Capítulo 385

Gerard caminaba de un lado a otro en la habitación sin parar, haciendo que Sofía se sintiera mareada con tanto movimiento. Aún no sabía cómo continuar con esa conversación.

“¿Podrías dejar de caminar? Me estás mareando, dijo Sofia, afectada por su constante ir y venir.

De repente, Gerard se détuvo frente a Sofia, con una expresión grave en su rostro. “Puede que seas mi hermana, declaró.

Las palabras de Gerard dejaron a Sofia estupefacta en su lugar.

Viendo a Sofia parada sin decir nada, Gerard comenzó a impacientarse. ¿Acaso tenerlo como hermano era tan vergonzoso?

“Oye, ¿estás bien?” Gerard levantó la mano y la movió frente a Sofia.

Sofia se recuperó del shock momentáneo y respondió con incredulidad: “¿Cómo podría ser tu hermana? Creci en San Bernat y tú en la Capital; estamos a mundos de distancia.”

No era que encontrara algo malo en Gerard, simplemente le costaba creer que aún pudiera tener familia.

“¿No te parece que nos parecemos?” Gerard insistió, sin querer rendirse.

Sofia negó con la cabeza. “No lo creo.”

Observando a Gerard, era evidente que él era más atractivo: su nariz era más recta, sus pestañas más largas, incluso sus cejas eran más densas…

Con un suspiro de resignación, Gerard expresó su determinación: “De todos modos, pronto sabremos la verdad. Aunque haya un uno por ciento de posibilidad de que no seas mi hermana, yo te consideraré mi hermana, Ya te he aceptado como tal,Sin esperar respuesta de Sofia, se marchó de la habitación.

Sofía permaneció atónita, viendo cómo el hombre se alejaba sin poder reaccionar. ¿Qué resultado estaba por revelarse? Parecia que habla gente empeñada en encontrar hermanas a toda costa. ¿Estaria Gerard obsesionado con la idea?

Después de regresar a su

habitación, Rafael no podía dejar de pensar en Sofia: en su mirada profunda, en su voz suave… Intentaba distraerse, abrió la puerta del balcón y se quedó ahi, sintiendo la brisa nocturna. Su mirada se dirigia hacia abajo, hacia el cuarto 2203, donde la luz aún estaba encendida. Seguramente ella aún no estaba dormida. Así, se quedó observando la luz de ese cuarto, sin poder ver más.

Tras un rato, una sonrisa sarcastica apareció en sus labios. Se encontraba espiando el cuarto de una mujer.

Cuando se disponia a volver a su cuarto, alguien tocó a la puerta. Rafael, sorprendido, sintió un atisbo de esperanza. ¿Sería Sofia? Incluso sin darse cuenta, una sonrisa se dibujo en su rostro antes de apresurarse a abrir.

Al ver que no era Sofia, sino la princesa, Rafael volvió a su frialdad habitual. “¿Qué sucede?”

La princesa, mordiéndose el labio, parecia no haberse cambiado desde que llegaron al hotel, todavia estaba vestida con la ropa del dia y maquillada. Rafael frunció el ceño y le dio paso.

Después de cerrar la puerta, le ofreció un vaso de agua. “¿Qué necesitas?”

“Mañana completaré el trato de diamantes con la mafia italiana, reveló la princesa. La verdadera razón de su viaje era esa transacción; el turismo no era más que una fachada. Rafael asintió, ya estaba al tanto de todo, incluyendo el propósito de su parada en Venecia para el intercambio de diamantes.

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