde que los Selva estuvieron en bancarrota, comprendió mejor cómo era el mundo. Luego de un momento, tuvo un recuerdo.

-Debo regresar al trabajo, disculpame.

Se retiró de inmediato y no quiso regañarlo por haberla golpeado. Mientras, él se quedó de pie en el lugar y la observó marcharse; luego de un momento, rompió el cigarrillo que tenía en las manos y salió de la tienda también.

-¿Quién era? ¿Por qué no se disculpó contigo? -preguntó Sabrina.

—Era Cristóbal Duarte.

-¿Cristóbal? Me parece familiar ese nombre.

Durante unos segundos, intentó recordar quién era al mismo tiempo que Victoria tenía el pastel en la mano.

-¿No lo recuerdas? Estudiamos en la misma escuela.

-¡Ahora ! ¡Sé quién es! -respondió la joven luego de que su amiga la ayudara a recordar

-¿Si?

-El era uno de los admiradores de Claudia.

-Así es.

-¿Acaba de golpearte? -La joven asintió y estaba a punto de continuar explicándole, pero Sabrina la interrumpió-. ¡Cielos! ¿Esto significa que quiere vengarse porque Claudia resultó herida?

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-¿Vengarse?-preguntó perpleja al escucharla.

-Si; está enamorado de Claudia. Lo sabes, ¿verdad?

Todos en la escuela sabían que Cristóbal estaba enamorado de ella; por eso, él actuaba de manera sospechosa por la mujer a pesar de que ella siempre lo rechazaba. Aun así, estaba obsesionado con la señorita Juárez. Cuando lo reconocían, todos lo despreciaban.

-Retomemos la conversación; es la primera vez que lo ves, ¿no?

-Si.

-¿Desde cuando trabajas en Grupo Calire? ¿Lo has visto en otra oportunidad? ¿Por qué querría aparecer en cuanto Claudia resulta herida? ¿Crees que es solo una coincidencia?

-No lastimé a Claudia -comentó con los labios fruncidos.

-Si, lo se. Me di cuenta de que se lastimó ella misma porque creo en ti, pero ¿Cristóbal? Ha sido su lacayo por años; ¿piensas que te creerá? No solo no lo hará, sino que te atacará por ello.

De pie en la acera, la joven miró a las personas y los autos que había y recordó lo que ocurrió cuando abrió la puerta. Ella no miro hacia afuera, por lo que no sabía si él la golpeó por accidente o a propósito, pero la realidad era que aún le dolia mucho el hombro.

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