Capítulo 118 ¿Ya no estás molesta?

De regreso a la oficina, Victoria dejó el pastel en el escritorio; estaba de muy buen humor cuando bajó las escaleras e incluso tenía hambre, pero en ese momento no. El accidente con Cristóbal Duarte provocó que no pudiera dejar de pensar y recordaba lo que le había dicho su amiga. Aunque era una posibilidad que se encontraran solo por casualidad, no quería pensar mal de las personas; después de todo, esa pastelería era muy reconocida por lo que era esperable que tuviera muchos clientes. ¿Pero en verdad era una coincidencia?

Victoria se reencontró con un compañero de escuela que no había visto durante años y que era el admirador de Claudia, justo después de que ella se accidentara. Mientras pensaba en ello, abrió la caja y percibió el aroma delicioso del pastel; cortó un trozo y lo comió al mismo tiempo que tomaba una decisión. Fuera o no una coincidencia, debia tener mucho cuidado. Si Cristóbal queria vengar a Claudia, Victoria debía evitar cualquier posible amenaza de él; de lo contrario, ella seria muy intolerante.

Aunque Claudia le había prometido que iba a permitir que continuara con el embarazo, nadie podia asegurarle que no cambiaria de opinión. ¿Y si eso ocurría? La joven no se atrevió a pensar en esa posibilidad y debia ser muy cuidadosa por el bienestar del bebé que tenia en el vientre. Antes de salir del trabajo, fue a la oficina de Alejandro y se encontró con Pedro, que salía de allí mismo. En cuanto la vio, se acercó a ella como si fuera un amigo cercano.

-Señorita Selva, ¿viene a ver al señor Calire?

-¿Qué sucede? ¿Está ocupado? -preguntó al mismo tiempo que se detenía.

-No, claro que no–respondió y sacudió la cabeza-. Se retirará pronto, solo que crei que no vendría a verlo, señorita Selva.

Antes de que Claudia regresara, Alejandro siempre esperaba a que Victoria fuera a su oficina antes de retirarse de la compañía juntos. No obstante, desde que esa mujer fue por primera vez, Victoria ya no iba a su oficina, por lo que Pedro creyó que no iba a volverlo a hacer. Al mencionarlo, Victoria se puso incómoda y no dijo nada. Hacia tiempo que usaba el auto de Alejandro para irse a casa sola, pero debía ser cautelosa. De lo contrario, no habría ido a verlo.

-Pase; el señor Calire está allí.

-De acuerdo.

La joven caminó a su lado y él volvió a saludarla antes de que entrara.

-Buena suerte, señorita Selva. Cuidese.

La joven estaba perpleja por su amabilidad y Pedro se retiró con los documentos que tenía en las manos. Se quedó de pie en el lugar con el ceño fruncido mientras pensaba en lo que acababa de decirle. Quizás le desco suerte porque Alejandro la preferia antes que a Claudia, pero ¿por qué le dijo que se cuidara? Esa frase hizo que se quedara pensando un momento.

Ella creía que era muy buena ocultando su embarazo, excepto por la vez que Sabrina le gritó por

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mensaje de voz y ella lo reprodujo en la oficina, por lo que nadie debería saber al respecto; incluso Jazmin actuaba con normalidad. No importa. No debe saberlo». Victoria dejó de pensar y se dirigió a la oficina de Alejandro. La puerta estaba cerrada e iba a golpearla, pero de repente él la abrió. Estaba sorprendido porque era evidente que no esperaba que ella fuera a buscarlo, así que se emocionó un poco.

-¿Viniste a verme?

-Si–dijo y bajó la mano con la que iba a golpear la puerta-. No me siento bien, así que no quiero manejar. ¿Puedo…? -Tuvo un recuerdo, hizo una pausa y dijo: ¿Podrías llevarme a casa estos días?

-¿Qué sintomas tienes?

Ella nunca esperó que él le preguntara y la miró de pies a cabeza de manera mordaz, lo que provocó que ella se quedara estupefacta.

-Eso no importa.

-Entonces, ¿qué tienes? ¿Estás enferma? -preguntó mientras la sujetaba por los hombros.

Él sabía que estaba comportándose de manera extraña, como si estuviera guardando un secreto e incluso hasta ese día, él desconfiaba de ese informe. En principio, creyó que le habian diagnosticado una enfermedad y que por eso lo rompió, pero la explicación de la joven muy convincente. Le explicó que le colocaron el informe en el bolsillo cuando estaba bajo la lluvia torrencial, por lo que era esperable que se mojara y fuera ilegible. Luego, ella les prestaba atención a otros asuntos y olvidó lo ocurrido.

-Estoy bien -respondió con el ceño fruncido-. ¡Alejandro, dije que estoy bien! ¿Por qué no me crees? ¿Quieres que esté enferma?

-¿De qué estás hablando? -preguntó.

-Entonces, ¿por qué no entiendes que no estoy enferma? Te dije que no me siento bien porque no tengo ganas de conducir, ¿entiendes? ¿Quieres continuar investigando?

Sonaba impaciente y sacudía las manos; sin embargo, Alejandro no se enojo sino que la miró.

-¿Ya no estás molesta?

-¿Qué?

-Nadacomentó inexpresivo luego de fruncir los labios.

No obstante, parecía emocionado. «Es una excusa que me diga que no tiene ganas de conducir, ¿no? Quieres reconciliarte conmigo y por eso viniste a verme». Volvió a mirarla y se dio cuenta que lucía igual que cuando era joven. Tenia mal carácter y cuando peleaban en el pasado, ella se marchaba y lo dejaba solo. Sin importar lo mucho que él intentara convencerla, ella lo ignoraba, pero cuando se impacientaba, se acercaba a él y utilizaba excusas patéticas para reconciliarse. Eso mismo estaba haciendo en ese momento. Aunque no estaba enferma, ella le dijo eso para

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con él a la casa.

-Vamos

Alejandro agarró las llaves de su auto y ya no estaba de mal humor. Por otro lado, Victoria no sabia en qué estaba pensando y, al verlo salir, se apresuro a alcanzarlo. En cuanto llegaron al estacionamiento, Claudia lo llamo. Alejandro sacó el teléfono y se quedó atónito al leer el nombre de ella. Victoria notó el cambio en su expresión.

-Esperaré aquí -dijo la joven sin siquiera volverlo a mirar.

Luego, se alejó de él: Alejandro frunció los labios y sujetó con fuerza el teléfono. Por otro lado, Victoria se aburrió mientras lo esperaba. Ella tenia un humor distinto en comparación de la última vez que Victoria esperó a que Alejandro terminara su llamada con Claudia. En aquel entonces, aún no se habia dado por vencida con él y se sentia incómoda al ver que le respondía a esa mujer, pero, ya no la afectaba ni le importaba.

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